Cuando en 1994 dos hermanos salían de su pequeño pueblo natal (en Cumberland, Rhode Island) para dirigir su primera película (en Hollywood, California) nadie podría imaginar que cambiarían la comedia norteamericana para siempre. Hablamos de Peter y Bobby Farrelly, que sin apenas experiencia previa y frustrados por la falta de oportunidades de la industria, escribieron y lograron producir su debut tras las cámaras. Una comedia acerca de dos grandes amigos que se involucraban sin saberlo en una trama de extorsión y secuestro. A primera vista podían parecer un poco despistados, por no decir rematadamente idiotas. 'Dos tontos muy tontos' era una oda la estupidez, hacía apología de la estulticia y lo escatológico amparándose en el noble corazón y el buen fondo de sus protagonistas, que no tienen nada que ocultar, ni siquiera lo más desagradable.
Ese sentimiento ha acompañado al resto de su filmografía, repleta de ideas imaginativas e insólitas, una originalidad que se echa en falta más que nunca en el mainstream. Historias sobre estrellas de los bolos, policías con desdoblamiento de la personalidad, trastornos al identificar la apariencia física, hermanos siameses, agentes de policía del cuerpo humano o más de un matrimonio compulsivos. Pese a lo disparatado que pueda parecer su planteamiento, todo es posible en sus películas gracias al tono tan ingenuo con el que retratan a sus protagonistas, a los que en cualquier caso, siempre les une la idiotez, una desde la que no solo garantizan risas, sino que devuelven la bondad al mundo.
Los últimos maestros del gag visual
Con el paso de los años los Farrelly han encontrado un lenguaje propio y unos códigos recurrentes en sus comedias, que por muchos imitadores que les hayan surgido, no han tenido réplica. Los propios Harry y Lloyd a los que inmortalizaron Jim Carrey y Jeff Daniels deben su nombre a Harold Lloyd, junto a Buster Keaton y Charles Chaplin el mayor cómico slapstick del cine mudo. Esa herencia está por tanto muy presente en sus películas, por lo que no fue de extrañar que sacaran adelante un remake de 'Los tres chiflados' con el que dieron rienda suelta al gag visual sin mayor excusa narrativa que la felicidad que otorgan unos porrazos inofensivos.
Esa misma línea fue con la que enfocaron 'Dos tontos todavía más tontos', su última película hasta la fecha, una secuela que superaba al original por no tener más coartada que el gag por el gag, ya sea fingir durante 20 años una parálisis o un trasplante de hígado, lo importante es que la broma sea buena. Porque en su cine nunca se trata del mal gusto por el mal gusto, sino que este responde siempre a algún prejuicio o defecto que sus protagonistas no han asumido, su inseguridad o inconsciencia son las que hacen explotar situaciones escatológicas e incómodas que filman siempre en primer plano, sin omitir detalle, porque al exhibirlas se vuelven inofensivas, solucionables, como buena parte de los problemas de sus personajes. Ellos se sienten más cómodos de su lado, como directores sin mayor pretensión que la de pasárselo bien y lanzar mensajes positivos (la integración y visibilización de discapacitados está presente en todas y cada una de sus películas) mientras se tiran un pedo en tu cara. Y estos son los mejores de su filmografía.
Los mejores gags de los hermanos Farrelly, película a película
'Dos tontos muy tontos' (1994)
Su primera experiencia tras las cámaras se convirtió en un éxito sin precedentes que cambió la forma de entender la comedia. Al instante su humor fue calificado de grosero e idiota, pero además de tener un fondo noble, es mucho más inteligente de lo que sus personajes parecen. Los Farrelly gozaron de libertad para improvisar gags y líneas de diálogo durante el rodaje. Fruto de esta improvisación surgió el final de esta escena, en la que Lloyd le apuesta a Harry que acabará volviendo apostar ese mismo día. Lloyd rechaza apostar, pero finalmente le da la mano y apuesta que no apostará. Todavía Lloyd sigue esperando pillarle...
'Vaya par de idiotas' (1996)
Lejos de lo que la traducción de su título parece indicar, 'Vaya par de idiotas' no pretendía ser en absoluto una continuación facilona del éxito de 'Dos tontos muy tontos', se trataba de una ambiciosa parábola sobre el fracaso en el deporte norteamericano que no fue comprendida y que probablemente los Farrelly todavía no estaban capacitados para abordar como cineastas.
En la dinámica que se establece entre el ex-jugador de bolos interpretado por Woody Harrelson y el talentoso amish al que da vida Randy Quaid por supuesto hay hueco para encadenar gags. Entre ellos destaca por su planificación la secuencia en la que Quaid se despierta de resaca con un pequeño tatuaje en el pecho, preocupado por cómo eso afectará en su comunidad. Lo que él no descubrirá cuando se planta frente al espejo, pero el espectador y Woody Harrelson sí, es que tiene la espalda cubierta por el tatuaje gigantesco de una mujer semi-desnuda.
'Algo pasa con Mary' (1998)
Aunque la imagen que haya quedado para la posteridad sea la del flequillo de Cameron Diaz, 'Algo pasa con Mary' no habría sido un fenómeno popular sin ese arranque fulgurante que nos ponía en el comprometido lugar de su protagonista, un joven Ben Stiller que se pillaba los huevos con la bragueta el día de su primera cita.
Más allá de plasmar a la perfección lo incómodo de la escena, mediante una puesta en escena que remite a la realización de las sitcoms clásicas, que fueron la educación sentimental de los Farrelly, explotan las posibilidades escénicas de un espacio tan reducido como un cuarto de baño. Hasta el punto de convertirlo en su propio camarote de los hermanos Marx.
'Yo, yo mismo e Irene' (2000)
Cuando tienes en tu reparto a un actor como Jim Carrey todo es posible. Los Farrelly le conocían bien y sabían que era el indicado para interpretar a Charlie, un excesivamente bondadoso policía de Rhode Island, pero también a Hank, su malvado desdoblamiento de personalidad. Con ajustar su mirada y el tono de voz es capaz de dar vida a ambos y que el espectador note perfectamente la diferencia. Los Farrelly filmaron su transformación sin cortes ni efectos especiales, alargando el plano y confiando en la habilidad gestual de Jim Carrey. No se equivocaron, es la mueca definitiva del cómico de las muecas por excelencia.
'Osmosis Jones' (2001)
Con 'Osmosis Jones' los Farrelly se adentraron en un proyecto pensado para todos los públicos que encontraba difícil acomodo en su estilo. La película cuenta con una historia imaginativa en el campo de la animación frente a la poco trabajada y de corte infantil en el apartado de acción real, una mezcla que no termina de funcionar pero en la que se encuentran notables hallazgos, como la secuencia en la que un enorme grano está a punto de explotar en la frente de Bill Murray. Los Farrelly imaginan ese grano como una discoteca a la que acuden los mafiosos y criminales del organismo, las peores bacterias y virus. Una discoteca en la que se produce un tiroteo cuyas consecuencias son precisamente las que imaginamos...
'Amor ciego' (2001)
El planteamiento de 'Amor ciego' es brillante por su gran fondo y por cómo está resuelto visualmente, con trucos de maquillaje y vestuario que lejos de caer en el humor grueso, dotan de humanidad y sentimientos a sus personajes. Cerca del desenlace, una vez que Jack Black ha perdido la habilidad de ver la belleza interior de las personas en lugar de la exterior, va en busca de Gwyneth Paltrow, de la que nunca ha visto su auténtico cuerpo. Sin pensárselo dos veces llega a su casa, abre la puerta, se encuentra a la mujer del servicio, la confunde con ella, le declara su amor y se lanza a besarla románticamente.
'Pegado a ti' (2003)
Los dos hermanos siameses que protagonizan 'Pegado a ti' tienen una vida extraordinariamente normal. Y aunque se conjuntan como un equipo y explotan al máximo sus posibilidades, a veces parecen olvidarse de que están unidos el uno al otro. Los diálogos están repletos de momentos en los que ellos ignoran sus limitaciones, pero presa de sus inseguridades, Matt Damon no quiere contar a su pareja, a la que conoció por internet, que tiene un hermano siamés. Así que en un momento dado Greg Kinnear se disfraza de oso de peluche para dejarles algo de intimidad. Los Farrelly filman la escena en plano secuencia, sin corte, para permitir paladear la incomodidad de la situación y el respiro de alivio de Kinnear cuando ella se marcha. "¿Oye, igual ya va siendo hora de contárselo, no?"
'Amor en juego' (2005)
Es una comedia romántica de lo más convencional protagonizada por Jimmy Fallon y Drew Barrymore, no puede haber ningún momento gracioso. Y de hecho, no lo hay. Hasta la única escena escatológica se deja fuera de campo... haremos como que no hemos visto nada.
'Matrimonio compulsivo' (2007)
Tras el fracaso en taquilla de 'Amor en juego', ver caer varios proyectos y pegársela con el episodio piloto de una serie que nunca llegó a emitirse, los Farrelly recuperaban el mojo con el regreso del hijo pródigo: Ben Stiller.
Libremente inspirada en 'El rompecorazones', llevaron el material original a su terreno. Chico patético conoce chica, se casan sin apenas conocerse y en la luna de miel descubre que no la soporta. Para ponernos de su lado la hacen sufrir quemaduras e infecciones que destrozan su imagen física, hasta el punto de que en la escena cumbre de la película, aquella en la que una medusa se agarra a la espalda del personaje de Ben Stiller, ella, con toda su buena intención, se baja los pantalones, descubre su monstruosa vagina dentata y orina sobre su espalda. Probablemente el gag más bestia de su filmografía.
'Carta blanca' (2011)
Si con 'Matrimonio.compulsivo' los Farrelly comenzaban a madurar y a preguntarse sobre las relaciones de pareja pasados los cuarenta, 'Carta blanca' es la continuación lógica a sus cuestiones sin respuesta. ¿Soy más feliz en mi monótono matrimonio o vuelvo a ser el eterno adolescente que pretende ligar sin éxito? Este es el punto de partida de una propuesta más estilizada e intelectual en su discurso que nunca, un auténtico ensayo sobre la decadencia de la masculinidad de clase media norteamericana que guarda su mejor gag para los títulos de crédito finales. En ellos, el personaje de Stephen Merchant se imagina cómo sería una semana de su vida si su mujer le diera carta blanca... con erótico (y abominable) resultado.
'Los tres chiflados' (2012)
El proyecto suicida más bonito que ha surgido de Hollywood recientemente y una obra maestra. Actualizar el humor de 'Los tres chiflados', clásicos personajes nacidos en los años 30 y que gracias a la televisión llegaron a los hogares de todo el mundo. En un principio el proyecto iba a contar con nombres como Jim Carrey o Sean Penn, finalmente la protagonizó un reparto más modesto. Sean Hayes, Will Sasso, Chris Diamantopoulos se entregan en cuerpo y alma para dar vida a Larry, Curly y Moe respectivamente.
Dirigida exhibiendo un sentido del ritmo y del gag visual que remite a los clásicos del mudo, más propio del cine de animación, la pelicula se encuentra tan repleta de ingenuidad como de porrazos inofensivos, confía en la inocencia y complicidad del espectador. Y lo hace hasta el punto de plantear un encuentro imposible, el del slapstick de la televisión de antaño con la telerrealidad actual, adentrando a Moe en el mundo de Jersey Shore, al que por supuesto da su merecido.
'Movie 43' (2013)
Junto a James Gunn, Elizabeth Banks o Bob Odenkirk, Peter Farrelly formó parte de la película colectiva 'Movie 43', una comedia prohibida e inencontrable en la ficción que parece traer consigo el humor de un universo paralelo. Peter Farrelly dirigió y escribió dos de los sketches que permanecen en el metraje final. Y aunque en ambos el humor reside en explotar desagradables mutaciones del cuerpo humano, lo que consigue en el fragmento protagonizado por Hugh Jackman y Kate Winslet es insuperable. ¿Con ver la imagen parece suficiente, no?
'Dos tontos todavía más tontos' (2014)
La secuela de 'Dos tontos muy tontos' no solo estuvo a la altura, sino que supera ampliamente a la original. Su perfeccionamiento como cineastas y sobre todo, su placer por encadenar gags y chiste uno tras otro, la convierten en un festín. Pero entre todas sus decisiones, hay un momento que demuestra el talento visual para el humor que han adquirido con el paso de los años. Harry decide visitar a sus padres después de mucho tiempo sin verles para que le donen un riñón. Se sube junto a Lloyd en bici, suena música extradiegética, comienzan la marcha y cuando estamos esperando el montaje temporal de turno que haga transitar la escena, los Farrelly utilizan un travelling lateral de seguimiento en plano secuencia. Harry y Lloyd simplemente cruzan la manzana y ya han llegado. Genialidad.