La ciencia ficción es uno de esos géneros cinematográficos que no se han tomado vacaciones en ningún momento de la historia a la hora de regalarnos obras maestras. En el caso que nos ocupa en este especial, la querida y (excesivamente) extrañada década de los ochenta, no es una excepción. De hecho, hablamos de diez años en los que la cantidad de películas geniales ubicadas dentro de estas coordenadas resulta asombrosa.
Clásicos que estallaban desde la primera escena ante los ojos de un público que, como ocurre en los mejores momentos de este género, tenían la oportunidad de disfrutar y reflexionar al mismo nivel. Y de emocionarse. Y de vibrar. Y de dejarse llevar. Y de soñar con los ojos abiertos. Y de aterrorizarse. Y de analizar su presente desde la perspectiva de un futuro cada vez más cercano (o no).
En definitiva, estamos ante diez obras excelsas que acumulan las principales virtudes de un género cinematográfico que todavía hoy sigue dándonos infinitas alegrías. Un conjunto de propuestas que, incluso siendo incomprendidas en algunos casos tras su estreno, han terminado ocupando un lugar más que justo entre las páginas más brillantes del séptimo arte.
Lo mejor de la ciencia ficción en la década de los 80
'Blade Runner'
Tres años. 1977, 1979 y 1982. Tres películas. 'Los duelistas', 'Alien, el octavo pasajero' y 'Blade Runner'. No está nada mal, Ridley Scott, nada mal. Entre finales de los setenta y comienzo de los ochenta, el legendario cineasta encadenó una trilogía de obras maestras consecutivas que asentaron su entrada y estrellato en Hollywood e impulsaron una carrera que, de manera automática, pasó de prometedora a legendaria. En el caso de la última de ellas, la monumental película protagonizada por un pletórico Harrison Ford, el tiempo tuvo que terminar de situarla dentro del Olimpo de clásicos sagrados, pero desde el primer momento uno podía sentir que estaba ante algo diferente y apasionante. Clásico inoxidable.
'Aliens: el regreso'
Aquí tenemos otro ejemplo evidente que tumba por completo ese tópico de que segundas partes nunca fueron buenas. En la mayoría de las ocasiones, depende del enfoque, de no repetir la fórmula sin aportar nada nuevo, de saber entender un universo concreto y tener la capacidad de expandirlo hacia distintos lugares, poniéndolo a prueba, apostando por el riesgo y la valentía. James Cameron no iba a cometer el error de no cumplir a rajatabla esta filosofía y aceptó encantado el reto de dar continuidad al clásico con el que Ridley Scott había deslumbrado al mundo siete años antes, eso sí, sin caer en la reiteración ni un segundo. Y ahí estaba la clave que hizo de 'Aliens: el regreso' una secuela ejemplar.
Cameron inyectó una dosis de acción en vena a la saga, incorporó músculo a la trama y sustituyó gran parte de los toques de terror por épica explosiva. Para muchos espectadores no solamente estuvo a la altura de las circunstancias, sino que las superó. Quizás sea mucho decir, pero lo que está claro es que estamos ante una de las mejores películas de la carrera de Cameron, un blockbuster perfecto.
'La cosa'
Hay películas capaces de sobrevivir a base de algo tan básico y complejo a la vez como su sentido de la supervivencia. Falta el oxígeno, se corta la respiración, la tensión quiebra la espalda, el susurro hiela la sangre y el silencio convierte los nervios en espinas. 'La cosa', clásico de la ciencia ficción y el terror dirigido en 1982 por el John Carpenter más inspirado de su carrera, es un ejemplo que continúa cumpliendo con todos y cada uno de estos requisitos. Un clásico con el estatus conseguido y justificado a base de tiempo y cine. Muchísimo cine.
Partiendo de una historia sencilla, pero no por ello menos apasionante, 'La cosa', encontró su grandeza en los detalles, en la forma en la que se alineaban con la naturaleza exacta del conjunto para dar como resultado un brillante ejercicio visual al que, afortunadamente, no le faltaba ni una pizca de alma. Los elementos aparecían en el lugar más idóneo, incluyendo un peligro extraterrestre que era tensión pura, de la forma más adecuada y con la fuerza de una tormenta de hielo a la que uno es incapaz de plantar cara. Una obra maestra que pasaba sobre ti y se terminaba colando en tus huesos.
'E.T., el extraterrestre'
'E.T. el extraterrestre' condensa todas las virtudes del cine de Steven Spielberg, más que numerosas, con la emoción y la capacidad para agarrar al espectador, sea de la edad que sea, y no soltarlo como principales banderas. Muchos nos enamoramos del cine gracias a ella, convirtiéndola en algo más que un clásico contemporáneo. Educación esencial y emocional de primer nivel.
Imposible quedarse con todas y cada una de las escenas que empujan a la lágrima más sincera en una de esas obras maestras incontestables que han marcado a varias generaciones. Esas bicicletas volando, esa flor marchita recobrando la vida, ese corazón latiendo cuando no quedaba esperanza, esa despedida inolvidable. Imposible dejar de volver a ella. Imposible dejar de emocionarse una y otra vez.
'Robocop'
A pesar del tiempo que ha pasado desde su estreno, sigue siendo increíble la forma en la que Hollywood le entregó a Paul Verhoeven la oportunidad de vestir de blockbuster una película tan salvaje, explícita, sangrienta y violenta como 'Robocop'. De acuerdo, los ochenta eran pura libertad, pero incluso así es impactante comprobar la forma en la que este clásico cruzaba casi todas las líneas posibles, redondeando un espectáculo irresistible de puro exceso.
Una propuesta que arranca pisando el acelerador al máximo y consigue mantener el vértigo durante cien minutos trepidantes que no ofrecen respiro alguno. Un disparate maravilloso que disfrutar sin prejuicios ni resistencia.
'Regreso al futuro'
Ni 'Locos por ellos', ni 'Frenos rotos, coches locos', las dos películas que Robert Zemeckis había dirigido bajo la producción de Steven Spielberg antes de enfrentarse a 'Regreso al futuro', habían conseguido ser un éxito. Ni muchísimo menos. Por eso, cuando el director de 'Forrest Gump' se planteó acudir de nuevo al despacho del Rey Midas para sugerirle colaborar en su historia de viajes en el tiempo decidió abortar la misión para evitar un tercer fracaso consecutivo que, probablemente, habría acabado por hundir su carrera de manera definitiva. De esta forma, Zemeckis se puso manos a la obra con 'Tras el corazón verde', estupenda aventura que, al fin, consiguió el beneplácito de la crítica y del público, convirtiéndose en el respiro que el director necesitaba para volver a acudir a su maestro, quien aceptó encantado y llevó el proyecto a la Universal para comenzar a trabajar.
A partir de este momento, empiezan las locuras. Al parecer, uno de los ejecutivos del estudio estaba especialmente creativo y comenzó a sugerir ideas tan delirantes como cambiar al perro de Doc por un chimpancé. Tal cual. Otras de las brillantes decisiones que se plantearon tomar a lo largo del proceso fue cambiar el nombre original de la película por el de 'Astronautas de Plutón', ya que ninguna obra con la palabra 'futuro' en su título había sido un éxito a lo largo de la historia del cine. Spielberg, con el apoyo total de Zemeckis, consiguió tumbar todas estas propuestas. Una de las muchas decisiones brillantes que rodean a uno de los taquillazos esenciales de las últimas décadas.
'Akira'
Para muchísimas personas, la cima absoluta de la historia del anime. ¿Y para el resto? Mínimo, una obra de arte. La 'Akira' de Katsuhiro Otomo llegó a España cuatro años después de su estreno en Japón, pero el eco de su impacto continúa firme entre varias generaciones que encontraron en ella una de las experiencias cinematográficas más brutales de sus vidas. Compleja, hipnótica, trepidante y cargada de imágenes de imborrable recuerdo, 'Akira' es un prodigio que se sitúa mucho más allá de los límites de géneros, estilos y etiquetas. Un clásico inoxidable.
'Depredador'
"Un grupo de mercenarios es contratado por la CIA para rescatar a unos pilotos que han sido apresados por la guerrilla en la selva centroamericana. La misión es un éxito, pero durante el viaje de regreso se dan cuenta de que algo misterioso e invisible está dándoles caza uno a uno. Ese algo resulta ser un cazador alienígena que se queda con las calaveras de sus víctimas como trofeos."
'Depredador', el clásico de culto dirigido por el grandísimo John McTiernan a finales de la década de los ochenta, iba de frente desde su mismísima sinopsis. Poca broma, hablamos de testosterona pura y dura explotando en frases lapidarias, acción ruidosa y un clímax final apabullante. Todo tan previsible como efectivo, tan pasado de rosca como solvente, tan ridículo como divertido. Un éxito en toda regla.
'Mad Max 2, el guerrero de la carretera'
Antes de la llegada de Imperator Furiosa, a sus pies, y compañía, 'Mad Max 2, el guerrero de la carretera' era considera de manera prácticamente unánime la mejor entrega de la saga de George Miller. Y sobraban razones para ello. Un futuro apocalíptico descrito con las mismas dosis de precisión que de energía por un cineasta en pleno estado de forma que elevaba la tensión al máximo, pisando el acelerador en una arrolladora cinta de acción que mejoraba en prácticamente todo a su predecesora, especialmente en sus tramos más vertiginosos. Atención especial a su magistral clímax final y a la fantástica banda sonora del gran Brian May.
'Star Wars: Episodio V - El imperio contraataca'
'Star Wars: Episodio V - El imperio contraataca' triunfó a lo grande como quinto episodio que abrazaba la oscuridad con todas su fuerzas para, sin dejar de lado la aventura y acción que hizo grande a su predecesora, aportar una mayor capa de profundidad a sus personajes, tramas más complejas y, por encima de todo, un número alto de giros que terminaban con el final sorpresa más emblemático del género blockbuster. Sabiendo que los espectadores esperan menos locuras en una propuesta de estas características, George Lucas y Lawrence Kasdan se guardaron el truco perfecto para el desenlace más potente de la saga.
Una escena, una frase, un grito. Historia del cine. El universo de 'Star Wars' saltaba por los aires convirtiendo, de manera definitiva, a Darth Vader y Luke Skywalker en algo más que figuras de acción. El drama se colaba en sus vidas, las palomitas se caían por el suelo de la sala y la saga lanzaba un órdago en toda regla. Ganó la partida. Y con creces.