De 'Bonnie y Clyde' a 'Dick Tracy', los mejores papeles de Warren Beatty

Si 'Esplendor en la hierba' había colocado a Warren Beatty en el mapa, con 'Bonnie y Clyde' el actor de Virginia daría el salto definitivo a la fama. Y pudo no haber sido así, pues el proyecto se alargó demasiado hasta que decidieron poner a Arthur Penn (quien ya había trabajado con Beatty en 'Acosado') como director, mientras que Beatty se quedaría como productor y protagonista junto a Faye Dunaway. El resultado fue un film icónico y casi adelantado a su tiempo, pues anticipaba el cine violento y sexual que llegaría con el Nuevo Hollywood.

Parece ser que cuantos más problemas tuvieran con la película mejor interpretación sacaba Beatty, pues en 'Los vividores' tuvo más de una discusión con el director, Robert Altman, aunque afortunadamente el film llegó a buen puerto. En él, Beatty daba vida al emprendedor John McCabe, un hombre que llegaba a un destartalado pueblo con la firme intención de convertirlo en el mejor y más rentable prostíbulo de todo el país. Para ello contará con la ayuda de la señora Miller, madame de burdel a quien daba vida la maravillosa Julie Christie, quien fuera pareja de Beatty durante la década de los setenta.

Los setenta en Estados Unidos se vieron inundados, además de por el Nuevo Hollywood de directores como Martin Scorsese o Francis Ford Coppola, de una avalancha de films conspiranoicos, claramente suscitados por las teorías que circulaban sobre el asesinato del presidente Kennedy. Entre ellos destacaron 'Los tres días del cóndor', 'La conversación' o 'El último testigo', en la que Beatty daba vida a un periodista que, años después de presenciar el asesinato de un senador, comenzaba una investigación con el finde averiguar qué y sobre todo quién se escondía detrás de esta serie de sospechosos asesinatos. Alan J. Pakula, autor de otro gran film de denuncia política como es 'Todos los hombres del presidente', firmó en 'El último testigo' un thriller que plasmaba por completo el clima de desasosiego y preocupación que vivió la sociedad norteamericana, al igual que Beatty encarnaba a la perfección ese personaje idílico de periodista incansable.

Justo un año después de actuar en un film tan serio y preocupado con la realidad política, Beatty se embarcó en un proyecto diametralmente distinto como era la comedia 'Shampoo'. No obstante, seguía en las manos de un magnífico director (Hal Ashby) y reflejando una realidad, solo que esta vez era la social, la de la corriente hippie y despreocupada que para aquel entonces había alcanzado su cénit. Además, 'Shampoo' retrotraía a las típicas comedias de enredos del cine clásico pero de una forma distinta, más adecuada al estilo del Nuevo Hollywood a la hora de mostrar todo y no necesariamente cerrar con un final feliz. Beatty se encargó de dar vida al protagonista, un peluquero bastante mujeriego que juega con el corazón de su novia (Goldie Hawn), su amante (Julie Christie) e incluso con la hija de esta.

Partiendo de un trabajo ajeno como era la obra de Harry Segal, Warren Beatty decidió comenzar su primera aventura como director con 'El cielo puede esperar', extraña comedia sobre un hombre que muere "por accidente" y al que se le da una segunda oportunidad de volver a la Tierra, pero en el cuerpo de otra persona. Se trataba a su vez de un remake de 'El difunto protesta' solo que en esta versión el protagonista, Joe Pendleton, era un jugador de fútbol americano y no un boxeador. Beatty planteó una comedia que resultaba más graciosa como concepto que una vez ejecutado, pues su afán por darle a todo mucha solemnidad lastraba el humor de la cinta. La música y la dirección artística (esa recreación idílica del cielo) fueron los puntos fuertes de 'El cielo puede esperar', que nada tendría que ver con la próxima película de Beatty.

Ya con guion propio basado en la vida del periodista John Reed, Beatty logró hacer su primer gran film como director, que no en vano le valió el Oscar en la categoría de Mejor Dirección. Con la siempre fantástica fotografía de Vittorio Storaro, la película va contando la vida de este periodista que impulsó la Revolución Rusa fuera de las fronteras, algo que le valió poderosos enemigos en los Estados Unidos pero que le convirtió en un símbolo del periodismo político por la labor que desarrolló junto a los activistas de izquierdas. 'Rojos' es además una historia de amor, la que mantienen Reed y Louise Bryant (Diane Keaton) y que fue más allá de la pantalla.

A sus más de 53 años y tras casi diez años sin actuar (es mejor olvidar 'Ishtar'), Beatty se puso el traje de justiciero para llevar al cine a un personaje mítico de los cómics fuera de Marvel y DC, 'Dick Tracy'. La película, dirgida por el propio Beatty, se vio inevitablemente influenciada por el taquillazo de superhéroes del año anterior, la 'Batman' de Tim Burton, sobre todo en la música, también a cargo de Danny Elfman. No obstante, 'Dick Tracy' tenía aun mayor voluntad de reflejar los cómics con una puesta en escena llamativa y muy colorida, dejando escenarios para el recuerdo. No así con las flojas interpretaciones, y eso que contaba con un reparto en el que a Beatty acompañaban nada menos que Al Pacino, James Caan, Kathy Bates, Dustin Hoffman y Madonna.

Tras 'Dick Tracy', parecía que Beatty volvía con fuerza en los noventa y con 'Bugsy' logró dos grandes cosas: la primera, volver a ser nominado al Oscar a Mejor Actor, su cuarta nominación tras 'Rojos'. Y la segunda, encontrar a la que desde ese momento sería su esposa, Annette Bening. La actriz fue probablemente lo mejor de un film que recibió mucho más reconocimiento del que debía (nada menos que diez nominaciones a los Oscar), pero que en el fondo era un sencillo biopic sobre un mafioso de lo más particular.

De nuevo en una película sobre el cine, Warren Beatty tomó a otro personaje real en 'La excepción a la regla', en este caso al extraño multimillonario Howard Hughes, a quien entes había dado vida Leonardo DiCaprio en 'El aviador. 'La excepción a la regla' suponía la vuelta a la dirección de Beatty más de quince años después de rodar 'Bulworth' y un ejercicio de cine clásico que lo ponía todo en manos de sus dos jóvenes protagonistas, Alden Ehrenreich, y Lily Collins, ingenuo chófer y aspirante a actriz respectivamente. El personaje melancólico y atormentado de Hughes podría ser perfectamente el último de Beatty, pero aún cabe la esperanza de que, como Robert Redford, le quede una película por delante para despedirse como se merece.