Cuando hablamos de héroes de acción maduros inevitablemente siempre pensamos en el vengativo Liam Neeson (se ha ganado la etiqueta a pulso, cierto), y nos olvidamos (o dejamos en un segundo plano) a gentlemans como Pierce Brosnan. El otrora agente 007 sigue sin perder los viejos hábitos (por más que pasen los años, pues su última participación en la saga de espionaje data ya de 2002) y su carrera post James Bond está plagada de títulos en los que las armas de fuego son sus mejores amigas. Coincidencia o no, Liam Neeson ha sido testigo de esta transformación (protagonizando juntos el thriller 'Enfrentados' [David Von Ancken, 2006]).
'Matador' (2005), 'El gran golpe' (2004), 'Bienvenidos al fin del mundo' (2013), 'Percy Jackson y el ladrón del rayo' (2010)... en los últimos años, en un impulso por mantenerse joven y activo para la industria, Brosnan ha compaginado títulos con altas dosis de acción (casi siempre con un rol protagónico), con comedias y dramas románticos que dejan ver eso del "quien tuvo retuvo" y que sigue siendo un galán. Sin olvidar, claro está, producciones con cineastas a los que no se puede dar un no por respuesta, como a Roman Polanski en 'El escritor' (2010).
Es en la primera categoría, de la los films de acción, en la que se sitúa la película de Roger Donaldson (con quien ya coincidió en 'Un pueblo llamado Dante's Peak [1997]); y hay que entenderla como lo que es, una cinta de carácter evasivo sin mayores pretensiones. El mayor aliciente para acercarse a 'La conspiración de noviembre' es disfrutar de Pierce Brosnan en plan pistolero, acabando con los malos, salvando a la chica y desvelando oscuras conspiraciones. No hay más. Quien busque algo más profundo o diferente que sepa que los cines no devuelven el dinero de las entradas.
'La conspiración de noviembre' juega en la misma liga que films como '3 días para matar' (McG, 2014), por citar uno reciente. Héroes ya entrados en su madurez que se ven obligados a salir de su retiro para salvar la vida de quienes más quieren y a los que nadie parece tomar en serio hasta que ya es demasiado tarde. Ahora que en Hollywood se empieza a criticar abiertamente que las actrices (sobre todo las veteranas) no tienen las mismas oportunidades que los actores, los maduritos han encontrado la fuente de la eterna juventud en el cine de acción.
Malditos rusos
El revival de intérpretes no es el único fenómeno que se está dando en el género. Los antiguos enemigos de la Unión Soviética vuelven a estar de moda entre los despachos de los directivos de las majors. Tras la caída del muro de Berlín y el acercamiento entre rusos y norteamericanos, no tenía mucho sentido seguir demonizando a la potencia euroasiática, trasladando el peligro a organizaciones terroristas provenientes de los países bálticos o de Oriente Medio. Sobreexplotados y agotados estos enemigos, con China casi intocable (no vayamos a enfadarles) y las crecientes hostilidades entre Rusia y Occidente (que si Crimea y la cuestión de fondo, la guerra del gas y el acercamiento de Ucrania a la Unión Europea; la muerte del ex agente de la KGB Litvinenko envenenado con polonio, el caso Snowden y otros escándalos de espionaje usados como armas arrojadizas entre Rusia y EEUU; la condena a las Pussy Riot y demás ataques a las libertades civiles...), han hecho que Hollywood vuelva a echar el lazo al antiguo enemigo para tener contra quien combatir en favor de la libertad.
Así, filmes como 'Salt' (Phillip Noyce, 2010) o 'Jack Ryan: Operación Sombra' (Kenneth Branagh, 2014) no han dudado en utilizar a terroristas de aquel país o nostálgicos de los tiempos de la KGB para articular sus tramas. Y en estas se encuentra también 'La conspiración de noviembre', que trae a la actualidad, de la mano del personaje interpretado por Olga Kurylenko, las barbaridades cometidas en la última guerra de Chechenia.