El futuro nos permite imaginar cualquier realidad que nos plazca, gracias a ser ese lienzo en blanco que nunca podremos llenar con absoluta certeza. Dejando volar la imaginación podemos idear historias que exploten al máximo ese futuro. Aunque, muchas veces, una idea tan sencilla como un bucle o un círculo cerrado pueden esconder la clave para una gran película de ciencia ficción.
Rian Johnson nos lleva con 'Looper' al año 2044, un nuevo porvenir podrido para la humanidad, en el que la pobreza es alta y las ciudades son grises. Un diseño a caballo entre un calco de nuestro tiempo y pequeños detalles de ciencia ficción nos permite no alejarnos de ese futuro para el que no falta mucho. Incluso tenemos guiños al pasado, como el reloj de bolsillo del protagonista, que remarcan esta idea. Además, abrimos otra línea temporal unos cuantos años más adelante.
Allí se han inventado los viajes en el tiempo, y como todos sabemos qué consecuencias traería, sólo los usa la mafia de forma clandestina para enviar a la gente que quieren eliminar al año 2044, para conseguir una desaparición completa. El trabajo lo realizan los "loopers", llevándose una vida muy cómoda como recompensa. Hasta que es hora de cerrar el círculo, para evitar cabos sueltos les obligan a matar a su yo del futuro como conclusión de su contrato con la mafia.
Las anomalías temporales no son precisamente nuevas, pero Johnson consigue contarlas de forma intrigante, yendo siempre él un paso por delante de nosotros, manteniéndonos a la espera y obligándonos a deducir lo que ocurrirá a continuación. Los efectos dominó mueven esta película, con los personajes más preocupados por las consecuencias futuras de sus acciones que por lo que les ocurre en el presente. Los guiños al pasado son constantes, sobre todo por la estética western de muchas escenas. Las sorpresas están aseguradas, y gracias a los giros y diferentes líneas temporales nos mantiene atentos para no perder el hilo de la carrera entre dos actores que son la misma persona.
Joseph Gordon-Levitt, con una excepcional caracterización como un joven Bruce Willis, es el looper al que le ha llegado la hora de firmar su contrato de despido. Pero su futuro yo no se va a rendir fácilmente, sobre todo cuando el amor le mueve a realizar ciegamente su misión, aunque sea él mismo el obstáculo. Willis realiza una de sus ya conocidas interpretaciones como arma letal con mucho carácter, mientras que Gordon-Levitt se lleva el peso dramático. Mucho ha estudiado Gordon-Levitt al veterano actor y se nota, siendo el tiempo de Willis en pantalla frustrantemente escaso. Su toque de humor negro es suficiente para equilibrar la balanza entre la soberbia interpretación de su versión rejuvenecida.No habrá amor para los loopers
Emily Blunt y su hijo (Pierce Gagnon) en la ficción son los terceros en discordia dentro de toda esta historia. La británica se vuelve una mujer de campo, transformando hasta su acento, sacando su lado más sureño como la solitaria madre coraje que tendrá que confiar a regañadientes en el looper para sobrevivir. Aunque la relación entre ambos sea lo más flojo de la película, en realidad todos los toques románticos, los pequeños momentos del niño suben el nivel de la parte central de la cinta, que pierde un poco el ritmo.
La acción directa y fría es la que marca el ritmo general de la película, no escatimando en balas ni en sangre, dotando a 'Looper' de un realismo muy destacable. Los efectos especiales son los justos para no romper esa sensación que quiere darnos de un futuro posible (que esperemos nunca llegue), no un espectáculo de lleno de fuegos artificiales. La incorporación de la telequinesis, con la que el director juega casi sin que nos demos cuenta, es junto con los viajes temporales lo único que inserta a esta película en el género que tiene.
Este círculo cerrado que pretende que sea 'Looper' vuelve a poner a los viajes en el tiempo en el pedestal que merecen, con una cinta que nos hará pensar y nos entretendrá sin problemas, dejando muy buen sabor de boca y, lo más importante, dará pie a eternas discusiones al salir del cine. Como todo experimento temporal, tiene algún que otro error de cálculo, disipado por una cinta que aprueba con nota tanto por técnica como por argumento, y que consigue lo que últimamente es un bien demasiado preciado: sorprender. El tiempo dirá si Johnson ha conseguido crear una película de culto, pero tiene todas las papeletas para ello.