Tras un sorprendente triunfo en los Oscar de hace un par de años con la notable 'En tierra hostil', Kathryn Bigelow repite con el guionista Mark Boal en este esperado proyecto de ambiciones mayores. La detallada crónica de la investigación que los servicios de inteligencia estadounidenses emprendieron para "cazar" al terrorista Bin Laden, se dilata hasta unos 150 minutos (que no llegan a pesar demasiado gracias a un logrado ritmo) en los que asistimos a la obsesión de una agente de la CIA por alcanzar ese objetivo que permitiría cicatrizar en cierta medida un trauma social abierto desde los atentados del 11-S en Estados Unidos.
Es 'La noche más oscura' ni más ni menos que la historia de una venganza. Y desde el inicio del film, con la pantalla en negro mientras se escuchan los llantos del atentado del World Trade Center seguida de una tortura a un preso en una cárcel clandestina, deja sus intenciones boca arriba. Lo que no quiere decir que se pueda tildar a la ligera el film de Bigelow como abiertamente fascista. La directora se limita, por medio del guion de Boal, a explicar ejemplarmente y sin necesidad de justificarlo, el obsesivo empeño de la Administración Norteamericana por acabar con una pieza clave de esta nueva guerra santa que ha inaugurado tristemente el siglo XXI.
La película adquiere un tono casi documental. Ni entra en exaltaciones patrióticas, ni se distrae en convencer al espectador de que lo que sus personajes hacen es legítimo. Simplemente muestra los acontecimientos (y fabula con notable credibilidad sobre las líneas ocultas de la historia) con un distanciamiento que algunos juzgarán cobarde, pero que es una opción igual de aceptable, y probablemente más inteligente, que arriesgarse a tomar partido en una compleja cuestión de moralidad que tiende a simplificarse con demasiada frecuencia. El guion de Boal es en cualquier caso honesto, y sí toma riesgos cuando muestra sin rodeos qué métodos se utilizaron para llegar al objetivo, o cómo sentó en la CIA el cambio de gobierno (ese breve instante en el que Obama aparece en televisión mientras es prácticamente ignorado por los agentes cuando condena y niega los métodos de tortura).
Buen guion, sobresaliente dirección
Aparcando el espinoso tema moral a un lado y dejando que cada espectador juzgue esto según su escala de valores, en lo meramente cinematográfico la película es indiscutiblemente virtuosa. Si bien el guion contiene algún lugar común, o alguna frase demasiado solemne, posee sin embargo el valor de entrar en la psicología de su personaje principal (que se erige en portador del trauma colectivo de una sociedad), lo cual ayuda a que el espectador se implique con una Jessica Chastain contenida y notable, en su laberíntica búsqueda de pistas. Pero el mayor valor del libreto, además de guiar con tino (y sin aturdir) al público en la compleja investigación de la CIA, es que a pesar de las licencias que haya podido tomarse Boal, el film resulta en la práctica totalidad del metraje altamente creíble.
Mejor si cabe resulta la dirección de Bigelow. El ritmo del film es un constante y logrado crescendo, con las suficientes pausas y remansos que permiten que no se convierta en una maquinaria fría y desalmada, permitiendo que su largo metraje se erija en algo perfectamente digerible. Técnicamente la película brilla por su elegancia y su rigurosidad, además de por un uso magnífico del montaje. Y alcanza su cumbre en ese dilatado y tensísimo clímax que refleja de manera portentosa el asalto al domicilio pakistaní de Bin Laden, en lo que supone una de las escenas más impresionantes (por narrar Historia viva y por estar magistralmente rodada) que se hayan visto ultimamente en una película norteamericana.
Tras esos minutos magníficos en los que uno siente estar verdaderamente en medio de uno de los acontecimientos más notables de las últimas décadas, el film echa el cierre poniendo a su heroína en una situación gemela a la del Jeremy Renner en el desenlace de 'En tierra hostil'. Y es que esa capacidad para aunar Historia con mayúscula con un nada desdeñable seguimiento psicológico más íntimo de sus personajes, es otro de los puntos a favor de 'La noche más oscura', una película discutida y discutible, pero imprescindible en cualquier caso por su innegable calidad técnica que la convierte en un portento cinematográfico merecedor de elogio.