'La ciudad de las estrellas: La La Land': Escucha 'City of Stars', el dueto entre Emma Stone y Ryan Gosling

El debut en la gran pantalla del director Alan Parker no pudo ser más atrevido. Ni más desconcertante. 'Bugsy Malone', acompañada en su título castellano con la etiqueta de 'Nieto de Al Capone', es un musical ambientado en el mundo de los gángsteres que tiene como principal elemento diferenciador el estar protagonizada, exclusivamente, por niños y niñas. Una apuesta que, a pesar de desconcertar en sus primeros compases, termina resultando una experiencia la mar de entretenida, transmitiendo un encanto y una energía envidiables, mezclando el clasicismo evidente que la rodea con destellos de genio sorprendentes.

Nominada a la Palma de Oro en el festival de Cannes, ganadora de cinco premios BAFTA y nominada a tres Globos de Oro y un Oscar a Mejor Canción, 'Bugsy Malone' tenía un as ganador escondido en su manga: Jodie Foster. El mismo año, 1976, en el que nos dejaría con la boca abierta gracias a su espectacular interpretación en 'Taxi Driver', Foster deslumbraba irradiando una luz especial en cada una de sus escenas, demostrando una versatilidad que la ha acompañado a lo largo de toda su carrera. Mucho más que una curiosidad, un musical esencial de la década de los 70. Divertida y entrañable.

Todos queremos a George Miller. Y se lo ha ganado con creces. Si la primera entrega de 'Happy Feet: rompiendo el hielo' venció todos los prejuicios posibles que se podían tener a la hora de enfrentarse a una película protagonizada por un pingüino que no sabe cantar pero es un experto bailarín (!¡) gracias a una energía contagiosa, una banda sonora espectacular y unos personajes irresistibles, George Miller, responsable de su estupenda dirección, dobló la apuesta en su inevitable secuela convirtiéndola en algo más cercano a 'Babe, el cerdito en la ciudad' que a su primera y oscarizada entrega. Esto quiere decir que, los aspectos más infantiles se vieron sustituidos por un humor bizarro y surrealista que rodeaba toda la propuesta.

El mejor ejemplo lo tenemos en los krills doblados por Matt Damon y Brad Pitt, protagonistas de una relación tan cercana a la amistad como a la homosexualidad, encantadores y divertidísimos desde una perspectiva mucho más adulta. Junto a ellos se nos presentan un catálogo de personajes extravagantes y excesivos con los que Miller, sin perder la esencia de su predecesora, convierte a 'Happy Feet 2' en uno de los musical animado más original de los últimos años.

'London Road', adaptación al cine de la mano de Rufus Norris del exitoso musical dirigido por él mismo, es una mezcla imposible entre el thriller, el drama costumbrista y el lado más perverso del ser humano. Centrándose en los

sucesos reales que marcaron la vida de los vecinos de Ipswich, en el condado de Suffolk en el año 2006, tras el descubrimiento de los cuerpos sin vida de cinco mujeres, 'London Road' fracasa en el elemento más importante de cualquier musical: las canciones.

Adam Cork, responsable de los temas que se van sucediendo sin demasiada gracia ni intensidad a lo largo de unos interminables 91 minutos, no consigue redondear ninguna melodía, quedándose cada 'número' descafeinado, falto de vida e interés. El reparto, con una estupenda Olivia Colman, se entrega por completo, pero el espectador encontrará más recompensa en las interpretaciones principales y en los distintos destellos puntuales que ofrece la puesta en escena que en el resultado global. Un musical diferente, oscuro e inquietante, pero fallido.

Hace ocho años, la televisión se encontró con 'Dr. Horrible's Sing-Along Blog', una miniserie de 3 episodios protagonizada por un malvado y torpe científico, con su correspondiente enemigo, Capitán Hammer y con una chica de la que se enamora profundamente Penny. La escribía el gran Joss Whedon, estaba repleta de canciones maravillosas, absurdas y divertídisimas y en su reparto brillaban, y de qué manera, Neil Patrick Harris, Nathan Fillion y Felicia Day.

Por supuesto, la repercusión mediática fue prácticamente nula, teniendo en cuenta su naturaleza casi marginal, alejada de las grandes promociones y tratándose prácticamente de una curiosidad dentro del inmenso catálogo televisivo de los últimos años, pero el paso del tiempo ha jugado a su favor y son (somos) muchos los que la guardamos como algo más que una agradable sorpresa con las carcajadas y las melodías se suceden sin descanso. Para disfrutar en versión doble con esa obra maestra televisiva llamada 'Los Conchords', el mejor musical que se ha visto en la pequeña pantalla en la última década.

Hay que verla para creerla. Todos aquellos que creían que 'Braindead (Tu madre se ha comido a mi perro)' era la propuesta más delirante, arriesgada y excesiva de Peter Jackson, un cineasta que, antes de entrar por la puerta grande de la historia del cine con la trilogía de 'El señor de los anillos', estaba dando forma a una carrera radical y absolutamente imprevisible, no deben conocer la existencia de 'El delirante mundo de los Feebles'. Comedia musical protagonizada por marionetas, brutal crítica al espectáculo entendido como mafia desagradable y vomitiva, la película de Jackson lleva todo al límite, consigue sorprender en cada escena y va reservando fuerzas hasta explotar por completo en uno de esos clímax finales que, de puro absurdo, terminan conquistando sin reservas.

Por supuesto, no es nada sencillo entrar en ella, no se trata de una obra sencilla en absoluto y su limitadísimo presupuesto es evidente de manera constante, pero 'El delirante mundo de los Feebles' esconde muchas más virtudes de las que se puedan apreciar en un primer visionado. Necesita paciencia y comprensión, pero se lo merece.

Sí, la escena que preside este texto es real, existe y aparece en 'Moonwalker'. Y si os habéis quedado con la boca abierta, esperad a ver la escena final con ese genio musical llamado Michael Jackson interpretando una especie de héroe galáctico más cercano a un participante de Scavengers, aquel engendro presentado por Bertín Osborne, que a un personaje clásico de ciencia ficción. No todo es malo, claro, las intenciones son buenas, la película es tan imprevisible que termina hipnotizando y temas como 'Smooth Criminal', 'Can you feel it', 'Thriller', 'Bad' o 'Man in the mirror' son tan indiscutibles que salvan casi por completo a todo el conjunto.

Pero no podemos cegarnos por la colección de obras maestras que suenan a lo largo de sus poco más de ochenta minutos, porque 'Moonwalker' no es más que uno de esos proyectos pensados para resaltar el estatus de icono definitivo de la cultura pop de su protagonista, algo que consiguió con muchísima más fortuna el documental póstumo 'This is it', auténtico reflejo de la grandeza de Jackson. Aunque en aquella no tuviéramos a Joe Pesci dándolo todo. Ni a un conejo en stop motion que retaba al bueno de Michael a una carrera. No se puede tener todo.

Alan Parker se encontró con más de la mitad del trabajo hecho cuando se puso manos a la obra para convertir en largometraje el mejor disco de Pink Floyd, 'The Wall'. Aquella obra maestra inconmensurable de la historia de la música tenía el aroma del mejor cine, las melodías más conmovedoras jamás escritas por ese gigante llamado Roger Waters, y por encima de todo, una trama perfectamente hilada, coherente con sus pretensiones e inmensa ambición. Parker, por lo tanto, no tenía más que intentar transmitir con imágenes aquello que, a través de la música más brillante, eran puras escenas vestidas de estribillos. Y lo consiguió a medias.

Protagonizada por un limitadísimo Bob Geldof en el papel de Pink, cantante de un grupo musical marcado por una infancia repleta de traumas ocasionados por la dura educación a la que se vio sometido, 'El muro' ofrecía, ni más ni menos, que lo que uno podía esperar de ella: escenas atrevidas, ambiente opresivo, atmósfera pesimista y canciones eternas. Sus mejores momentos, sin duda, son aquellos en los que Parker fuerza la máquina hasta el exceso. Son pocos, pero muy potentes. Pudo ser mucho más, sí, pero el origen en el que se basaba era una cima imposible de alcanzar.

Permitid mi contundencia. 'Sargento Pepper' es un insulto, un doloroso golpe en la boca del estómago para todos los amantes de los Beatles. Y somos unos cuantos. Seguimos sin entender muy bien lo que pretendían los responsables de este engendro capaz incluso de hundir las, en algunos caso más que correctas, versiones de los clásicos de la banda más grande de todos los tiempos que llevan a cabo talentos de la talla de los Bee Gees. Los hermanos Gibb, auténticos maestros de la melodía con un buen puñado de obras maestras en su haber, se prestaron a protagonizar una película sin pies ni cabeza que, sirviéndose de uno de los discos claves de la historia de la música, 'Sgt. Peppers Lonely Hearts Club Band', y más específicamente del personaje de Billy Shears, presentado en la imprescindible 'With a little help from my friends', estaba mucho más cerca de la parodia que del homenaje sincero y respetuoso.

La banda sonora brilla con diferencia en medio de las pocas virtudes que presenta la cinta, pero incluso en ese sentido supone un bagaje más que pobre para un musical tan fallido como hortera, tan insoportable como incomprensible, tan extraño como doloroso. Sus responsables la aborrecen y los amantes del género musical solamente podrán verla como indescriptible curiosidad.

'Rock & Rule' es un musical canadiense de animación que, de manera más sorprendente, mantiene un alto número de fans a día de hoy que vieron su infancia/adolescencia marcada por ella. Todo comienza con una estrella del rock que representa el mal absoluto y que secuestra a una cantante femenina, con la voz y figura de la gran Debbie Harry, para que participe en la invocación de un demonio, en lo que supone un punto de partida lo suficientemente adulto como para poner alerta a todos aquellos padres que se acerquen a ella pensando en el clásico musical animado.

Pese a haber envejecido bastante mal, 'Rock & Rule' mantiene intacto un encanto añejo que apela a la nostalgia ochentera en todo su esplendor. Su punto fuerte lo encontramos en las canciones que forman su estupenda banda sonora, con temas interpretados por gigantes de la talla de Lou Reed, Iggy Pop, Cheap Trick o la propia Harry. Si estás buscando un musical que te sorprenda y que consiga hacerte pasar un rato entretenido sin más pretensiones, aquí lo tienes. Hombreras, rock y laca. Qué noche la de aquel día.