Es inútil intentar ocultarlo con likes a cuentas de fitness y con tuppers de ensalada: nos gusta lo dulce más que el respirar. Nos tomamos los cereales con horchata en vez de con leche (¡si es vegano es sano!). Al café le ponemos la sacarina y también el azúcar. Y, por supuesto, se nos cae la baba cada vez que vemos una tarta en una película. Precisamente de eso queremos hablar, de los momentos en los que nos han entrado ganas de levantarnos de la silla y ponernos a lamer la pantalla como si estuviera hecha de caramelo. Aquí tenéis nuestros diez momentos más dulces del cine. Sin ningún orden en particular por supuesto; ponerles orden sería como decidir qué cucharada de Nocilla está más buena, si la que me acabo de comer o la que me voy a comer en cuanto acabe este párrafo.
¿Y por qué esta celebración de la hiperglucemia en el cine? Porque el Día Internacional del Chocolate no puede pasar desapercibido. Cada 13 de septiembre, con motivo del aniversario del nacimiento de Roald Dahl, se celebra una fiesta que no está en el santoral (pero sí en nuestros estómagos). El autor de 'Charlie y la fábrica de chocolate' ha recibido dos adaptaciones al cine de su obra más conocida, a cada cual más chocolatástica, por lo que una mención en este especial viene por descontado. Una excusa para celebrar por la que nos alegramos, pero que resulta algo innecesaria: los auténticos acólitos del dulce sabemos que el día del chocolate también es mañana y pasado y al otro...
Las escenas más dulces del cine
'Hook (El Capitán Garfio)'
Las fronteras entre lo que resulta comestible y lo que no son bastante difusas para los críos. ¿Por qué no puedo comerme la plastilina si es de colores? La misma pregunta debió hacerse alguien en 'Hook (El Capitán Garfio)': la escena del banquete, con esas tartas de colores radioactivos, se quedó grabada en la memoria de muchos cuando eran niños. Sería apropiado poder decir que con la edad la gente se vuelve gimnástica y responsable, pero no: esta escena causa ahora las mismas ganas de comer merengue que causaba en 1995. Y si nos lo restriegan por la cara, mejor.
'Tomates verdes fritos'
El banquete de 'Hook' está muy bien, pero es imposible no verle un fallo. Eso de preparar toda la comida y poner la mesa para después tirársela a otra persona es una pérdida de tiempo. No es pereza, es ahorro de energía. Puestos a restregarnos el chocolate por la cara es mejor imitar a las protagonistas de 'Tomates verdes fritos' y hacerlo en la cocina sin molestarse en fingir que vamos a tener un almuerzo normal. De la pinta maravillosa que tiene la cocina con esas cestitas y esa luz hablamos otro día. Hoy vamos a centrarnos en lo importante: moras con chocolate.
'Matilda'
Tal vez la Trunchbull fuese una educadora negligente y sin corazón que maltrataba física y mentalmente a sus alumnos, pero tenía buen gusto para los dulces. La directora de 'Matilda' sabía que, cuando se trata de tartas, hay solo una opción: de chocolate. Concretamente tarta de bizcocho de chocolate con chocolate relleno de chocolate con cobertura de chocolate. Para redondear la experiencia sugerimos comer usando dos Mikados como si fuesen palillos chinos. Y de beber: albóndigas. Apenas se nota que el cuento en el que se basa lo escribiese Roald Dahl, nuestro héroe del día.
'María Antonieta'
Después de una sobredosis de desorden como la que hemos tenido con las tres películas anteriores lo mejor es coger aire. Es momento buscar un sillón cómodo y acariciar a un perro minúsculo mientras un ejército de lacayos desfila con comida. Así ocurría en 'Maria Antonieta', en la que la protagonista tenía pasando por su salón una procesión interminable de tartas frutales de fondant con pétalos de rosa, rodajas de naranja confitada, macarons de los mejores reposteros de Francia, torres de copas de champagne... y zapatos, pero eso no se come. No todos podemos hacer como Kristen Dunst y dedicarnos a jugar a las cartas mientras nos embutimos un pastel entre carrillo y carrillo, pero podemos soñar.
'El gran hotel Budapest'
Si de sueños hablamos, probablemente el de cualquier aficionado al dulce que se precie es el de aprender repostería. Es un empeño encomiable: no solo la respotería es una de las partes más apreciadas de la cocina, sino que además posibilita el autoabastecimiento de galguería. Para iniciarnos en este noble arte no hay nada mejor que echarle un ojo a 'El gran Hotel Budapest', película en la que un postre llamado Cortesana de Chocolate tiene un papel especial. Podríamos haber añadido a esta entrada cualquiera de las escenas en las que aparece este dulce, pero hemos creído que, para empujaros a cumplir vuestros sueños reposteros, lo mejor es que le echéis un ojo a esta featurette que Fox publicó para promocionar la película.
'Pippi Calzaslargas'
Una de las reglas más básicas del protocolo en la mesa es que no hay que comer con las manos. Ya que con 'El gran hotel Budapest' hemos empezado a hablar de fantasías relacionadas con el dulce, es necesario hacer una mención especial a una de las más extendidas: la de comerse una tarta metiendo la cara en todo el plato. Así lo hacía 'Pippi Clazaslargas' en la película de animación de 1997 con un donaire digno de un gif. El truco está en hacerlo sin dudar, como si fuese lo más natural del mundo. Tal vez comerse una tarta a cabezazos suene violento, pero en realidad es lo más decoroso del mundo. Ni que estuviéramos comiendo con las manos.
'La camarera'
Las tradiciones son importantes. La principal razón, sin meternos en cuestiones antropológicas, es muy sencilla: la tradición viene con dulce. Miguelitos de La Roda, rosca utrera, flores fritas, huesos de santo, tarta de Santiago... una cultura sin azúcar no aguanta, se cae. Por eso cuando se inventaron Estados Unidos lo pusieron encima de una tarta de manzana. Pero, como incluso la tradición se puede mejorar, es necesario fijarnos en las tartas de 'La camarera'. La película de 2007 protagonizada por Keri Russell iba sobre una camarera que se comía a un médico y se enrollaba con un plátano o algo así. Sinceramente, el argumento se nos ha olvidado. De lo que sí nos acordamos es de la buena pinta que tenían todas las tartas que se inventaba la protagonista (hasta la que estaba ardiendo).
'Chocolat'
Como el caso de 'Waitress' demuestra, a veces lo mejor es ponernos en manos de los profesionales. Hacer nuestros propios dulces está muy bien, pero para alcanzar un índice glucémico óptimo (esto es, cercano al coma cerebral) no hay nada que supere a entrar en una pastelería. Ese olor, esa profesionalidad, esa necesidad de meternos las manos en los bolsillos para no empezar a comer... Por eso 'Chocolat' está en esta lista, porque nos permite asistir de primera mano a la composición de este espacio mágico en el que, con algunas monedas en la mano, podemos conseguir el sueño de los alquimistas medievales: convertir el oro en chocolate.
'Malditos Bastardos'
Hay una escena de la sexta película de Quentin Tarantino que ha sido enormemente malinterpretada por el público. Los fans tienen numerosas teorías locas sobre cómo la escena en la que Hans Landa habla con Shosanna en un restaurante es un momento tenso en el que, a través de pequeños gestos y dobles sentidos, el personaje de Christoph Waltz somete al de Mélanie Laurent a un brutal interrogatorio. Nada más lejos de la realidad. Lo que le ocurre a Shosanna es que quiere disfrutar tranquila de unas milhojas y tiene que aguantar a un nazi cansino que no para de darle su opinión sobre cómo llevar su negocio; así no puede una enfrentarse a un strudel. Cuando él se marcha, ella puede comerse su postre a gusto. ¿No véis cómo llora de felicidad?
'La boda de mi mejor amiga'
¿Sabéis qué es lo más triste de comer dulce? El momento en el que te comes el último trozo, porque entonces no te queda dulce y no puedes seguir comiendo. Es por eso que los cupcakes y su forma de consumo no son de fiar. ¿A quién se le ocurrió que valía la pena pagar por una sola magdalena con ínfulas lo mismo que cuesta comprarse una bolsa entera de magdalenas? Los cupcakes son obra de Satanás, amigos de la tristeza, compañeros de las carteras vacías y van en contra de los Derechos Humanos. Si queréis una muestra de su malignidad solo tenéis que mirar 'La boda de mi mejor amiga'. Esta película contiene un registro gráfico de la inmensa tristeza que embarga los corazones humanos al comerse un cupcake: el eterno último trozo.