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CRÍTICA

'Luces rojas': El truco de magia de Rodrigo Cortés

El director de 'Buried (Enterrado)' nos presenta un thriller con una ambientación muy potente pero con un tema que se le va escurriendo a medida que pasan los minutos.

Por Jesús Agudo Más 3 de Marzo 2012 | 10:18
El redactor más veterano de esta web. Palomitero y fan de que las series estrenen un capítulo por semana.

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Tocar un tema tan complejo como es el de los fenómenos paranormales y cuánto hay de engaño en prácticamente todos los casos que se han podido comprobar no es algo con lo que se atreva cualquiera. Sobre todo si lo quiere hacer desde una perspectiva racionalista que no todo el mundo va a entender. Pero Rodrigo Cortés grabó a un actor metido en una caja y con eso hizo una de las películas más originales en años. 'Luces rojas' sentaba un buen comienzo. Pero algo falla.

Luces rojas

Cortés escribe, dirige y monta un thriller en el que tiene el control absoluto de lo que está haciendo, y sin embargo conforme va pasando la película parece que se le va escurriendo hasta perder totalmente el interés del espectador. Y no será precisamente por el elenco principal. Los cuatro protagonistas, Sigourney Weaver y Robert de Niro a la cabeza, cumplen con creces con sus interpretaciones. Si tuviera que destacar una lo haría con Weaver, que se muestra implacable, estoica, al fin y al cabo, escéptica. Pero con un 1% de duda, ese pequeño porcentaje de lo que no ha sido posible explicar todavía, pero que sigue ahí.

Su compañero de faenas, Cillian Murphy, compone el personaje más complejo del largometraje y no defrauda en el intento. Su talento ya ha eclosionado, mientras que Elizabeth Olsen promete, pero no cuenta con escenas en las que llegue a lucirse. Lo mismo le pasa a De Niro, que en sus actuaciones estelares destila potencia, pero es más un personaje del que todos hablan sin que esté él presente. Si en las actuaciones aprueba, ¿en qué falla 'Luces rojas'?

La película presenta a una doctora especializada en descubrir los fraudes con los que los supuestos psíquicos estafan al crédulo e intentan convencer de no creer en lo que no se puede explicar. Hasta que se cruzan con Simon Silver, más que un mentalista, una celebridad; que pasará por su ciudad en su gira de regreso tras mucho tiempo alejado de los escenarios por un incidente en un show que, precisamente, tenía una explicación totalmente lógica pero quedaba un pequeño atisbo de duda. La batalla entre la razón y la fe entran en juego como un choque frontal de trenes.

Si el planteamiento llama la atención, que lo hace, los problemas van llegando conforme se mete en harina, donde parece que a Cortés le venía muy grande tanta ambigüedad y va perdiendo el hilo y el ritmo, haciéndose una película algo lenta, que no mantiene nuestra atención por mucho que queramos descubrir el truco. El final no ayuda, siendo bastante desconcertante que no nos deja claro qué hemos estado viendo en las últimas dos horas. Por querer dejar el debate relativamente abierto no cierra las ideas que quisiera plasmar.

Nuestros ojos nos engañan

Los puntos álgidos de la trama están protagonizados por unos trucos de magia perfectamente calibrados, llaman mucho la atención y nos distraen de tal forma que quizás estamos pensando cómo ha hecho alguien algo o qué ha pasado y no nos deja ver algo más importante de la escena. Esto está completamente buscado, en el fondo, como dice el propio Cortés, el cine es también una mentira y el director tiene que ser el que nos engañe para que veamos lo que él quiere que veamos. Una trabajo de preparación digno de mención y una ambientación muy lograda que convierte a Barcelona en una urbe norteamericana de pura cepa son los grandes puntos a favor que tiene 'Luces rojas'.

Luces rojas

Pero un thriller tiene que saber enganchar, y mientras que el director consigue como ya hiciera con 'Enterrado' una implicación bastante importante del espectador para ser uno más de los que buscan el fraude, el ritmo trepidante de la cinta protagonizada por Ryan Reynolds no se repite, desviando la atención demasiado y cayendo en una monotonía que ni la obsesiva personalidad de la interpretación de Murphy es capaz de superar.

De nuevo nos encontramos con una película sobresaliente en apartado técnico pero que cuenta con un guión demasiado desconcertante. Pero es un tema quizás demasiado denso y con todavía muchos puntos negros como para tocarlo en un conjunto tan similar a un thriller policiaco común. 'Luces rojas' debería ser el tipo de película que invita a la discusión al abandonar la sala, pero las chispas no dejan ver el trasfondo. Rodrigo Cortés sabe qué hacer para que durante toda la película busquemos la moneda detrás de nuestra oreja, pero tiene que entrenar el arte de la telepatía.