Mark Wahlberg donará su sueldo por los reshoots de 'Todo el dinero del mundo' a Time's Up

Tarde o temprano tenía que suceder. Y fue más bien pronto. Tratando de aprovechar su popularidad en el mundo de la música, pero dándole una vuelta al género, del hip-hop al glam-rock y el heavy metal, Mark Wahlberg protagonizó el relato de ascenso a la fama con más tópicos que se recuerda en la blanda fábula musical 'Rock Star'.

Chris Cole (Mark Wahlberg) es el entusiasta cantante de un grupo tributo de su banda favorita, Steel Dragon, a la que idealiza y gracias a la que sueña dedicarse a la música. Por azar, sustituirá a su cantante en una nueva gira y tendrá todo lo que siempre soñó: estadios llenos, popularidad, dinero... pero también fiestas, excesos y adicciones que le conducirán al lado oscuro de la fama y le harán perder a su novia, interpretada por Jennifer Aniston. Con un mensaje tan elemental como moralista, la olvidable película dirigida por Stephen Herek confirmaba no en vano la facilidad del actor nacido en Boston para encarnar el sueño americano. Incluso con melena y sombra de ojos.

Inspirada en la historia real de Vince Papale, un camarero que en 1976 accedió a unas pruebas de los Philadelphia Eagles y logró ser profesional del fútbol americano pasada la treintena, 'Invencible' supone uno de los primeros grandes retos físicos a los que se sometió Mark Wahlberg a lo largo de su filmografía. La intensidad de los entrenamientos y los partidos es palpable, por momentos aquí ya no se trata solo del hombre corriente que consigue cumplir su sueño, sino de alguien heroico que lleva menos protección de la exigida para correr más hasta convertirse en historia del deporte.

Dirigida por Ericson Core, autor también de la dirección de fotografía, salvo en su más convencional y exaltado tramo final, 'Invencible' se niega a seguir paso a paso las convenciones de una película deportiva al uso. Ya desde su ocre fotografía, que nos traslada con su cuidada ambientación a unos años 70 exentos de oportunidades tras la guerra de Vietnam, el guion trata de prestar atención ante todo a la humanidad del protagonista en un mundo que le es hostil, tejiendo la relación que mantiene con sus amigos y su entorno más cercano. Ellos y no otros son los auténticos espectadores de su hazaña, por la que esta epopeya del hombre corriente norteamericano cobra sentido.

Adaptación de la novela 'Point of Impact' de Stephen Hunter, 'Shooter: El tirador' es la clásica historia del antihéroe norteamericano traicionado por su propio país. En cierto modo, Mark Wahlberg protagonizó una revisión de 'El fugitivo' en clave conspiranoica y a gran escala. Aunque también mucho menos conseguida y casi aún más inverosímil, a lo que no ayuda la efectista e impersonal dirección de Antoine Fuqua.

Su personaje es Bob Lee Swagger, un agente de élite que renuncia a su profesión tras ser abandonado por sus superiores durante una peligrosa misión. Alejado de la civilización, se le ofrecerá un encargo para simular un atentado fallido contra el presidente de los Estados Unidos, que en realidad se trataba de una trampa de una organización paramilitar con influencia en el Senado. Su respuesta será convertirse en un arma de matar hasta acabar con todos y cada uno de los responsables, lo que hace de la película casi una viñeta de acción con personajes estereotipados, una historia que resulta imposible tomar de tomar en serio y un brutal antihéroe que además de demostrar su inocencia al mundo, es capaz acabar con los falsos patriotas sin remordimiento alguno.

De nuevo protagonizando una historia basada en hechos reales, la del boxeador Mickey Ward, conocido como "el irlandés". De nuevo una película deportiva en la que Mark Wahlberg tuvo que entrenar duro y sacrificarse físicamente para dar vida a su personaje. Y de nuevo encarnando la ambición del ciudadano medio por escalar de clase social, utilizando el poder del deporte y los medios de comunicación para identificar al espectador en su hazaña.

Pero 'The Fighter' era distinta a cualquier otra película. Dirigida a golpe de música popular y de un montaje frenético por David O'Russell, se interesa más por la parafernalia que rodea a su familia que por la historia deportiva. En este caso el boxeo es una excusa para exaltar la lucha a toda costa por alcanzar el éxito de una serie de particulares personajes que deambulan erráticos y tratan de aprovechar su situación. El propio Wahlberg ocupa un lugar secundario en la trama, es simplemente el héroe necesario para que su familia salga a flote. Se limita a darlo todo en el ring, incluso no puede evitar sonreír observando la excéntrica interpretación de un Christian Bale que se adueña del protagonismo.

Solo un director con una visión tan adrenalítica y distorsionada de la realidad como Michael Bay podría haber hecho una sátira del sueño americano como 'Dolor y dinero', en la que adapta la historia real de tres culturistas que secuestraron y extorsionaron a un empresario multimillonario para lucrarse y vivir en Miami con todo tipo de lujos. Por supuesto aquello no salió bien.

Mark Wahlberg da vida a Daniel Lugo, un ingenuo entrenador personal cuya ambición no tiene límites, como sí los tiene su inteligencia. El gran acierto de la película es adentrarse gracias a la voz en off en los delirantes puntos de vista de sus personajes. Se trata de no juzgarlos ni ridiculizarlos desde la superioridad moral, sino comprendiendo lo absurdo de sus sueños y del plan iluminado que trazaron. Para al mismo tiempo, desvelarnos la lógica aplastante de su razonamiento, por la que se rige el capitalismo más extremo. Ya lo saben, no lo intenten en sus casas, pero alguien a gran escala y en nombre de los Estados Unidos de América y del liberalismo lo estará haciendo.

Primera colaboración de Mark Wahlberg junto a Peter Berg, con el que también desde la posición de productor se ha convertido en uno de sus más fructíferos y afines colaboradores. Inspirada en el libro de no-ficción Lone Survivor, escrito por Marcus Luttrell y Patrick Robinson, 'El único superviviente' reconstruye la odisea de un soldado de la marina que sobrevivió en 2005 a una fallida misión de asalto en Afganistán.

La película de Peter Berg se centra en dos aspectos relevantes para la construcción del héroe. En primer lugar, la presentación de su equipo, un grupo de jóvenes soldados de élite que son conducidos a una misión suicida en la que no contarán con la ayuda de nadie. Solos ante la adversidad, resistirán colina abajo mientras sacan a relucir sus dotes para el combate. El hiperrealismo y la crudeza de sus imágenes convierten la película en una carnicería que, como su propio título indica, solamente Marcus Luttrell, el personaje interpretado por Mark Wahlberg, podrá contar. La película sirve de testimonio de un héroe real, lo que acaba impregnando de un incómodo discurso patriótico al film, pero también la de un hombre en una situación extrema, que encontrará la humanidad donde menos lo imaginaba.

No puede haber otro síntoma más claro de que la industria de Hollywood te considera el gran héroe del cine acción actual que protagonizar la renovación de la saga 'Transformers' en su cuarta entrega, la más taquillera en todo el mundo.

Mark Wahlberg interpreta a Cade Yeager, un ingeniero mecánico de la América profunda que descubrirá (¡en un cine abandonado, prestad atención!) el paradero oculto de Optimus Prime tras la batalla entre los Autobots y los Decepticons que asoló el país, motivo por el que es perseguido por la CIA y que le hará unirse a la resistencia de los Transformers, luchando cuerpo a cuerpo junto a ellos gracias a que aprender a manejar la tecnología extraterrestre. Pero no olvidemos que también es un padre en apuros. Tiene que salvar la vida de su hija adolescente al mismo tiempo que descubre que tiene novio y sobrelleva como puede la situación. ¿Existe en el cine algo más heroico y norteamericano que eso?

Aunque no era el director inicialmente previsto, J.C Chandor abandonó el proyecto por diferencias creativas poco antes del rodaje, finalmente Peter Berg fue el encargado de dirigir esta extrema película de catástrofes que sigue de forma metódica el proceso por el que se desencadenó en 2012 el hundimiento de la plataforma petrolífera Deepwater Horizon, situada en el Golfo de México, cuya explosión causó una docena de muertos y fue el desencadenante de una grave crisis medioambiental.

'Marea negra' describe de forma muy rigurosa los instantes previos al suceso, pero su falta de sutileza en la construcción de los personajes lastran una película en la que nos acaba interesando más el proceso mecánico que provocó la tragedia que las vidas de todos sus trabajadores, personajes maniqueos al servicio de un mensaje patriotero sin aristas. Ni siquiera el personaje de Mark Wahlberg resuena dentro de esta colección de clichés tan esquemática como tensa y aparatosa, de notables y artesanales efectos especiales, pero fiel a su cita como padre de familia que trata de comunicarse con su esposa, salvar a la mayoría de víctimas posibles y salir para vivo contarlo. Que no es poca cosa.

En 'Día de patriotas' interpreta al sargento Tommy Sanders, oficial de la policía de Boston en plena rehabilitación y cuestionado por sus superiores, que cumple con el castigo de vigilar la línea de meta el día de la trágica maratón de 2013, en la que dos explosiones acabaron la vida de tres personas y causaron cientos de heridos. Pero en esta ocasión no es un héroe al uso o movido por las circunstancias, es algo más, se podría decir que todo un símbolo. El personaje de Mark Wahlberg encarna al cuerpo de policía y al resto de habitantes que aportaron toda la información posible para encontrar a los autores del atentado.

Cuidando su maltrecha rodilla con una mano y sujetando una cerveza Budweiser con la otra, Tommy Saunders se prepara la madrugada anterior del atentado para una larga jornada en la maratón, cumpliendo otro día más con su trabajo. Con esta imagen tan representativa define Peter Berg los valores de su personaje, cuya determinación e insolencia hacia sus superiores le convierten en el espejo del ciudadano medio norteamericano en momentos de crisis, aquel capaz de sacrificar todo por su país y por su comunidad, una ciudad de Boston donde nació Mark Wahlberg y de la que en su monólogo final ejemplifica sus valores. Solo le faltaba llevar otra Budweiser.