Las 10 mejores películas españolas de 2020

Único largometraje español en aspirar a la Concha de Oro del Festival de San Sebastián de este año. Profesor de cine en la Universidad de Florida, donde reside, Antonio Méndez Esparza continúa con su retrato de la realidad estadounidense, en esta ocasión dentro del documental. 'Courtroom 3H' es una crónica sobre el Tribunal de Familia Unificado de Tallahasee, en Florida, un juzgado que está especializado en casos en los que hay menores implicados y que aplica el sentido de "la justicia de familia".

Méndez Esparza toma como referente las palabras de James Baldwin: "Si uno realmente desea saber cómo se administra la justicia en un país, se acerca al desprotegido y escucha su testimonio". Alejado de cualquier mirada prejuiciosa y condenatoria, el cineasta simplemente, opta por mostrar la eficacia de este tribunal, en el que hay una mirada más esperanzadora y que busca la reinserción, más que en otro tipo de juzgados. No obstante, incluso dentro de ese marco, se puede ver una realidad desigual, mostrando las costuras de la sociedad estadounidense, en las que las clases más desfavorecidas son consumidas por un sistema que las ahoga.

Ópera prima de la directora valenciana Lucía Alemany, 'La inocencia' es un relato que tiene mucho de autobiográfico, al estar rodado en el pueblo natal de la realizadora, así como narrar el proceso de emancipación de su protagonista, Lis, interpretada por la debutante Carmen Arrufat, que tiene a dos solventes Laia Marull y Sergi López como sus padres.

Alemany crea una historia de juventud, de rebeldía, de deseo, de cometer errores y aprender de ellos. Lo hace desde una perspectiva costumbrista, en la que no falta la crítica a cierta sociedad rural y su actitud machista y patriarcal, mostradas en las figuras del padre y del novio, como también de la actitud materna. El resultado final es una ópera prima muy personal con una vena social, con la que vuelve a demostrarse que en las nuevas generaciones de cineastas, la mirada femenina va abriéndose paso con mucha fuerza.

Estrenada en verano, 'La boda de Rosa' fue el filme de apertura del 23 Festival de Málaga, convirtiéndose en el primer certamen cinematográfico de gran escala (pues el primer festival que se celebró fue el BCN Film Festival). La nueva película de Icíar Bollaín es una refrescante comedia sobre la reafirmación de la emancipación y autonomía de la mujer madura, que se disfraza de historia feel-good para narrar una historia mucho más profunda de lo que aparenta, pues deja en evidencia cómo son las mujeres las que sostienen el peso familiar, pues su educación ha hecho que velen más por el bienestar de sus allegados que por el de ellas mismas.

Con una perspectiva alegre y optimista, ese proceso de autonomía tiene a Candela Peña como principal figura. La actriz realiza una de las interpretaciones más entregadas de su carrera, con la que vuelve a demostrar su poder de versatilidad, al mostrar el estrés y la ansiedad de una mujer que, conforme va liberándose y encontrándose a sí misma, va creciendo. Peña ofrece, al final, esa luminosidad y alegría que Rosa siente por haber decidido tomarse de la mano y escuchar a sus propios deseos. Sin duda, el filme de Bollaín no es solo uno de los mejores estrenados este año, también uno de los más radiantes.

Cesc Gay regresaba a la gran pantalla con 'Sentimental', adaptación de su propia obra de teatro 'Los vecinos de arriba'. Presentada en el Festival de San Sebastián y en la Seminci de Valladolid. El cineasta se alejaba de sus habituales largometrajes corales y de varios personajes para centrarse en solamente cuatro y encerrarlos en una incómoda cena de un barrio burgués de Barcelona. El resultado es una ácida comedia de salón, de esas que encumbraron al cine francés con 'El nombre' o 'Un dios salvaje', con cuatro actores en estado de gracia,

Destacan especialmente Javier Cámara y Griselda Siciliani, un matrimonio digno de un drama de Bergman y que acaba protagonizando una desternillante comedia a calzón quitado, con Belén Cuesta y Alberto San Juan sirviendo de contrapunto y siendo los artífices de que una aparente calma estalle y los reproches y rencores salgan en una cena inolvidable. Un título maliciosamente divertido, con el que el realizador catalán regresa por todo lo alto, al ser también uno de los títulos imprescindibles del año.

La ópera prima de David P. Sañudo es un afilado retrato de cómo la presión social (sea de donde sea y venga del movimiento que venga) acaba afectando directamente a lo personal. Con 'Ane', el director ahonda en aquello que ha cristalizado a lo largo de los años en la sociedad del País Vasco, pues cualquier movimiento o gesto es interpretado como una posición política, una imposición que acaba repercutiendo en todo. Es así cómo una madre trabajadora y luchadora, interpretada fascinantemente por Patricia López Arnáiz, se da cuenta de que no conocer para nada a su hija, a la cual da vida Jone Laspiur.

El resultado es un largometraje lleno de ambigüedades y claroscuros, que Sañudo, quien firma el guion junto con Marina Parés, sabe llevar a su propio territorio, combinando el drama familiar, el thriller y el cine social, en un filme que bien podría ser una réplica del cine de Ken Loach o Robert Guédiguian y que guarda esos toques propios de las producciones realizadas en una de las comunidades autónomas más ricas en lo audiovisual, con diálogos austeros y miradas duras, aquellas que llegan a hablar más que las propias palabras.

2020 también ha sido el año de los debutantes, pues son varias óperas primas las que reinan esta lista. Pilar Palomero trajo una de las historias más íntimas y personales que se han visto en la gran pantalla con 'Las niñas', ganadora de la Biznaga de Oro en el Festival de Málaga y una de las favoritas de la temporada de premios (ya es candidata a los Forqué y a los Feroz). Ambientada en 1992 (un año clave y que ha sido protagonista de lo mejor del cine de este 2020, curiosamente), Palomero plasma un retrato fiel de lo que era ser una preadolescente en la España de provincias.

Cual espejo en el que mirarse, 'Las niñas' refleja esa España alejada de la modernidad de los Juegos Olímpicos de Barcelona, de la Expo de Sevilla o de la que se gozaba en Madrid como capital. Una mirada entre social y nostálgica, con una protagonista formidable, interpretada por ese joven talento que es Andrea Fandós, quien con apenas 12 años tiene todo el peso de un largometraje entregado y realizado con esmero, siendo una digna heredera de esa otra joya que fue 'Verano 1993'.

Injustamente ignorada en la temporada de premios, solo opta al galardón al mejor cartel en los Feroz, 'El arte de volver', primer proyecto español apadrinado por Biennale College Cinema, promoción 2019/2020 (fue presentada en el Festival de Venecia de este año), es el debut en la dirección de largometrajes del realizador Pedro Collantes, quien ofrece un retrato poliédrico de una actriz que regresa a su Madrid natal tras haber intentado probar suerte en Nueva York. El filme narra una jornada de la protagonista en la capital española y cada uno de sus encuentros con sus familiares y allegados.

A través de esas conversaciones, va viéndose a una joven que está viviendo un proceso de cambios en su vida. Collantes, quien firma el guion junto con Daniel Remón, deja varias incógnitas en el camino, pues es un filme en el que se intuye más que saber a ciencia cierta. El resultado es una obra fascinante, que evoca a otra maravilla cinematográfica, 'Nadie nos mira', de la argentina Julia Solomonoff. Aunque quien deslumbra es Macarena García. La actriz ofrece una de las mejores interpretaciones de su carrera, superando incluso a su trabajo en 'Blancanieves'. 'El arte de volver' es una de esas joyas ocultas, con la que deleitarse por ser un descubrimiento, un pequeño milagro, de esos que deja un largo poso en el espectador.

Si 'Las niñas' reflejaba otra cara de 1992 a través de la ficción, 'El año del descubrimiento' lo hace a través del documental. El 92 siempre ha sido mirado como el año en el que España se presentaba al mundo, en el que demostraba al resto de Europa ser un miembro pleno de la antigua Comunidad Económica Europea, con los Juegos Olímpicos de Barcelona y la Expo de Sevilla como principales baluartes de la imagen moderna del país. De repente, España se codeaba con Francia, con Estados Unidos, con Alemania, con Reino Unido, con Italia, con Japón.

Pero los años 90 fue también la década en la que explotó todo aquello que fue sembrándose en los 80. Tras la dura desindustrialización que vivió el país, la desigualdad llegó a niveles récord, provocando que la frágil economía de aquellas regiones satélite de las grandes ciudades quedasen en una situación de desesperación. Y eso es lo que plasma Luis López Carrasco en su largometraje, que rescata uno de los incidentes que la euforia del 92 enterró, el incendio de la Asamblea Regional de Murcia, una de las comunidades más golpeadas por la fuerte crisis económica del momento.

Y, a través de ese suceso, López Carrasco hace uno de los retratos históricos más fehacientes que se han hecho en la gran pantalla, lanzando en una conversación (dentro de ese refugio que es un bar) entre pasado y presente en la que un famoso refrán cobra mucho sentido: "De aquellos barros, estos lodos". Un título fundamental de la cinematografía española, de esos que será uno de los que marque esta nueva década, llena de incertidumbre por la pandemia del coronavirus y la crisis económica y sanitaria que ha desatado.

"La mentira es otra forma de contar la verdad", así comienza el mejor largometraje español de estrenado este año: 'My Mexican Bretzel'. La ópera prima de Nuria Giménez Lorang, galardonada con los premios a la mejor película, la mejor dirección y el mejor guion de la sección Cine Español del 57 Festival de Gijón y Premio del Público en el D'A Film Festival, rompe las barreras de los géneros en una propuesta vanguardista, una experiencia sensorial, excepcional. La cineasta utiliza antiguas grabaciones realizadas por su abuelo, en las que plasmó la vida de su matrimonio a través de 30 años.

Aprovechando esas imágenes, Giménez Lorang narra un relato de ficción, la historia de un matrimonio de clase alta cuya relación, a lo largo de tres décadas, estuvo marcado por la insatisfacción, la infidelidad y la amargura de las oportunidades perdidas, una historia de amor digna de largometrajes de Douglas Sirk o Luchino Visconti. Un filme que rompe con la estructura de documental, que es también ficción, que son ambas. La historia de los diarios de Vivian Barrett, a través de las palabras, las imágenes y los sonidos, sin diálogos, una obra maestra, con la que la directora llega a la excelencia, a la verdad, a través del séptimo arte.