'Lo que el viento se llevó' es uno de los más populares e imperecederos clásicos del cine norteamericano. Estrenada en 1939, con un presupuesto desorbitado para la época, sublimó la técnica cinematográfica, sobre todo con su uso del color y logró llevar en masa a los espectadores a los cines hasta el punto de ser, aún hoy, la película que más espectadores ha arrastrado a las salas, pues vendió en su día más de 200 millones de entradas en todo el mundo.
En tan solo una década, el mundo del cine había experimentado un cambio radical, al pasar del mudo de los años 20, a la apuesta radical de los grandes estudios (Universal, Warner, RKO...) por el sonoro, lo que supuso una auténtica revolución. Del mismo modo, el cine en blanco y negro, iba dando paso a las primeras técnicas que utilizaban el color (muy costosas, pues implicaban el uso de cámaras de gran tamaño y procesos de posproducción muy complejos que pocas producciones podían permitirse).
En concreto 'Lo que el viento se llevó' utilizaba la técnica conocida como 'Technicolor', que suponía la filmación simultánea de tres películas dentro de la misma cámara, cada una de la cuales contaba con filtros para que fuera impresionada sólo por un color. Después, tras un proceso de tintura, se sacaba una sola copia que al ser proyectada mantenía los colores de la realidad. Los resultados del Technicolor en 'Lo que el viento se llevó' fueron magníficos, siendo objeto de un Oscar honorífico. Hoy en día sigue resultando muy impactante cuando se revisa el film, la forma de captar la luz del cielo de Georgia en los atardeceres de las escenas en la finca familiar de los O'Hara.
La película nace del empeño del productor David O'Selznick por adaptar a la gran pantalla una exitosa novela de Margaret Mitchell. No lo tuvo fácil O'Selznick, pues se trataba de un proyecto faraónico, que requería una inversión enorme, y no exento de riesgo (una gran producción de época protagonizada por mujeres, todo un riesgo , y con ciertas premisas controvertidas). RKO rechazó comprar los derechos de la novela para el cine, por considerar el personaje de Escarlata "excesivamente antipático" y la Universal no quería en aquel momento proyectos de época. Warner sugirió el proyecto a su estrella Bette Davis, a la que no le convenció demasiado. Así las cosas solo Selznick International pujó por los derechos, aunque para ello su mandamás debió convencer a un consejo de administración reacio a la arriesgada inversión.
Tras un arduo y complejo trabajo para definir el reparto y numerosas reescrituras de guion que hicieron tambalear el proyecto, Victor Fleming se hace cargo de la dirección sustituyendo a un George Cukor enfrentado con los productores de un film que, a pesar de los obstáculos, acabaría resultando de un éxito descomunal. Eso contando además con un argumento bastante arriesgado para la época que podría haber espantado facilmente a ciertos sectores conservadores...
En primer lugar, resulta llamativo que 'Lo que el viento se llevó' cuente la Guerra de Secesión desde el lado de los perdedores sureños. También que el principal personaje masculino, Rhett Butler, sea un aventurero mujeriego y provocador, menos preocupado por los ideales patrióticos que por los líos de faldas. Y sobre todo, que su protagonista, Escarlata O'Hara, fuese una mujer ambiciosa hasta puntos desagradables, una viuda que no guarda luto, enamorada del marido de otra mujer y sin escrúpulos para tratar de conquistarlo. Caprichosa en su juventud, inflexible con sus esclavos negros y capaz de matar por defender la propiedad familiar, la plantación Tara, situada en el estado de Georgia, que se convierte en emblema del film y en lo que hace seguir luchando al personaje de Escarlata, quizá uno de los roles femeninos con más fuerza que ha dado nunca el cine.
A lo largo de las casi cuatro horas de metraje, en las que el interés pocas veces decae, asistimos a las tribulaciones de la joven O'Hara (interpretada por Vivien Leigh) desde su juventud privilegiada en la plantación Tara, con el único propósito de conquistar a su vecino Ashley Wilkes, a punto de comprometerse con su prima, Melania Hamilton (Olivia De Havilland), hasta su madurez en la que, tras la derrota sureña en la guerra, se verá obligada a trabajar como una campesina más plantando algodón, tratando de no perder el rancho de sus padres a los que la guerra destrozará la vida.
Amor y odio entre Escarlata y Rhett
A pesar de los muchos personajes que pueblan 'Lo que el viento se llevó', quizá los pasajes más icónicos que han quedado grabados en el recuerdo de los espectadores, son aquellos que atañen a la muy poco convencional historia de amor-odio de Escarlata y Rhett. Vivian Leigh y Clark Gable están magníficos y son dinamita pura cuando aparecen juntos en escena interpretando sus continuos y apasionados desencuentros. Primero será ella quien repetidamente lo rechace, para acabar cambiando las tornas y suplicarle Escarlata que se quede a su lado, en esa emblemática escena en la que ella le dice "si te vas, no sabré qué hacer" a lo que Rhett contesta inflexible "francamente querida, eso no me importa".
También es muy popular la relación de Escarlata con una de sus criadas afroamericana, Mammy, papel que le dio el Oscar a Hattie McDaniel como mejor actriz de reparto, que se convirtió en la primera mujer negra en recibir el premio de la academia. Sin embargo, quizá debido a la apasionada fuerza de la relación de Escarlata y Rhett, ha quedado un tanto relegada en el recuerdo del cinéfilo la no menos intensa historia del triángulo amoroso que ocupa la primera mitad del film entre Escarlata, su prima Melania y Ashley, al que da vida un Lesley Howard que está fantástico. Los guionistas no ceden ante la incorrección política que suponía que la protagonista pusiese todo su empeño en arrebatarle el amor de Ashley a la frágil Melania (un personaje al que dota de ternura y candor Olivia de Havilland), que sin embargo adora a Escarlata y la defiende frente a quienes la acusan de tener intenciones con Ashley.
Hay por tanto, mucha miga en este largo e intenso film, que aún hoy despierta admiración por lo extraordinario de su técnica (el vestuario, la dirección artística y la fotografía son excelentes), pues incluso el incendio de Atlanta resulta tremendamente creíble a pesar de haberse rodado a finales de los 30. Pero es obvio que no hablamos de una película cuya importancia se limite a haber alcanzado cotas artísticas y técnicas impensables para la época, dado que su relevancia y popularidad se han mantenido hasta nuestros días, gracias a que su potente historia de ambición, resistencia, orgullo, amor y pérdida, aún con cierta tendencia a lo folletinesco, tiene fuerza más que suficiente para atrapar a espectadores de distintas generaciones.
'Lo que el viento se llevó' es quizá el más representativo ejemplo de ese tipo de cine que algunos lamentan que "ya no se hace", con lujosos e impecables repartos, grandes historias y una querencia por el realismo en la producción, alejada de la digitalización que prima en las superproducciones actuales en las que, muy a menudo, la complejidad de la tecnología no va unida a un guion con el suficiente interés para alcanzar la grandeza de los clásicos. Es por eso que 'Lo que el viento se llevó', como muchos otros grandes clásicos del Hollywood dorado, sigue haciéndonos disfrutar tanto a los cinéfilos a pesar del paso del tiempo.