Jaume Collet-Serra dirigirá a Dwayne Johnson en 'Jungle Cruise', diciendo no a 'Escuadrón Suicida 2'

Estrenarse como el remake de uno de los clásicos más divertidos con los que cuenta el cine de terror, no es tarea fácil. Pero Collet-Serra se lanzó con todos los recursos que estaban en su mano y, sin dejar de mirar de la manera más respetuosa posible a su referente, construyó un parque de atracciones del grito y el susto más cercano al slasher que al escalofrío. Pese a un comienzo que, como bien señaló la mayor parte de la crítica tras su estreno, tarda en coger velocidad y encontrar su tono, la película consigue arrasar con temores y prejuicios a base de atrevimiento formal y homenajes varios a un género que necesita refrescarse de vez en cuando. Por supuesto, está alejada de los grandes trabajos que el cine de terror nos ha brindado en los últimos años, pero 'La casa de cera' es un notable ejercicio de entretenimiento sangriento. Imposible aburrirse.

Es curioso que la película menos lograda del dúo Collet-Serra y Liam Neeson fuera su primera colaboración. Taquillazo absoluto, especialmente en Estados Unidos, 'Sin identidad' presenta todas las características, virtudes y defectos, que encontraremos en sus dos siguientes trabajos. Es decir, el director demuestra su talento como más que solvente artesano del thriller más reconocible, mientras que su superestrella protagonista recalca su carisma como el héroe de acción, sin superpoderes, más potente de los últimos años. ¿Más allá de eso? Sencillez y humildad. Porque lo único que se intenta aquí es ofrecer un entretenimiento masivo para todos los públicos, un juego de intriga y misterio con giros de guion tan absurdos como divertidos. Y en eso acierta de pleno. No aporta nada nuevo, nada que no hayamos escuchado o visto antes, pero lo hace con tanta efectividad que cuenta con toda nuestra complicidad. Aunque, ya se sabe, aquí la coherencia está de más. Las palomitas no.

Punto final de la trilogía involuntaria que Collet-Serra y Liam Neeson, sin mayor pretensión que la de entretener al respetable, han construido como pacto de respeto con el espectador palomitero, que tiene una nueva oportunidad de disfrutar de lo mismo de siempre pero contado con inteligencia, ritmo y pulso. No es poco. También supone un placer considerable observar a un reparto en el que brillan con luz propia las miradas y silencios de un Ed Harris tan espléndido como de costumbre y Joel Kinnaman, actor que tras el tropiezo que supuso el remake de 'Robocop', demostró una vez más un talento a tener en cuenta. Por su parte, Neeson hace un personaje muy similar al que lleva interpretando durante la última década. Se le nota cómodo en el registro, disfrutando de esta reinvención en la que ya está más que asentado. Son las tres piezas claves en un tablero que coge influencias de aquí y de allí para dar forma a un entretenimiento que, tras una presentación algo torpe de sus personajes, mete la quinta marcha y se dirige con todas sus fuerzas a un clímax final que esconde algunas dosis de poética visual que aportan una elegancia insospechada a la propuesta.

Tras su interesante debut, 'La casa de cera', y un fiasco del tamaño de '¡Gool 2! Viviendo el sueño', Collet-Serra decidió regresar al terror de sus comienzos cambiando sangre por desasosiego y sustos por intriga. 'La huérfana', una de esas películas alejadas de los términos medios, plantea uno de esos atrevimiento formales y narrativos que, si salen bien, terminan en triunfo pero, si ocurre lo contrario, se estrellan con todo el equipaje. Afortunadamente, el director catalán aprovechó al máximo la historia que tenía entre manos, sirviendo en bandeja todo un festín de mal rollo y tensión constante que no te permitía despegar los ojos de la pantalla. Mucha culpa tenía Isabelle Fuhrman, cuyos gestos y miradas conseguían helar la sangre, pero el mérito final corresponde a un cineasta en plenitud de facultades. Collet-Serra nunca ha dirigido mejor.

'Non-Stop (Sin escalas)', el mejor trabajo de la dupla formada por Jaume Collet-Serra y Liam Neeson hasta la fecha, acepta todas las reglas del género de acción palomitero de toda la vida. Aquí tenemos terroristas, misterio, escenas espectaculares, ritmo trepidante, incoherencias narrativas y clímax final espectacular. Resumiendo, una cinta que se consume sin problemas, con atención constante y con un interés notable. Collet-Serra se permite, además, jugar con el caramelo que supone que el 95% de su historia se desarrolle en un escenario único, un avión que funciona como un personaje más. Su dirección, brillante por momentos y eficaz siempre, es uno de los puntos fuertes de un thriller que a medida que avanza va perdiendo cualquier atisbo de coherencia a favor del guiño de ojos al amante del cine espectáculo, que aquí tiene un auténtico festival del absurdo y la diversión al que volver y volver.