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UNA PELÍCULA ÚNICA

La película que consagró a la hija de Francis Ford Coppola como directora deja Netflix muy pronto

Esta hipnótica película de Sofia Coppola costó 4 millones de dólares y recaudó 125 millones, casi lo contrario que la 'Megalópolis' de su padre. Aun con ello, la crítica japonesa la destrozó.

Por Pablo Benítez Martínez Más 9 de Octubre 2024 | 10:32
Ferviente fan de Paddington, Spider-Man y las croquetas.

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Bob (Bill Murray) y Charlotte (Scarlett Johansson) protagonizan esta fantástica película
Bob (Bill Murray) y Charlotte (Scarlett Johansson) protagonizan esta fantástica película (Universal Pictures International)

He tenido que viajar a Reino Unido para darme cuenta de que mi título de Cambridge no vale un duro. Allá se encontraba un servidor, apabullado ante las calles londinenses por un lado y, por otro, tratando de no perderse en la traducción de aquel fascinante lugar.

Uno podría fácilmente pensar al ver 'Megalópolis' que, al igual que mi inglés, el señor Francis Ford Coppola no se encuentra en su mejor momento. Curiosamente, lo mismo se dice de su hija Sofia Coppola tras el estreno de su más reciente trabajo, 'Priscilla'.

Es como si, de alguna manera, los Coppola parecieran destinados a ser abandonados por una industria que rema en contra de su visión, sintiéndose incomprendidos seguramente por aquellos que les solían amparar.

Esta abrumadora sensación de estar de pie ante una autopista por la que no dejan de pasar veloces vehículos ha sido explorada, justamente, por una joven Sofía Coppola en 2003. Fue en este año cuando la cineasta nos presentó la peculiar y brillante sensación de perdernos en un idioma.

Una carta de amor a Tokio

'Lost in Translation', película que se encuentra actualmente en Netflix (aunque, ojo, dentro de poco abandonará el catálogo de la plataforma), estudia la relación de Charlotte (Scarlett Johansson) y Bob (Bill Murray), dos personas que se encuentran en un hotel de Tokio e instantáneamente conectan con apenas un par de miradas.

Charlotte es la pareja de un fotógrafo publicitario que, por cuestiones de agenda, apenas pisa el hotel. Bob, por el contrario, es una estrella de cine en horas bajas que acude al país nipón para rodar un anuncio de whisky.

Bob (Bill Murray) no encuentra el rumbo en 'Lost in Translation'
Bob (Bill Murray) no encuentra el rumbo en 'Lost in Translation' (Universal Pictures International)

Coppola lo tenía todo para perder bajo esta romántica, pero melancólica premisa. Su primera película, 'Las vírgenes suicidas', levantó un aire femenino en una Hollywood atufada de directores masculinos y, tras el éxito de esta, Sofía se convirtió en un foco de conversación.

¿Sería el caso de esta directora otro nepotismo más de la industria o, por el contrario, tenía algo que realmente valía la pena contar? Aun teniendo el beneplácito de la duda por aquel entonces, la presión sobre la directora era más que notoria.

Viendo el panorama, Sofía acudió a sus memorias como estudiante en Tokio. Los escenarios y cultura del lugar llegaron a maravillar tanto a Coppola que, años después, decidiría sellar su propia carta de amor tokiota en su segunda película, 'Lost in Translation'.

Una jovencísima Scarlett Johansson, con apenas dieciocho años, contempla la ciudad de Tokio en 'Lost in Translation'
Una jovencísima Scarlett Johansson, con apenas dieciocho años, contempla la ciudad de Tokio en 'Lost in Translation' (Universal Pictures International)

La cinta, estrenada en 2003 y ubicada en Tokio, apenas contaba con diálogos en su guion inicial, sino con escenas breves que Sofía fue uniendo conforme escribía el libreto. Curiosamente, Coppola escribió la historia pensando en una Scarlett Johansson que accedió sin problema a filmar.

Sin embargo, Bill Murray, Bob en la película, se hizo un poco más de rogar. El equipo de producción comenzó el rodaje sin saber siquiera si el actor acudiría o no a este. Por suerte, tomando en cuenta las constantes peticiones de Sofía, Bill apareció en el set el primer día de filmación.

Una producción al estilo de Sofía

La producción de 'Lost in Translation' no fue sencilla. La directora se empeñó en traer a todo el equipo de la película a Tokio para filmar de forma íntegra todos los escenarios en lugares reales. Aunque esto le da una mayor veracidad a la cinta, también dio muchos problemas a la hora de grabar.

Los rodajes en exteriores, por ejemplo, eran rodados rápidamente con una pequeña cámara Moviecam Compact, ya que Coppola no tenía permiso para filmar legalmente en la calle.

Bob (Bill Murray) y Charlotte (Scarlett Johansson) corren por las callejuelas de Tokio
Bob (Bill Murray) y Charlotte (Scarlett Johansson) corren por las callejuelas de Tokio (Universal Pictures International)

Más allá de eso, aunque la película fue muy bien recibida por la crítica occidental, 'Lost in Translation' no tuvo tal acogida por los tokiotas, quienes rechazaron el título por, según afirman, estereotipar a su ciudad.

El viaje de Charlotte y Bob muestra diversos escenarios de la cultura nipona: la gran ciudad, los verdes campos y sus monasterios, el karaoke, las máquinas de pachinko... Todos estos elementos fueron filmados con la luz natural del lugar, alejándose de forma general del uso de focos en el set. Toda una proeza, vaya.

Perderse en la traducción

'Lost in Translation' sorprendió al público del Festival de Cine de Telluride en 2003, lugar en el que se proyectó por primera vez el segundo trabajo de Sofía Coppola. La directora dejó de estar en el beneplácito de la duda y se convirtió en una de las cineastas más importantes del siglo XXI.

La película contó con un presupuesto de cuatro millones de dólares y recaudó mundialmente casi 120 millones. Pese a que su carta de amor a Tokio no fue del gusto de los japoneses, quizá resida ahí la gracia de la película: puede que 'Lost in Translation' sea un título cuyo mensaje se perdió en la propia traducción.

Bob (Bill Murray) y Charlotte (Scarlett Johansson) en 'Lost in Translation'
Bob (Bill Murray) y Charlotte (Scarlett Johansson) en 'Lost in Translation' (Universal Pictures International)

Al igual que Coppola, un servidor también se ha sentido como un extraño en las tierras londinenses. Aunque allí nadie te conozca, aunque puedas perderte sin temor al paso del tiempo, y aunque no todo sea tan cierto como dicen en las películas, hay lugares que, extrañamente, se quedan dentro de uno para siempre.

Así, Sofía Coppola erige una de sus películas más sólidas, creando escenas ilusorias y miradas que lo dicen todo. Cuando la vida se detiene, cuando nadie parece entender tu idioma, lo único que nos queda es disfrutar de un paisaje cuya magia, por algún extraño motivo, parece ser impasible al paso del tiempo.

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