¡Cuidado! Este artículo contiene spoilers
'Botines de guerra' ha sido el episodio más corto de todo el recorrido de 'Juego de Tronos', pero en cambio los guionistas se han encargado de cargarlo con escenas muy intensas. El reencuentro de los hermanos Stark en Invernalia, Arya demostrándole a Brienne sus dotes de combate, el descubrimiento de la mina de vidriagón en Rocadragón, el reencuentro de Theon y Jon...
Y ese último cuarto de hora. La batalla entre el ejército de los Lannister y los Dothrakis comandados por Daenerys y su dragón Drogon ha sido tan inesperada como inolvidable. La Khaleesi se ha hartado de perder la guerra y ha decidido sorprender a sus enemigos con un ataque sorpresa.
Y así, en la primera batalla de Daenerys en tierra de Poniente, primera vez que presenciamos a un dragón arrasar con los soldados de Cersei, también ha resultado ser un enfrentamiento entre dos de los personajes más queridos de la serie: la Targaryen y Jaime Lannister. Y ahí 'Juego de Tronos' nos ha vuelto a demostrar cuál es la mejor baza de la serie. Después de tantas temporadas, de tantos movimientos, giros de guion y evolución de personajes, vamos a ver cómo todas esas piezas del juego se enfrentan y se van eliminando las unas a las otras. Y realmente no podemos escoger ningún bando.
'Juego de Tronos' ha sido un relato exigente, sin lugar a dudas. Durante más de sesenta horas de televisión, un inabarcable mundo se ha ido presentando y cambiando ante nosotros. Nos hemos enamorado y hemos odiado a decenas de personajes, algunos de ellos se han perdido por el camino. Pero ya con la penúltima temporada en su ecuador (quedan solo tres episodios), y un año más de serie, vemos claramente cuáles son los protagonistas de este relato tan ambicioso. Algunos de ellos están destinados a aliarse, como Jon y Daenerys, y otros se enfrentarán a muerte.
Por qué hemos sufrido tanto (y lo que nos queda)
La última vez que sentimos algo parecido fue hace más de dos temporadas: al final del cuarto año de emisión de la serie, Brienne se enfrentó al Perro, con la intención de salvar a Arya de sus garras (aunque la pequeña Stark tenía otros planes en mente). Como 'Juego de Tronos' es una historia llena de grises, nuestra visión de Sandor Clegane como espectadores fue cambiando a lo largo de la serie: de temido guerrero pasó a complejo protector de Sansa, tras lo que pasó a rebelarse contra Joffrey, ser secuestrado por Beric Dondarrion y Thoros de Myr, y finalmente escapar con Arya como rehén. Juntos, el Perro y Arya descubrieron los horrores que acontecieron en la Boda Roja y se encontraron a la deriva por Poniente. Vimos la bondad y la piedad que tiene el Perro dentro, a pesar de haber sido obligado a convertirse en un monstruo por su hermano y los Lannister, y entonces tuvo que enfrentarse a Brienne, uno de los personajes más queridos por el público. Ella ganó el combate, y creímos por un tiempo que el Perro había sido herido mortalmente.
Ahí está la gracia de 'Juego de Tronos': su ambicioso retrato de los Siete Reinos y su calmada disección del multilateral conflicto que llevamos presenciando tantos años ha generado lo que toda buena serie debe tener: grandes personajes que enganchan al público. En ellos radicaron los éxitos de 'Breaking Bad', 'Perdidos', 'Fargo' o incluso 'Friends', más que en los giros, cliffhangers y los buenos chistes.
Y por ello la batalla en la que Daenerys y su dragón se enfrentan a Bronn y Jaime es uno de los momentos televisivos más intensos que recordamos. Todo nos ha traído aquí: las complejas relaciones de Tyrion con Bronn y Jaime, que mira impotente desde la distancia; la megaballesta de Qyburn y Cersei; los salvajes Dothrakis; el viaje de Jaime, uno de los mejores personajes de la serie; nuestra inagotable fascinación por Daenerys, esa improbable heroína y reina de nuestros corazones.
Además de ser un despliegue de medios y presupuesto con dragón, fuego y cientos de extras que podríamos haber visto hace 15 años en superproducciones cinematográficas como 'El Señor de los Anillos' (lejos queda esa primera temporada en la que la batalla más grande quedaba fuera de plano), la verdadera fuerza de esta escena radica en ese choque de trenes. Dos trenes en los que llevamos años subidos, condenados a eliminarse el uno al otro. Queremos que Daenerys reine en Poniente, pero no le deseamos ningún mal a Jaime Lannister. Le hemos cogido cariño incluso a Bronn, ese bandido sin código que sobrevive en un mundo de Lords y caballeros, y no podemos odiarle aunque haya asestado un doloroso golpe al hijo mayor de la Madre de Dragones.
Habrá algunos espectadores, todos ellos lectores de la obra de George R.R. Martin, que tuerzan el gesto y acusen a David Benioff y D.B. Weiss de "fan service". Servilismo a los fans, que están viendo cómo todas sus teorías y esperanzas se cumplen en estos episodios cargados de reencuentros y enfrentamientos. No sabemos si esta batalla tendrá lugar en las novelas de Martin (si es que llega a escribirlas algún día), pero sí que lo que está haciendo 'Juego de Tronos' ahora mismo es buena televisión. Tras construir un complejísimo cuento cargado de personajes y lugares, por fin el espectador verá recompensados su esfuerzo y su paciencia: los dragones vuelan, las familias se enfrentan, el Muro caerá y el caos reinará. Será apasionante, y, como ya estamos viendo, será doloroso.