Liam Neeson creía que 'Venganza' era una película directa a DVD

En la última etapa de su carrera, Liam Neeson se ha enfrentado a todo tipo de peligros y situaciones imposibles, saliendo airoso de todas y cada una de ellas, pero nunca se había situado en un punto tan límite como lo hizo en la notable 'Infierno blanco'. Dirigida por Joe Carnahan, con quien el actor repetía tras el fiasco de crítica y público de su adaptación cinematográfica de 'El equipo A', esta historia de supervivencia con un ojo puesto en la aventura más clásica y el otro mirando fijamente al drama existencial, el punto más flojo de la película, 'Infierno blanco' nos muestra la que, probablemente, sea la mejor interpretación que Neeson ha ofrecido en los últimos años.

Cargando con el peso de la historia sobre sus hombros, el actor no permite que el conjunto caiga nunca del nivel elevado en el que lo sitúa un inicio especialmente memorable, mostrando un control absoluto sobre las emociones de un personaje destinado a caminar sobre la fina línea entre la vida y la muerte. El reclamo publicitario de la película fueron los temibles lobos, pero la lucha de nuestro protagonista es consigo mismo. Y merece la pena en todo momento.

'Non-Stop (Sin escalas)', el mejor trabajo hasta la fecha de la dupla formada por Jaume Collet-Serra y Liam Neeson, acepta todas las reglas del género de acción palomitero de toda la vida. Aquí tenemos terroristas, misterio, escenas espectaculares, ritmo trepidante, incoherencias narrativas y clímax final espectacular. Resumiendo, una cinta que se consume sin problemas, con atención constante y con un interés notable.

Neeson, como era de esperar, se convierte en uno de los puntos fuertes de un thriller que a medida que avanza va perdiendo cualquier atisbo de coherencia a favor del guiño de ojos constante al cine espectáculo más tonto y ruidoso posible. También al más entretenido. Hasta el propio Neeson parece sumar una agradecida dosis de comedia a su interpretación. Era lo mínimo que pedía una fiesta en las alturas de estas dimensiones.

'Batman Begins' llegó en medio de dudas y prejuicios y tardó un visionado en mostrarse de manera deslumbrante como un homenaje en toda regla a un personaje que necesitaba de alguien como Christopher Nolan para resurgir de sus cenizas y retomar su posición como icono de varias generaciones. Una cinta que sigue siendo todo lo que una película de presentación de superhéroe debe ser, fascinante, sorprendente y con el poder suficiente como para dejarnos con infinitas ganas de más. Un efecto que se conseguía, entre sus muchas virtudes, gracias a un reparto que, afortunadamente, no caía en el ridículo de sus más inmediatos predecesores.

Aquí teníamos un conjunto de intérpretes comprometidos con la historia que estaban protagonizando, que creían en ella, que veían algo más que trajes de murciélago. En el caso de Liam Neeson, sucedía además que su personaje parecía destinado a ser el más tópico y perezoso de la historia, uno de los pocos puntos flacos de 'Batman Begins'. Al menos para todos aquellos que no hemos leído los cómics, claro. Sin embargo, una vez situados a base de giros de guión, uno descubría que el actor no había firmado por casualidad, que tenía entre las manos a un personaje con muchas más capas de lo esperado. Y claro, lo aprovechó al máximo. Sin él, 'Batman Begins' no habría sido lo mismo. Habría sido mucho peor.

Aroma a serie B. Esencia pulp manejada con sabiduría. Ecos del western más seco y turbio. Un protagonista que no necesita decir mucho para demostrar todo lo que está pensando y sintiendo en cada momento, incluso cuando lo hace desde el vacío. Un director, Scott Frank, que sabe lo que se hace.

Una novela, firmada por Lawrence Block, adaptada con respeto e inteligencia. Un protagonista, Liam Neeson, impecable en todo momento. Un conjunto de elementos bien manejados y mejor servidos que convierten a 'Caminando entre las tumbas' en una de las paradas obligatorias en el repaso por los últimos años del género y de la carrera de Neeson.

'Una noche para sobrevivir', la tercera, y hasta ahora última, colaboración cinematográfica entre Jaume Collet-Serra y Liam Neeson, mantiene la constante de sus dos predecesoras y consigue con envidiable facilidad ofrecer un thriller de acción donde el aburrimiento no encuentra lugar.

Aquí tenemos un guión bien escrito, ritmo y pulso en la dirección y un reparto en el que brillan con luz propia los gestos de un Liam Neeson siempre impecable, las miradas y silencios de un Ed Harris tan espléndido como de costumbre y el talento siempre a punto de estallar de Joel Kinnaman. Son las tres piezas claves en un tablero al que se le notan demasiado las influencias externas pero que, tras un comienzo algo débil, se dirige con todas sus fuerzas a un desarrollo, y especialmente a un desenlace que es puro western, que justifica todo el conjunto a base de fuerza visual y narrativa.

Sorprendente taquillazo, especialmente en Estados Unidos, 'Sin identidad' suponía la primera colaboración entre Liam Neeson y el director español Jaume Collet-Serra y servía para presentar todas las características, virtudes y defectos, que podríamos encontrar en los dos trabajos conjuntos que nos ofrecerían posteriormente. Por un lado, el cineasta demuestra su talento como más que solvente artesano del thriller más reconocible, mientras que Neeson recalca su ya asentado carisma como uno de los héroes de acción más convincentes de los últimos años.

¿Más allá de eso? Lo esperado, que no es poco. Lo único que 'Sin identidad' intenta a lo largo de su metraje es ofrecer un entretenimiento para todos los públicos, un juego de intriga y misterio con imprevisibles giros de guion tan absurdos como divertidos. Objetivos simples que se cumplen sin ningún tipo de problema. Una película que no aporta nada nuevo pero que demuestra una efectividad a prueba de balas.

Doce años antes de reinventar el universo de los superhéroes cinematográficos con 'Spider-Man', y catorce antes de realizar una de las películas esenciales del género, 'Spider-Man 2', el director Sam Raimi probó suerte presentando a un personaje original que parecía directamente salido de las páginas de un cómic: 'Darkman'. Considerada injustamente un trabajo menor, sería un error quedarse en la fascinante forma que adapta la película y no descubrir la apasionada carta de amor que el cineasta firma en cada uno de sus planos hacia ese universo de viñetas que marcó la infancia y adolescencia de millones de espectadores.

Una propuesta que contó con la complicidad de Liam Neeson, desatado en una interpretación marcada, esencialmente, por la contundencia de su presencia física. Con los recursos justos y trazando un recorrido dramático perfectamente medido, el actor aportaba la mezcla de músculo y oscuridad que el personaje necesitaba, demostrando un talento insospechado hasta ese momento para el género. Parecía una anécdota y resultó ser todo un (entretenidísimo) aviso.

Tras el estreno de 'El equipo A', la crítica y gran parte del público se mostraron contundentes: Todo Mal. Sin excepción. Por lo visto, esperaban una película de acción seria y elegante, con una trama sofisticada y con pequeñas pinceladas de humor inteligente que sirvieran para dibujar con más atención la personalidad de sus protagonistas. Es decir, todo lo contrario que la serie televisiva original que adapta. Y es que, tanto el director de la cinta, Joe Carnahan, como su reparto, con un estupendo Liam Neeson a la cabeza, son consciente de estar jugando con un material altamente absurdo y excesivo.

Por eso, no es de extrañar que 'El equipo A' sea una de las propuestas de acción más delirantes de los últimos años, un blockbuster empeñado en llevar todos sus elementos al límite de sus posibilidades a través de una serie de set pieces que no tienen nada que envidiar a los mejores momentos de la saga 'Fast & Furious'. Incomprensión general. Reivindicación necesaria. Acción, comedia y Neeson admitiendo que le encanta que los planes salgan bien. No se necesita más.