El pasado 18 de abril de 2018 fue un día histórico en Arabia Saudí: por primera vez en 35 años se proyectaba una película en pantalla grande, los cines volvían a abrir sus puertas tras más de tres décadas de censura y represión (o al menos lo hacían para algunos). Este movimiento pionero dentro de los esfuerzos de modernización de Saudí tenía que hacerse a lo grande, por lo que 'Black Panther', un buen blockbuster taquillero de superhéroes, fue la película elegida para dar el pistoletazo de salida a la recuperación del séptimo arte en este país de la península arábiga, eso sí, con unos cuantos cortes en las escenas más cruciales y 40 segundos de metraje suprimidos. En concreto, los y las sauditas se quedaron sin el beso final, pero al menos no les faltó ni un segundo de acción y violencia.
Desde entonces, cada vez más salas de cine se han ido inaugurando a lo largo del país, esta misma semana ha abierto el primero en la ciudad de Yeda y para 2030 se espera que haya al menos 300 cines y unas 2000 pantallas, una amplia oferta para que los hombres, sí, los hombres, puedan disfrutar de sus películas favoritas. "Las cosas están cambiando muy rápido en este momento", aseguraba John Fithian, presidente de la Asociación Nacional de Exhibidores de EE.UU, "ofrecemos pases con tiempo para la oración y pensando en el Ramadán. Queremos respetar los valores culturales del país". Lo que se les ha pasado ofrecer son proyecciones para que las mujeres pueden ir libremente al cine y en igualdad de condiciones que el resto de la población.
Ni revueltos ni siquiera juntos
Los cines en Arabia Saudí contemplan hasta tres tipos de salas: "hombres", "familias" e "infantil". Los solteros, o simplemente un hombre al que le apetezca ir a ver solo o con amigos la nueva película de Shyamalan o Clint Eastwood, tienen una sala reservada para ellos, mientras que las mujeres deberán ir siempre acompañadas de su marido o un pariente varón a las proyecciones familiares. Una medida que, al parecer, está muy arraigada culturalmente y que se repite en restaurantes y otros lugares públicos. Ni siquiera es una cuestión de segregación, pues no existen las zonas solo para mujeres, es una herramienta más de control y opresión del heteropatriarcado.
Adam Aron, el CEO de AMC, la compañía que abrió el primer cine en el distrito financiero de Riad, es optimista y cree que, algún día, los cines serán inclusivos para ambos géneros: "cambiará una y otra vez a medida que el país intenta hacer las cosas bien. Si tengo que hacer una predicción, habrá cines mixtos, aunque puede que lleve algo de tiempo". Mientras tanto, se dan casos tan peculiares como el de 'Una cuestión de género', la nueva película protagonizada por Felicity Jones y que gira en torno a la figura de Ruth Bader Ginsburg, una jueza y jurista norteamericana que luchó por la igualdad legal en la década de los 70. Un film sobre el empoderamiento femenino que pone en evidencia la incoherencia e injusticia de la desigualdad de género y, sin embargo, las mujeres de Arabia Saudí solo podrán verla con sus maridos, padres y hermanos, los hombres de su vida que vigilan la cantidad (y "calidad") de la información que reciben, con quién hablan y de qué, porque no hay nada más peligroso que una idea, y no digamos un montón de mujeres dispuestas a luchar unidas por sus derechos y la igualdad.