Un festival sin obra maestra es como un pastel sin guinda. Quizá el calificativo es exagerado, y las sensaciones tendrán que reposar, pero lo que ayer ofreció en la sección oficial a concurso Paolo Sorrentino con la extraordinaria 'La gran belleza' es ese film que toda edición de un certamen de cine necesita para que los acreditados queden plenamente satisfechos, tras una intensa borrachera de cine, olvidando la siempre inevitable irregularidad del conjunto de la programación, que en el caso de Sevilla 2013 ha alcanzado un nivel notable.
'La gran belleza' cierra la competición del festival andaluz a modo de broche de oro ofreciendo un felliniano, agridulce y nostálgico retrato de la high class romana, sin miedo al exceso en la dirección trufada de deliciosas estridencias y en un guion plagado de arranques verborreícos y existencialistas que, siendo tan brillantes como aquí, no solo no enturbian sino que deleitan. El poder hipnótico de sus preciosas imágenes corresponde a la emoción de su(s) discurso(s). Es una película que rebosa emoción, gracia e inteligencia, adjetivos igualmente aplicables a la interpretación de un inmenso Toni Servillo en la piel del taciturno escritor Jep Gambardella, memorable personaje que nos guía por su vacua vida en la Roma del lujo y el exceso. Maravillosa.
Antes, y también en la sección a concurso, habíamos visto 'Les salauds' de la venerada cineasta francesa Claire Denis, que no entusiasmó en esta ocasión con su sórdido neo-noir de brillante reparto que no acierta del todo a la hora de implicar al espectador en el retorcido rompecabezas de crímenes y pasiones que plantea. Dentro del mismo género, pudimos ver la interesante -aunque tampoco redonda- 'Salvo' de Fabio Grassadonia, thriller siciliano rodado con nervio que explora la inesperada relación entre un sicario y la joven testigo de uno de sus crímenes.
Nuevas olas y cine español
Dos propuestas de interés en la sección 'Nuevas Olas', verdadera mina de nuevos talentos descubierta en este certamen. Por un lado, la eslovena 'Class enemy' de Rok Bicek, que es uno de esos thrillers psicológicos en los que un profesor propone a sus alumnos un macabro pulso ético. Su planteamiento es más sugestivo que su resultado. Por otra parte, la notable 'La batalla de Solferino' tenso drama parisino sobre la descarnada disputa de una pareja por la tutela de sus hijos, el día en el que Hollande gana las elecciones. Como un 'Kramer contra Kramer' en versión histriónica y casi en tiempo real, la cineasta Justine Triet plantea el debate con un hábil y arriesgado tono tragicómico, sin manipular ni tomar partido.
Por último, asistimos al estreno de 'Obra 67' de David Sainz, realizador que adquirió cierta fama gracias a la simpática serie online 'Malviviendo', en la que trabaja desde hace cinco años. Su desconcertante debut en el largometraje, rodado con escasos medios y evidente entrega, es un fallido intento de epatar de una manera nada sutil. Su previsible arranque de comedia social, funciona moderadamente bien hasta que su rocambolesco giro genérico la convierte en una prescindible pieza de cine bizarro.