Película difícilmente clasificable en un género concreto, pero de indudable filiación con la realidad social de la juventud, no ya francesa, sino europea, 'Les combattants' es el interesante y premiado debut en el largometraje de Thomas Cailley, cineasta que juega al despiste con un planteamiento cercano a la comedia romántica con roles invertidos, que pronto mutará a terrenos cercanos a la épica apocalíptica, mediando un conveniente distanciamiento irónico.
La historia de 'Les combattants' nos acerca al personaje de Arnaud, un joven del entorno rural de Burdeos, sin estudios ni grandes ambiciones, que trabaja junto a su hermano en un negocio familiar de ebanistería. Será su encuentro con Madeleine, una joven ruda y con locas ideas sobre el advenimiento del apocalipsis, el que cambie la perspectiva vital del protagonista, que se verá arrastrado por el entusiasmo de la chica hasta el punto de seguirla a la academia militar donde ella desea hacer carrera.
Con los dos personajes principales enrolados en el curso militar, la película evoluciona desde el retrato social del vacío generacional, con apego absoluto al realismo, hacia la aventura evasiva. La mera existencia de un objetivo en las vidas de estos jóvenes, por alocado que resulte, se convierte en el instrumento utilizado por la protagonista femenina para huir de la resignación ante un futuro incierto, e indirectamente para sacar de la apatía a Arnaud, aunque este se mueve por su fascinación hacia Madeleine más que por convicción propia.
Lejos de hacer proselitismo de lo militar, el retrato de la escuela que hace Cailley no es en absoluto idílico. No rehuye el director temas candentes como los abusos o el machismo en dichos ambientes, pero evita ensañarse con la institución por medio de un distanciamiento irónico que convierte este segmento central de entrenamiento militar en la parte más divertida del film, como si una versión adolescente y light de 'La chaqueta metálica' se tratase.
Huída a ninguna parte
Ya con las cartas del romance sobre la mesa, y con un nuevo y arriesgado golpe de timón, la película de Cailley nos adentra en un valiente último tercio centrado en la huída rebelde de los dos jóvenes hacia los bosques cercanos. La alegoría de la rebelión juvenil contra el destino marcado, tan poco atractivo como difícilmente evitable, que parecen afrontar, adquiere fuerza en este segmento, que nos revela al fin la transformación de Arnaud y las debilidades de Madeleine.
Premiada con dos merecidos César de la Academia Francesa al mejor actor revelación (Kévin Azaïs) y actriz revelación (Adèle Haenel), la película se sostiene a un nivel notable gracias al magnetismo de sus personajes y al fuerte carácter alegórico del relato, que puede no ser en exceso sutil, pero sí tremendamente pertinente. Esta invitación a la rebeldía contra el orden natural de las cosas, resulta tan interesante como divertida.