Como siempre, el mérito real de los intérpretes ganadores del codiciado Oscar a Mejor actor de los últimos veinte años se calcula, por encima de todas las cosas, por su poder y fuerza a la hora de mantenerse vigentes en la memoria del público. Puede que no fueran los trabajos más memorables de sus respectivos años, más que una evidencia en varios de los casos, pero está claro que estamos ante un conjunto de interpretaciones que, de un modo u otro, continúan despertando sensaciones entre millones de personas.
Por eso, a la hora de llevar a cabo la temible tarea de ordenarlas de menos a más, conviene tomar cierta distancia de las preferencias personales, acudir a la llamada oculta de la objetividad, con perdón, y, sencillamente, valorar la maestría de aquellos que consiguieron traspasar tanto la pantalla como los calendarios. Actores que, cada cual a su forma y modo, lograron convencer a la industria, al respetable y, claro, a la Academia, de que su trabajo era digno de recibir el galardón más ilustre de Hollywood.
En este sentido, podríamos plantear el valor de la justicia de cada uno de estos premios, patalear por los favoritos que se quedaron en el camino, reivindicar a los olvidados o subrayar la falta de gusto de los Oscar a la hora de unir el premio a Mejor actor con el de Mejor película. Pero no. Lo mejor será disfrutar una vez más recordando estos veinte trabajos de auténtica altura que terminaron bañados por el oro del triunfo.
Ganadores del Oscar a Mejor Actor de las últimas dos décadas, de peor a mejor
Eddie Redmayne - 'La teoría del todo'
Aquí está el ejemplo más rancio, aburrido y perezoso de cómo ganar un Oscar a Mejor actor. Puro tic, exceso, maquillaje y artificio, el trabajo de Eddie Redmayne en la mediocre 'La teoría del todo' entusiasmó a una Academia que volvió a picar en el truco del biopic de manual, celebrándolo por encima de, nada más y nada menos, la tremenda interpretación de Michael Keaton en 'Birdman (o la inesperada virtud de la ignorancia)'. Prometimos no hablar de injusticias en este especial, pero...
Colin Firth - 'El discurso del rey'
En una de las ediciones de los Oscar más deslumbrantes de los últimos años, con nominadas de la talla de 'Cisne Negro', 'Valor de ley', 'Origen', 'Toy Story 3' o la mismísima 'La red social', este biopic sobre Jorge VI protagonizado por la tartamudez del monarca y la manera en la que superó esta situación, se hizo con los principales premios de la noche: Mejor película, Mejor director, Mejor guion y, claro, Mejor actor. Y David Fincher observando desde su butaca. Ver para creer. El tiempo ha puesto cada cosa en su sitio y la simpática propuesta de Tom Hooper, pese a ganar con los visionados algo de fuerza, continúa siendo uno de los trabajos más sobrevalorados de los últimos años. Exactamente lo mismo que sucede con la estatuilla de un Colin Firth cuya interpretación es tan correcta y elegante como olvidable e intrascendente.
Jeff Bridges - 'Corazón rebelde'
Lamento country que cala hondo con la ayuda de los elementos mínimos, 'Corazón rebelde' es una de esas propuestas tan austeras como sobrias, tan humildes como efectivas, que hacen de la sencillez su bandera, triunfo y virtud más significativa. Una pequeña gran joya que termina de perfilar su belleza en la magistral interpretación de un Jeff Bridges que, al fin, consiguió levantar al cielo su primer y único Oscar, de momento. Un triunfo más que merecido para un actor que volvía a entregar otro trabajo de envidiable destreza dramática, fascinante en su naturalidad y fluidez para desarmar el escudo del espectador más fiero. Un titán en estado de gracia.
Gary Oldman - 'El instante más oscuro'
Tras muchos años de desencuentros o, mejor dicho, indiferencia, la Academia decidió premiar, al fin, a Gary Oldman, uno de esos intérpretes que han marcado las últimas décadas del cine con trabajos que han nacido siempre desde el mismo estómago, las entrañas de un talento a prueba de papeles. En la reivindicable 'El instante más oscuro', además, el actor realizaba una de esas interpretaciones que olían a Oscar desde el primer fotograma hasta el último. Dicho y hecho. No era su mejor trabajo, ni mucho menos, pero tampoco se alejaba ni una pizca del terreno del sobresaliente.
Casey Affleck - 'Manchester frente al mar'
Para muchos, Casey Affleck se convirtió en la auténtica revelación interpretativa de la temporada de premios del pasado 2017. Para otros, la espléndida 'Manchester frente al mar' solamente confirmó lo que la notable 'Adiós pequeña adiós' o la magistral 'El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford' ya nos dejaban intuir de manera bastante clara, que estábamos ante un actor diferente, repleto de talento, siempre misterioso y fascinante. Y aquí firmó una maravillosa interpretación que es pura contención y autocontrol para no caer nunca en el exceso. Su mirada, capaz de mostrar las múltiples heridas incapaces de cicatrizar que esconde su pasado, está cerca del prodigio. Y su estatuilla, claro, no admite demasiadas dudas.
Rami Malek - 'Bohemian Rhapsody'
¿Por qué 'Bohemian Raphsody' funciona de una manera tan notable? ¿A qué se deben las lágrimas que despierta en el espectador? ¿Cómo surgen es ganas irrefrenables de volver una y otra vez a ella? Sencillo, dos palabras: Freddie Mercury. Estamos ante una figura tan magnética, eléctrica, carismática y delirante que uno no puede apartar la vista de él en ningún momento, vibrando con cada una de sus apariciones y rindiéndose a la evidencia de su grandeza como cantante, compositor y showman. El orden de los factores no altera de ninguna de las formas el brutal resultado final. El poder de Mercury es más que capaz por sí solo de soportar todo el peso de una película, justificando por completo el precio de la entrada.
Un hechizo que habría sido completamente imposible sin un actor a la altura del inmenso reto. Afortunadamente, Rami Malek no solamente cumple a las mil maravillas en su reinterpretación de la leyenda, haciendo suyos cada gesto, mirada, movimiento y pose característica, sino que aporta una dosis extra de respeto, admiración y sensibilidad hacia la persona detrás de la estrella. No se trata de un actor imitando a Mercury. Es un actor del que Mercury se ha apoderado. Su estatuilla generó mucha polémica y todavía hoy despierta bastantes críticas, pero hablamos de una interpretación realmente memorable. Para bien y para mal.
Jean Dujardin - 'The Artist'
Si alguien nos hubiera dicho que una de las mejores película de 2011 sería muda y en blanco y negro, seguramente, habríamos pensado que se trataba de una broma. Pero, en otra de las piruetas que hacen que amemos a esta maravillosa joya, resulta que se trata de una realidad pura y dura. A lo largo de 100 minutos que pasan como un respiro, 'The Artist' nos conmueve con imágenes, gestos y momentos de puro cine, con la simple ayuda de un perchero, unas tomas falsas, una frase escrita en un espejo o una interpretación mayúscula firmada por un Jean Dujardin que no ha estado nunca mejor. Ni antes, ni después.
Jamie Foxx - 'RAY'
Forest Whitaker - 'El último rey de Escocia'
'El último rey de Escocia' funciona, sobre todo, como festival interpretativo de nervio, garra y capacidad atronadora de intimidación por parte de un inmenso Forest Whitaker en versión de bestia desatada. Así, la espléndida película de Kevin Macdonald se mueve constantemente al ritmo de un intérprete en permanente estado de ebullición, sudoroso y entregado en cuerpo y alma a su personaje. Una actuación sobrecogedora, titánica, apabullante de inicio a fin.
Philip Seymour Hoffman - 'Truman Capote'
Si echamos tantísimo de menos al inolvidable Philip Seymour Hoffman, el mejor actor de su generación, es por interpretaciones tan incontestables como la que nos regaló en esta notabilísima 'Truman Capote'. Una actuación capaz incluso de ir más allá del siempre temible terreno del biopic alcanzado cotas de una intensidad, sensibilidad y contención a la altura exclusiva de los genios. Un gigante en pleno estado de forma.
Matthew McConaughey - 'Dallas Buyers Club'
De acuerdo, este Oscar era para Leonardo DiCaprio por su impresionante trabajo en la grandiosa 'El lobo de Wall Street', pero al pobre, una vez más, le tocó luchar contra una inesperada fuerza de la naturaleza llamada Matthew McConaughey. Y ya no se trataba de la típica querencia de Hollywood por la resurrección imposible, sino de una sorprendente reinvención del actor como titán en una serie de propuestas realmente memorables. Y en el caso que nos ocupa, 'Dallas Buyers Club', McConaughey está brillante desde el primer plano al último, derrochando carisma y emoción en las mismas dosis.
Sean Penn - 'Mi nombre es Harvey Milk'
Tirando de recuerdos personales, si se me permite, no puedo olvidar la expresión de mi acompañante tras la primera aparición de Penn metido, mimetizado con la piel de Harvey Milk: "No me lo puedo creer". Una incredulidad plenamente justificada tras observar como, en cuestión de pocos segundos, actor y personaje se funden en uno solo. Dejas de ver una actuación, la cual podría haberse convertido en todo un festival de gestos y tics insoportables muy comunes cuando se trata de un personaje homosexual, para observar a una persona protagonizando una de esas historias que merece la pena conocer en profundidad. Milk irradia toda la ternura que cabe en una gran pantalla, te lo crees, le acompañas en su viaje y, finalmente, quedas completamente desolado, sí, pero también inspirado por su vida y obra. Una interpretación a la altura de las circunstancias. Y una estatuilla que, a pesar de la altísima competencia presentada por el Mickey Rourke de 'El luchador', se celebró con un merecido entusiasmo.
Denzel Washington - 'Training Day'
La primera colaboración entre el director Antoine Fuqua y Denzel Washington sigue siendo, a día de hoy, la mejor de todas ellas. De hecho, 'Training Day (Día de entrenamiento)' continúa resplandeciendo como uno de los mejores policiacos de lo que llevamos de siglo gracias a su envidiable incapacidad de no envejecer.
Uno vuelve por enésima vez a ella y sigue encontrando intactos el nervio, el pulso de hierro, la fascinación callejera, el sudor nervioso, la rabia contenida y la risa enigmática de un Denzel Washington absolutamente abrumador. Su interpretación, recompensada con un Oscar de ovación cerrada, es la guinda perfecta a un pastel de aceras ensangrentadas, ángeles, demonios, tiroteos, redenciones y callejones sin salida. Una de esas películas e interpretaciones que palpitan con intensidad de fuego.
Daniel Day-Lewis - 'Pozos de ambición'
Si el genio de Paul Thomas Anderson tiene un alto porcentaje de culpa del excelso resultado final de ese clásico cinematográfico contemporáneo llamado 'Pozos de ambición', el resto de mérito recae, de forma automática, sobre Daniel Day-Lewis.
Ganador de un incontestable Oscar por su trabajo, el segundo de su trayectoria, el actor sobrevive incluso a una última escena donde se roza demasiado el esperpento en todos los niveles, incluyendo el interpretativo, gracias a una entrega y compromiso total con su inolvidable Daniel Plainview, uno de los personajes más complejos y apasionantes del cine estadounidense reciente. Imposible dejar de observar sus gestos, escuchar su historia y compartir su sufrimiento. Una bestia salvaje.
Adrien Brody - 'El pianista'
Aunque su carrera se ha ido diluyendo como un azucarillo, hubo una noche, un momento, en el que Adrien Brody conquistó el mundo. En ese instante, la sorpresa que supuso su triunfo en la categoría de Mejor Actor en los Oscar de 2003, su apasionado beso a Halle Berry al recoger su estatuilla y su conmovedor discurso de aceptación, confirmó el respeto y admiración que había conseguido gracias a su sobresaliente interpretación en 'El pianista' de Roman Polanski, un trabajo para el que actor quiso entregarse al cien por cien. Brody tenía claro que se trataba de una película importante, de una historia tremenda e impactante que requería de un compromiso total.
Para ello, el actor decidió desprenderse de todos sus objetos de valor para entender, de la manera más contundente posible, las sensaciones relacionadas con perderlo todo de manera repentina y abrupta. Ni móvil, ni coche millonario, ni apartamento de lujo en el que vivía, nada, el actor renunció a todo ello, llegando a tomar decisiones personales tan importantes como dejar a su novia, con la que compartía una relación de larga duración, para terminar de destruirse por dentro. ¿Mereció la pena? Revisando su interpretación, la respuesta es un rotundo sí.
Daniel Day-Lewis - 'Lincoln'
Empecemos siendo justos con una película infravalorada hasta niveles realmente incomprensibles: 'Lincoln' es un Steven Spielberg sobresaliente. Cine en mayúsculas, inmenso, solemne en el mejor sentido del término, obsesionado con, a través de elementos mínimos, contar hechos grandiosos donde el Lincoln padre, traumatizado, marido y consejero están al mismo nivel de importancia que el político, inteligente y superdotado en su misión de hipnotizar con discursos y anécdotas. Una figura histórica que hipnotiza, impone y apabulla.
Un personaje inolvidable cuyos múltiples rostros se dieron cita en el de la mejor versión posible de Daniel Day- Lewis, cuya interpretación, con la que consiguió el tercer Oscar de su carrera, es, sencillamente, inolvidable. Repleta de matices, casi intimidatoria, estamos ante uno de esos trabajos que quedan para la historia. Tirando de tópico, el actor no interpreta a Lincoln, ES Lincoln.
Leonardo DiCaprio - 'El renacido (The Revenant)'
Parece que fue ayer, pero próximamente se van a cumplir seis año desde El Momento En El Que Leonardo DiCaprio Ganó Su Primer Oscar, un premio que celebramos como si nos lo hubieran entregado a nosotros mismos o a alguno de nuestros familiares directos más queridos. Y era comprensible. Su carrera, repleta de personajes inolvidables, llevaba tiempo mereciendo una repercusión, en términos de premios, de esa magnitud. La culpable, su interpretación en 'El renacido (The Revenant)', tenía todo lo que necesitaba la Academia: transformación física, entrega total y, bueno, la sensación de estar ante un actor que estaba haciendo TODO lo posible para que, de una maldita vez, se rindieran ante su leyenda. Enésimo recital de uno de los mejores actores de la historia del cine.
Anthony Hopkins - 'El padre'
Un recital. De inicio a fin. Lo que hace Anthony Hopkins en la notable 'El padre' es entregar una de esas interpretaciones marca de la caso que, teniendo especialmente en cuenta el último (largo) tramo de su carrera, intuíamos imposible. Y es que, por presencia, entrega, delicadeza, emoción y registros, el trabajo que entrega el británico en la cinta de Florian Zeller bien se puede situar entre lo mejor de su extensa carrera. Sirva como ejemplo definitivo esa última e inolvidable escena con la que Hopkins redondea su jugada maestra. Un Oscar sorprendente teniendo en cuenta el favoritismo del añorado Chadwick Boseman, sí, pero totalmente indiscutible.
Sean Penn - 'Mystic River'
En 2003, Clint Eastwood confirmaba de nuevo su estatus de clásico contemporáneo con un thriller dramático titulado 'Mystic River', adaptación de la fascinante novela del imprescindible Dennis Lehane donde el director se servía de la inestimable ayuda de un reparto inspiradísimo para redondear una película de matrícula de honor que encontraba en el personaje y la interpretación de Sean Penn su punto más fuerte.
Con escenas inolvidables y manejando a la perfección a un personaje cuya evolución, que no deja de ser un regreso inevitable a sus orígenes, marca el ritmo y el tono de toda la película, el actor demuestra ser una auténtica fuerza de la naturaleza capaz de aterrar con un simple gesto, de romper el corazón con un solo grito y de que comprendamos, en cierto modo, todas y cada una de sus decisiones, aunque no las consideremos correctas. Un trabajo que le valió un primer Oscar indiscutible.
Joaquin Phoenix - 'Joker'
Antes del estreno, 'Joker' ya había conseguido despertar una cantidad industrial de comentarios a favor y en contra solamente con un puñado de imágenes previas y un celebrado trailer. Sin embargo, tras su llegada a la cartelera, la película de Todd Phillips obtuvo una unanimidad mucho más cercana a la pasión que al odio, principalmente por una de esas interpretaciones destinadas a perdurar en el tiempo y la memoria.
Y es que, incluso para los detractores de la cinta, el trabajo de Joaquin Phoenix es algo muy parecido a un (histórico) recital. Imposible enumerar la cantidad de escenas inolvidables que regala un actor entregado al máximo, pletórico, inconmensurable. Parecía imposible reinventar al Joker, pero lo consiguió. Y dejó tiritando de impacto al 2019 cinematográfico. Una actuación (y Oscar) para la historia.