"Todo lo que necesitas es amor", cantaban los Beatles allá por 1967 en un himno dedicado a los románticos empedernidos y, sin lugar a dudas, a los guionistas de Bambú: ya puedes estar en mitad de una guerra con Roma, sumergido en un lío político en Mongolia o diseñando vestidos en la España de los sesenta que te vas a enamorar... o, al menos, eso creen ellos. Es la fórmula de su éxito: situar un gran romance en mitad de una hecatombe. Y en 'Las chicas del cable' no iba a ser menos.
Protagonizada por Blanca Suárez, la serie es la primera producción española en llegar a Netflix, quien apostó por Bambú, seguramente, por ese gran número de éxitos que lleva a sus espaldas. El último, y al que más se parece 'Las chicas del cable', es 'Velvet', dramedia romántica que intentó ser una revisión moderna del cuento de 'La Cenicienta' y que reunió ante las pantallas a más de cuatro millones de espectadores durante su paso por Antena 3, consiguiendo una continuación en forma de spin-off en Movistar+.
El misterio de una telefonista, trama central de 'Las chicas del cable'
Alba es una chica que huye de su pasado. Perseguida por las autoridades sólo tiene una opción para evitar el garrote: robar la caja fuerte de una empresa telefónica para un policía corrupto. Para ello, se infiltra entre las candidatas a un nuevo empleo como telefonista; sin embargo, Alba no sabe nada sobre este tipo de trabajo y está a punto de no ser elegida... pero el hijo del dueño de la empresa (Martín Rivas) se encapricha de ella. Pero ahí no queda la cosa: el director no es otro que Francisco (Yon González), el chico del que ella estaba enamorada cuando era pequeña y al que perdió de vista por un tremendo malentendido. El enredo está servido.
'Las chicas del cable' tiene el peor arranque de todas las series que ha producido Bambú: en lugar de dejar al espectador que vaya descubriendo las cartas poco a poco, se nos introduce a todos los personajes en una secuencia de montaje con voz en off que parece más un trailer de toda la serie que el inicio en sí. De este modo, conocemos a una chica subyugada por su marido, a otra con un padre muy estricto y a una última que se marcha del pueblo para vivir en la ciudad mientras que se nos cuenta la situación de la mujer en el 29 en un alegato, sin duda, feminista pero del todo innecesario para el prólogo cuando tienen ocho episodios para explayarse sobre ello.
Un reparto lleno de caras conocidas
Bambú parece tener un problema con la elección de sus actrices protagonistas: fue terrible en la decisión de situar a Paula Echevarría a los mandos de 'Gran Reserva' y 'Velvet', y ni mucho menos acertaron con Blanca Romero en 'Bajo Sospecha'. En esta ocasión, Blanca Suárez tampoco conquista con un personaje sin carisma, frío y que nos suena a típico desde el primer plano. Suerte que, como ocurría en 'Velvet', las secundarias entran en escena para salvar la función: Maggie Civantos, Ana Fernández y, sobre todo, Nadia de Santiago y Ana Polvorosa están fantásticas y nos convencen mucho más por su credibilidad y cercanía.
Aquellos que se acerquen a 'Las chicas del cable' por el reencuentro de los protagonistas de 'El internado' estarán más que satisfechos. La química que hay entre ambos es indudable y esta relación de amistad que tiene toda la pinta de acabar mal por amor promete dar algunos de los mejores momentos de la serie. Rivas sigue creciendo como actor y González se confirma como uno de los mejores intérpretes de su generación y, por el momento, su personaje está más cercano al de 'Gran Hotel' que al de 'Bajo sospecha', lo que es todo un acierto.
Concha Velasco, Kiti Mánver, Sergio Mur, Luisa Gavasa, Ángela Cremonte y un largo etcétera conforman el resto del amplísimo reparto de la serie.
Precioso envoltorio para el caramelo de siempre
'Las chicas del cable' es visualmente perfecta: tiene una dirección elegante, una fotografía preciosa y nos creemos por completo los decorados y el vestuario de la época; sin embargo, uno de los grandes errores de la serie es el uso de la música anacrónica al más puro estilo 'El gran Gatsby' pero, obviamente, mucho más desacertado. No creo que hagan ningún favor a la trama unas fiestas en las que parece que está Kygo pinchando su último éxito si estamos en 1929.
Ahora bien, Bambú, y ya para acabar: ¿por qué siempre el amor? Tenemos a una chica con problemas que tiene que realizar un gran robo en una época maravillosa. ¿Por qué tiene que enamorarse? ¿Por qué se tiene que encontrar al amor de su vida en ese nuevo empleo? ¿Por qué me vendes una serie feminista si vas a acabar subyugando a ese personaje femenino a su relación con un hombre? ¿Por qué, Bambú, por qué?
NOTA: 6
Lo mejor: Yon González y el grupo de secundarias de la compañía.
Lo peor: No deja de ser el mismo culebrón de siempre.