Tras cuatro décadas dedicado al cine, el británico Ken Loach puede presumir de una reconocida carrera llena de premios en innumerables festivales, pero sobre todo de haber permanecido fiel a un espíritu y unos valores que defiende a capa y espada. Loach se erige en su cine en adalid de las clases humildes y, cuando realmente esta inspirado, logra contundentes retratos del desamparo social, la marginación y la lucha por salir adelante en ambientes hostiles.
El cineasta toma indisimuladamente partido por sus criaturas de extrarradio, a menudo moralmente ambiguas, pero a las que apuesta siempre por otorgar una oportunidad de redimirse, en una postura que algunos de sus detractores califican de "buenismo" o demagogia, según los casos. Sin embargo, Loach juega con las cartas boca arriba. Nadie que conozca la trayectoria del cineasta podrá acusarle de falta de coherencia o de un discurso difuso. Es un cine social que toma partido por los débiles, idealizando un tanto su lucha y apuntando sin disimulo a los que les condenan a esas situaciones de desarraigo.
En 'La parte de los ángeles', Loach se aparta de la linea de cine político que había abrazado en su anterior 'Route Irish' o en la ganadora de la Palma de Oro 'El viento que agita la cebada', para dejar paso a una fábula en tono de comedia, sobre las segundas oportunidades, muy en la linea de la aplaudida y también reciente 'Buscando a Eric'.
Trabajos comunitarios
La historia sigue a Robbie, un joven parado de Glasgow que quiere sentar la cabeza ante el reciente nacimiento de su hijo, para poder darle a este una vida distinta a la suya. El protagonista, de carácter noble pero a menudo violento, destroza a un joven en una pelea y tras una condena benevolente por parte del juez, es condenado no a prisión sino a 300 horas de trabajos comunitarios, en las que compartirá momentos divertidos con un grupo de entrañables parias sociales y descubrirá su inesperada vocacion como degustador de whisky (el nombre del film hace referencia a una parte del licor que se evapora mientras reposa en barrica).
'La parte de los ángeles' puede pecar de idealista, pero si uno acepta las reglas, se disfruta como un agradable y esperanzador alegato sobre la redención y la lucha por reencontrar el buen camino en las vidas de aquellos que viven en los margenes de la sociedad, aunque funciona mejor si cabe como comedia pura (la subtrama del robo de un prestigioso whisky es muy divertida), que como drama.
Una interpretación carismática y poderosa de su amateur protagonista, el sorprendente Paul Brannigan, rodeado de secundarios tan espontáneos como excelentes y la canción de The proclaimers 'I'm gonna be (500 miles)' que cierra el film, ponen el broche a una agradable fabula que se disfruta si uno se deja llevar por la algo ingenua, pero muy honesta y defendible propuesta de Loach.