CRÍTICA

'La acompañante': ¿Acepta la novI.A. los términos y condiciones de su humano?

Drew Hancock debuta en el largometraje con 'La acompañante', ambicioso cóctel de géneros que es una de las mejores compañías posibles para cerrar enero (o empezar febrero).

Por Eduardo Cardenal Hernando Más 31 de January 2025 | 09:35
No sé qué disfruto más, ver películas o hablar sobre ellas. Si no veo una al día, me entra el mono.

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Sophie Thatcher como Iris en 'La acompañante'
Sophie Thatcher como Iris en 'La acompañante' (Warner Bros.)

Aunque hay quienes menosprecian el terror y la ciencia ficción como géneros que "solo" sirven para asustar durante dos horas al público o distraerlos con mundos imposibles (como si conseguir con éxito "solo" eso no tuviese ya mérito), ambos son medios ideales para explorar importantes temas sociales sin sacrificar un ápice del goce del espectador por las posibilidades irreales que ofrecen. Es el caso de 'La acompañante', primer largometraje de Drew Hancock, cineasta norteamericano que debuta a lo grande con una película difícil de encasillar, pues su mensaje digno de cine social nace a través de un romance en una comedia negra ambientada en un mundo de ciencia ficción con "robots de apoyo emocional" que están a una modificación en su programación de infundir terror. ¿Combinación ambiciosa? Por supuesto. ¿Ejecución a la altura? También.

Sophie Thatcher y Jack Quaid en 'La acompañante'
Sophie Thatcher y Jack Quaid en 'La acompañante' (Warner Bros.)

NovI.A. a la carta

"Se consagró con tal espíritu de sacrificio a la atención de su esposo que a uno se le olvidaba a veces que seguía existiendo", escribió Gabriel García Márquez en 'Crónica de una muerte anunciada' sobre Purísima del Carmen. Como ella, en 'La acompañante' Iris existe por y para Josh, con quien conforma una pareja compuesta por una mujer robot y un hombre humano nostálgico por una realidad donde su cónyuge vivía para su felicidad, incluso si para ello tenía que enterrar la suya. A través de este noviazgo, 'La acompañante' es una película divertidísimamente negra que critica el abuso y maltrato psicológico en las parejas mediante una dinámica humano/robot que a su vez desarrolla interesantes puntos sobre un futuro tecnológico... ¿no tan lejano a nuestro presente?

Hancock fusiona ambos temas (manipulación individuo-robot / manipulación hombre-mujer) para que se retroalimenten narrativamente. Nunca deja de lado una trama de ciencia ficción que sirve como paralelismo con la social, que está al otro lado del espejo. De esta forma, al mismo tiempo que el director se centra en ideas que profundizan en el aspecto tecnológico de la película, la vena de ciencia ficción es la que desarrolla la humana al representar las dinámicas de poder del humano frente al robot con un hombre que "programa" a una mujer que encaja en la descripción de García Márquez sobre Purísima del Carmen.

Un discurso social que no se olvida del disfrute absoluto del público gracias tanto a la continua sed del director por recitarlo con interesantes ideas tecnológicas planteadas en mitad de una letal caza como al desmadre en su sinvergüenza tono cómico la hora de abordarlas. Hancock encuentra algún salvaje paralelismo entre robots y mujeres o, mejor dicho, en cómo se les trata, que dentro de la comedia negra que es 'La acompañante' es hilarante, pero a la vez deja un poso terrorífico pensar que la comparación tiene sentido porque hay comportamientos humanos reales que se lo dan.

TecnologI.A. y humanidad

La reivindicación social de Hancock no se limita al trato de los humanos entre sí, también del uso que damos a la tecnología en nuestras vidas. Al ser un concepto todavía reciente, la mayoría de las personas que recurren a bots conversacionales de I.A. como ChatGPT lo hacen para meras búsquedas de información, pero la incorporación de estas tecnologías a nuestra vida aumenta a un ritmo vertiginoso y las diferentes opciones que ofrecen con ella (¡lo que se puede hacer con ellas ahora que no se podía hace un año!).

Jack Quaid y Sophie Thatcher en 'La acompañante'
Jack Quaid y Sophie Thatcher en 'La acompañante' (Warner Bros.)

Hay casos de individuos que utilizan chatbots como su pareja y, teniéndolo en cuenta, no extrañaría que esas relaciones traspasaran la pantalla una vez se les de un cuerpo físico. O de un robot humanoide de I.A. de 70.000 dólares ya comercializado al que lo primero que hacen tres 'streamers' es patearlo continuamente cada vez que se levanta del suelo. El cineasta, que juega con una realidad donde ambos aspectos no solo son un hecho, sino que están aceptados, hace girar toda una película muy oportuna entorno a una pregunta: ¿Cuánto más nos acercamos a la tecnología más nos alejamos de la humanidad?

La potencI.A. del estereotipo

Si lees que un grupo de amigos decide pasar un fin de semana en una casa en mitad del bosque bastante incomunicada del resto de la civilización posiblemente pienses en innumerables títulos de terror. Y más si resulta que son seis personajes bastante cliché los que la habitan (en este caso, un robot que defiende su conciencia, un manipulador disfrazado de chico bueno, un chica mala que desde el primer momento se muestra conflictiva con la inocente protagonista, un ruso muy ruso...). Pero es que para grabar una gran película no hace falta reinventar la rueda, basta con hacerla girar bien. Y qué bien la hace girar Hancock, que convierte unos estereotipos que descuadran de inicio en una herramienta tremendamente efectiva para explorar de forma clara los dos temas anteriores, además de ser la principal razón que inunda 'La acompañante' de un tono cómico que funciona de maravilla.

Desde diálogos muy ágiles y naturales entre ellos a la incorporación de los mismos en situaciones donde los humanos lidian con problemas causados por los robots y viceversa, además de en crudos temas como la muerte, el choque entre estos personajes demuestra que, como la propia tecnología, el estereotipo no es algo bueno o malo necesariamente, sino que depende de su uso.

Drew Hancock dirige a Harvey Guillén y al resto del reparto de 'La acompañante'
Drew Hancock dirige a Harvey Guillén y al resto del reparto de 'La acompañante' (Warner Bros.)

El reparto hace justicia con creces al libreto de Hancock, que supera el reto de moverse entre tanto registros. Sophie Thatcher (Iris) es dulce a la vez nos recuerda por qué se gana el título de 'scream queen' con su filmografía; Jack Quaid (Josh) nos manipula con ojos de cachorro; Lukas Gage (Patrick) demuestra que, aunque en su currículum destaque lo contrario (menuda escena tiene en 'Smile 2'), puede convertirse en alguien adorable; Megan Suri (Kat) confirma lo contrario, que tras dar vida a tanta buena adolescente puede ser una chica mala; Harvey Guillen (Eli) se reafirma como intérprete que domina los tiempos en la comedia y el británico Rupert Friend (Sergey) se saca la nacionalidad rusa con un buen balance entre credibilidad e hipérbole para contribuir al humor.

SinergI.A. de géneros

Por mucho que sea de buena fe, sobrecargar una película de ideas o géneros sin conectarlos con destreza puede tener peor resultado que apostar por un simple tema. Y el triunfo del norteamericano radica en combinar ambos enfoques, pues construye mucho alrededor de poco, de un solo nexo principal: una relación de pareja donde algo va mal. En lugar de introducir externamente los diferentes elementos, los incorpora y aborda siempre desde la pareja.

¿Hancock quiere ciencia ficción? Pues uno de los enamorados es un robot. ¿Necesita terror y thriller? La discusión de una pareja donde él cree que no tiene por qué contenerse al no ser ella más que "una maquina" con, a su vez, herramientas inhumanas para defenderse puede desembocar en algo salvaje. ¿Y el mensaje social? La relación de los amantes representa unas dinámicas que, por desgracia, nos son familiares. Espera, ¿y la comedia? Esa pareja tiene amigos que... Y así se podría seguir unas líneas más que no son necesarias para reiterar que todo surge y se desarrolla desde una simple idea, un romance, resultando en un cóctel de géneros que, tras unos primeros 20 minutos que pueden descolocar por su tono armónico y casi artificial (pero una vez explotan se entiende el porqué de ese tono y cobra valor de forma retroactiva), convierten a 'La acompañante' en una máquina bien engrasada. Una que confía tanto en su ejecución que prioriza el cómo al qué hasta el punto de que, aún con sus giros de guion, no teme destriparte el final con el primer diálogo de la película.

Sophie Thatcher como Iris en 'La acompañante'
Sophie Thatcher como Iris en 'La acompañante' (Warner Bros.)

'La acompañante' es una carta de presentación sobresaliente para Drew Hancock, que, sea cual sea el género que desee explorar en un futuro, se posiciona como uno de los nuevos nombres de la industria a los que no perderle la pista. Un largometraje imprescindible tanto para amantes de la ciencia ficción que deseen sumergirse en un nuevo asalto del siempre interesante subgénero de las relaciones entre humanos y robots como para aquellos que defienden el cine como medio con el reivindicar asuntos sociales cercanos a nuestra realidad. Y ya si eres de los que abrazan ambas posibilidades, 'La acompañante' promete ser una de las mejores compañías posibles para empezar un 2025 de cine por todo lo alto.

9
Lo mejor: Abordar un importante problema social sin olvidar el goce del público, tanto a través de la comedia como de la locura que ofrece la ciencia ficción y el terror.
Lo peor: Los primeros 20 minutos descolocan por su artificialidad.
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