Da vértigo pensar lo diferente que era el mundo el 2 de mayo de 2017, cuando el primer episodio de 'La casa de papel' se emitió en Antena 3. Todo ha cambiado, empezando por la televisión, cómo (y dónde) vemos las series y la industria del audiovisual de nuestro país (en parte gracias a esta serie), pero también la propia España: en 2017 pocos sabían lo que era Vox y quién era Isabel Díaz Ayuso, y Pablo Iglesias aún estaba al frente de un partido que por aquel entonces estaba a punto de llamarse Unidos Podemos, en masculino. La mayoría de nosotros no nos habíamos puesto una mascarilla sanitaria jamás.
Se empieza a agotar 2021 y 'La casa de papel' llega a su fin. En este tiempo han pasado poco más de cuatro años que nos han transformado, pero la serie de Álex Pina sigue siendo exactamente la misma. Para bien y para mal. La primera mitad de la parte 5 de 'La casa de papel' llega a Netflix este viernes 3 de septiembre, y los dos primeros episodios repiten patrones ya vistos. Si una fórmula ha convertido a una serie en un fenómeno mundial, ¿por qué cambiarla?
Esta nueva etapa del atraco al Banco de España se caracteriza por la presencia de Lisboa (Itziar Ituño) dentro del banco junto al resto de la banda, mientras que el Profesor (Álvaro Morte) está siendo interrogado por Alicia Sierra (Najwa Nimri), que ahora actúa por su cuenta tras haber huido de la Policía. Mientras tanto, el Coronel Tamayo (Fernando Cayo) está dispuesto a tomar medidas desesperadas para acabar con este circo mediático, acudiendo al ejército. La tensión promete escalar, aunque eso es todo lo que lleva ocurriendo desde que empezó la serie.
En los primeros minutos del primer capítulo ya hay varias escenas llenas de tensión: Denver (Jaime Lorente) y Estocolmo (Esther Acebo) discutiendo cosas de pareja en medio del atraco, Bogotá (Hovik Keuchkerian) diciéndole a Palermo (Rodrigo de la Serna) que tome el mando de la misión (otra vez), Tokio (Úrsula Corberó) desconfiando de Lisboa (otra vez). El modus operandi de los guionistas, liderados por Pina y Javier Gómez Santander, es crear conflictos en todas las escenas, tengan o no sentido, y aunque ya hayan ocurrido antes más o menos de la misma manera. Es agotador, nada orgánico y funciona a costa de la verosimilitud y la consistencia de la historia y los propios personajes. ¿Cuántas veces va a cambiar de opinión Tokio? Todas las que los guionistas consideren necesario para crear obstáculos en la trama.
Ante este percal, lo único que puede hacer el reparto es defender lo mejor posible la constante huida hacia adelante, y eso hacen. Se han ganado la fama mundial gracias a hacer creíbles los peores guiones de la televisión. De entre todos ellos los más destacables son precisamente las dos personas que mejor parecen pasárselo esta serie: Najwa Nimri y Fernando Cayo. La primera sigue explotando su enigmática y magnética presencia para darle una entidad gaseosa y embriagante a Alicia Sierra, esa policía embarazada kamikaze (igual que hizo con Zulema en 'Vis a vis'). El segundo se divierte y nos divierte llenándose la boca de improperios y salidas de tono para encarnar la frustración y el caos que siente este policía desesperado ante las jugadas de la banda. Siempre que estén ellos en pantalla, la serie crece.
Hablando del reparto, en este tramo final se unen dos nombres conocidos: Patrick Criado y uno de los juguetes preferidos de Netflix, Miguel Ángel Silvestre. Este último interpreta a un antiguo novio de Tokio, cuya historia se cuenta en flashbacks (al menos al principio). Criado sorprende con un personaje muy distinto a los macarras que suele interpretar: es el hijo de Berlín (Pedro Alonso), un empollón inseguro y tímido lleno de tics y con una caracterización muy marcada.
Tan espectacular, adictiva y frenética como siempre
Y a pesar de todos los peros, 'La casa de papel' vuelve como siempre: espectacular, adictiva y frenética. Gracias a la dirección de fotografía de Migue Amoedo, sigue siendo una serie visualmente rigurosa y estimulante que crea espacios distintos utilizando la luz y los colores (la guarida del Profesor y el Banco de España, por ejemplo, son mundos completamente diferentes). Y realizadores como Jesús Colmenar, Koldo Serra y Álex Rodrigo consiguen crear escenas de acción disfrutables y sorprendentes.
¿Es suficiente? Mientras nos hacemos esa pregunta los episodios se van sucediendo casi sin que nos demos cuenta. Para cuando termine esta primera parte del final, probablemente habremos visto algo tan explosivo y fastuoso que estaremos demasiado agotados para plantearnos todas esas cuestiones. 'La casa de papel' arrasa y engancha como la heroína. ¿Es buena? No. Pero aquí estamos, adictos.