Ni siquiera en una saga tan querida y disfrutable como la protagonizada por James Bond es oro todo lo que reluce. Ni mucho menos. De hecho, a lo largo y ancho de sus más de veinte entregas, el universo cinematográfico del agente más famoso de la historia del cine ha sumado un buen puñado de entregas bastante catastróficas en las que, eso sí, costaba horrores aburrirse.
Quizá por eso, las películas que conforman este especial, exceptuando un par que no conceden posibilidad alguna a la salvación, siguen resultando un simpático entretenimiento especialmente recomendando para quienes disfrutan con el cine de acción y espionaje. Lo que ocurre es que, en comparación con las mejores películas de 007, se quedan muy por debajo.
En ese sentido, y para que no sea todo desastre, podéis complementar estas diez fallidas entregas con las mejores películas de la saga: 'Skyfall'; 'James Bond contra Goldfinger'; 'Agente 007 contra el doctor No'; '007 al servicio secreto de su majestad británica'; 'Casino Royale'; 'Sólo se vive dos veces'; 'Goldeneye'; y, lucho contra quien haga falta en su defensa, 'Sin tiempo para morir'. Equilibrio alcanzado entre la decepción y la grandeza.
Las 10 peores películas de la saga Bond
'Quantum of Solace'
¿Lo peor? Lo inesperado del golpe. Tras la espectacular entrada de Daniel Craig en el universo James Bond con la celebrada 'Casino Royale', las expectativas ante su segunda aventura como 007 se dispararon de forma tan inevitable como injustificado. Sin embargo, 'Quantum of Solace' terminó siendo una de las mayores decepciones de la saga, no tanto por su valía artística, claramente baja, sino por la desoladora sensación de (incomprensible) oportunidad perdida.
Poco o nada funcionaba en esta historia sin alma, narrada de forma bastante torpe por Marc Forster e interpretada con absoluta desgana por un Craig incapaz incluso de generar algo parecido a química con Olga Kurylenko. Menos mal que el siguiente paso de Bond en el cine, 'Skyfall', superó este bache de la manera más contundente y excelsa posible, borrando de un plumazo el recuerdo de este pequeño gran desastre.
'Octopussy'
A pesar de que siempre es preferible contar con la carta de la moderación a la hora de analizar una película, casos como el de 'Octopussy' no dejan otra alternativa que la de aceptar lo inevitable. Todo o nada. Amor u odio. Ovación o abucheo. Triunfo o fracaso. Tras la decepcionante 'Moonraker' y la irregular 'Sólo para sus ojos', el Bond de Roger Moore certificaba las horas bajas en las que se encontraba con una película que, exceptuando escenas de acción tan brillantes como puntuales, se movía sin descanso entre el acierto y el desastre. Por desgracia, la balanza terminaba ganando con contundencia a favor de la segunda de las opciones, siendo incapaz de soportar el peso de momentos tan ridículos como el de Moore disfrazado de payaso, perfecta metáfora de lo que siempre fue 'Octopussy': un circo desorientado.
'Panorama para matar'
Después de firmar un notabilísimo comienzo como James Bond cinematográfico en 'Vive y deja morir', 'La espía que me amó' y 'El hombre de la pistola de oro', la etapa de Roger Moore como 007 inició un peligroso descenso con propuestas tan irregulares como 'Moonraker', 'Sólo para sus ojos' y 'Octopussy', finalizando el trayecto a la misma altura del fango con 'Panorama para matar'.
Con una trama aburridísima, un humor definitivamente ligado al ridículo, villanos sin pizca de carisma, una banda sonora horrorosa, escenas de acción rodadas sin ningún tipo de inspiración y, por encima de todo, un Moore que estaba (muy) mayor para seguir al frente de este tren, 'Panorama para matar' sigue siendo el punto más bajo de una saga que, afortunadamente, consiguió mantenerse en pie. Y eso que este disparo artístico es de los que duele de verdad.
'Spectre'
Con la excelsa 'Skyfall', el agente 007 alcanzaba el cielo a base de cine en estado puro, drama inteligente y una profundidad psicológica desconocida a la hora de tratar a sus personajes. Y ahí apareció el listón. El siguiente paso debía aprovechar las bases asentadas con contundencia por su predecesora, encontrándose con un amplio patio de recreo para jugar a sus anchas, un universo cinematográfico reconstruido y, en muchos sentidos, mejorado. En definitiva, 'Spectre' tenía todo para llevar a su protagonista un poco más allá o mantenerlo al menos en ese excelente estado de forma. Pero, en esta ocasión, Sam Mendes y Daniel Craig optaron por una decisión tan extraña como respetable y tan valiente como, lástima, fallida.
Durante su primera hora, 'Spectre', mueve sus cartas con fortuna, equilibra sus virtudes de manera formidable, manteniendo aquel ritmo elegante y trepidante de 'Skyfall', algo que te hace creer que estás, de nuevo, ante un Bond por encima de la media. La historia fluye, los diálogos y acontecimientos se desarrollan con interés, hay acción, romance y pequeñas gotas de humor hasta que, de repente, la función se cae. La sensación es la de un tren que, en el mejor momento de su trayecto y con unos preciosos paisajes en el horizonte, va frenando poco a poco hasta quedarse completamente parado. Posteriormente, de cara a la previsible traca final, se vuelve a poner en marcha, sí, pero ya es demasiado tarde. En definitiva, 'Spectre' no deja de ser una entrega correcta, pero decepcionante teniendo en cuenta su precedente más inmediato. Es lo que tienen las expectativas.
'Moonraker'
La frase que acompaña siempre a 'Moonraker' es tan chocante como apetecible: James Bond en el espacio. La influencia directa de un éxito comercial tan apabullante como el conseguido durante aquellos años por la primera entrega de 'Star Wars' terminó siendo clave, para mal, en una de las entregas más flojas del catálogo Bond. Y ojalá la decepción hubiera llegado por el exceso y la desvergüenza, pero lo más triste es que lo hace a través del bostezo y la nula destreza de sus responsables para construir un artefacto de entretenimiento que se disfrute sin prejuicios.
Y es que, desde su prólogo, uno de los peores de toda la saga, 'Moonraker' comete el serio e incomprensible error de tomarse demasiado en serio a sí misma la mayor parte del tiempo, dejando como destellos de inspiración aislados los tramos más cercanos a la autoparodia. En esos momentos, los cuales se pueden contar con los dedos de una mano, se sitúa lo más disfrutable de una propuesta que solamente se recordará por la imagen de un 007 vestido de astronauta. Poca recompensa para una película que podría haber llegado mucho más lejos.
'Muere otro día'
El principal problema de 'Muere otro día', cuarta y última entrega de Pierce Brosnan como James Bond, es que nació visualmente anticuada. Es decir, el paso de los años solamente ha metido aún más el dedo en una llaga generada por unos efectos digitales excesivamente presentes alrededor de un personaje que casi nunca los había necesitado. Al menos, no así.
El ruido, de esta forma, suena más a ruido, los huecos narrativos pesan más y ni siquiera una imponente Halle Berry consigue salvar la mayoría de muebles del naufragio. Lo que queda, en definitiva, es una película condenada a envejecer al primer instante, incapaz por completo de sobrevivir a las agujas del reloj. Curioso que el Bond con más ansiedad por ser actual terminara resultando uno de los más rancios.
'Nunca digas nunca jamás'
¿Es 'Nunca digas nunca jamás' una mala película? En absoluto. ¿Está por debajo de otras entregas de la saga como 'Vive y deja morir', '007: Alta tensión' o 'Sólo para sus ojos'? Más que discutible. ¿Es una alegría reencontrarse con Sean Connery como James Bond doce años después de su última participación en la saga? Ni una duda. Entonces, ¿por qué aparece tan abajo en este especial? Rápido y al pie: 'Operación Trueno' llegó antes e hizo las cosas mejores. Y estamos ante un remake nada disimulado que se quedaba por debajo, en todos los sentidos, de su referente directo. Ni las bromas cómplices de Connery salvan a la película de su condición de apagada revisión.
'El mundo nunca es suficiente'
La curiosidad de comprobar como se manejaba en el universo de James Bond un director como Michael Apted, responsable de películas como 'Nell' o 'Gorilas en la niebla', terminó resultando una sorpresa agradable, sí, pero no demasiado memorable. De acuerdo, en 'El mundo nunca es suficiente' la acción era trepidante y el ritmo estaba bien equilibrado, pero los villanos eran un desastre y el tramo central era más aburrido que otra cosa. Se deja ver. Y se olvida al instante.
'007: Alta tensión'
No es que el listón dejado por la última aventura de Roger Moore como James Bond, la desastrosa 'Panorama para matar', fuera demasiado alto, pero eso no debería restar méritos a la interesante '007: Alta tensión', primera entrega protagonizada por un Timothy Dalton que siempre contó con más cariño de la crítica que del público. Siendo plenamente conscientes de que la saga necesitaba un cambio urgente, los responsables del universo cinematográfico de Bond apostaron por disminuir el humor y aumentar las dosis de acción, suspense e intriga más o menos clásica en una película que aglutinaba sus mejores momentos en una estupenda primera mitad.
Lástima que la excesiva duración, unos injustificados 131 minutos, terminara hiriendo a una propuesta que no conseguía mantener el sorprendente ritmo de sus compases iniciales, cediendo demasiado espacio al siempre peligroso bostezo. En cualquier caso, teniendo en cuenta el recuerdo general, no está de más aprovechar cualquier ocasión posible para reivindicar '007: Alta tensión' como una entrega más que digna del catálogo Bond.
'Sólo para sus ojos'
De la luna en la desconcertante 'Moonraker' a la acción más trepidante en 'Sólo para sus ojos', una de las entregas más trepidantes de la saga Bond, sí, pero también irregulares. Dirigida por John Glen y con un Roger Moore mucho más centrado que en sus olvidables aventuras espaciales, nos encontramos ante una película que se mueve constantemente entre lo notable y lo rutinario, lo vertiginoso y lo decepcionante, la virtud reconocible y el fallo desesperante. En definitiva, una propuesta desigual en sus resultados de la que conviene quedarse con un conjunto de escenas de acción realmente conseguidas, las cuales suponen, de lejos, el punto fuerte de una cinta que, en cualquier caso, se sitúa muy por encima de su predecesora, la citada 'Moonraker', y su continuación directa ('Octopussy').