La séptima temporada de 'Juego de Tronos' estuvo rodeada de la misma polémica de casi siempre, con una legión de fanáticos vibrando cada semana como si estuvieran ante una season finale constante y detractores acusándola de ser una interminable sucesión de lo mismo de siempre. Es decir, violencia gratuita, muchas tramas que no van a ninguna parte, personajes sobrevalorados y desaprovechados y, el tópico más terrible de los tópicos, ser una serie en la que 'no pasa nada'.
Y lo que está claro es que, como de costumbre, los primeros terminaron ganando esta batalla. Audiencias millonarias, revolución mediática, redes sociales incendiadas y un buen puñado de momentos televisivos absolutamente inalcanzables para el resto de competidores. Se trata, sencillamente, de un mundo televisivo explotando semana a semana de pura épica. La pantalla pequeña nunca había vivido un fenómeno de las dimensiones de 'Juego de Tronos' porque, sencillamente, nunca había existido una serie como 'Juego de Tronos'. Para lo malo y para lo bueno.
A lo largo de este especial, regresamos precisamente a ese conjunto de instantes que marcaron para siempre a una séptima temporada que sirvió, especialmente, para dejarnos al mismo borde del infarto con unos compases finales de auténtico infarto. Diez momentos que demostraron, una vez más, que los talones de 'Juego de Tronos' continúan alzados sobre el infinito. Y lo que queda.
Mejores momentos de 'Juego de Tronos' T7
Matanza Frey
Puede que la séptima temporada de 'Juego de Tronos' cometiera muchos errores a lo largo de su desarrollo, pero, desde luego, sus primeros minutos no entrarían en el terreno de la decepción. Imposible no terminar aplaudiendo con las orejas una escena tan brutal, desde todos los puntos de vista, como el protagonizado por una Arya Stark especialmente inspirada en el acto de la sangrienta venganza. Todavía resuenan los ecos de gritos, sollozos y peticiones de clemencia en Casa Frey. Un inicio de temporada realmente espectacular.
Contra los dragones
Como si de un noveno capítulo se tratara, 'Botines de Guerra' apareció en la séptima temporada de 'Juego de Tronos' dispuesto a quemar todas las naves y doblar la apuesta por el espectáculo más épico. Misión cumplida. Un episodio deslumbrante, tan grandilocuente como sobresaliente, que dejó una escena para el recuerdo: Jaime Lannister lanza en mano galopando hacia un inmenso dragón marca Daenerys. Un instante que cortaba el aliento... hasta que aparecía el bueno de Bronn para anular lo que hubiera sido una tremenda pérdida para la serie.
Despedida ejemplar
Mirada tranquila. Pulso firme. Una frase. Nueve palabras: "Díselo a Cersei, quiero que sepa que fui yo". Gloria eterna para Olenna Tyrell, uno de los mejores personajes secundarios de la historia de 'Juego de Tronos'. Y con diferencia.
Escuadrón suicida
El objetivo estaba claro: capturar a un muerto más allá del Muro, presentárselo a Cersei y provocar así una tregua mientras intentan calmar el conflicto con los temibles caminantes blancos. Más allá de la estupidez (o no) que habita en un plan así, 'Juego de Tronos' supo inyectar épica a la presentación de una especie de Equipo A con querencia por los actos de valentía suicida: Jon Snow, Gendry, Tormund, Sandor Clegane, Beric Dondarrion, Thoros de Myr y Jorah Mormont. Un grupo de malotes sin miedo al invierno.
Hermanísimas
Sí, tuvimos que esperar seis temporadas hasta volver a ver a dos personajes tan maravillosos como las hermanas Sansa y Arya Stark compartiendo escena, pero, vaya, mereció la pena. Emoción en estado puro en el que es, sin lugar a dudas, uno de los momentos más maravillosos de la séptima temporada de 'Juego de Tronos'. Y puede que de toda la serie.
La última jugada de Meñique
¿Una temporada de 'Juego de Tronos' sin tener que lamentar la muerte de un personaje clave? Para nada. La celebrada costumbre de la serie de despedir del tablero a una de sus piezas fundamentales se mantuvo intacta, lo que ocasionó un desenlace sangriento y terrible de nuestro amado/odiado Meñique. Su final, pensado y ejecutado por Sansa y Arya, estuvo a la altura de su indiscutible importancia a lo largo de la serie. Un villano inolvidable.
Dream Team
Es sencillo, si en una misma escena tenemos a Daenerys, Jon Snow, Tyrion, Varys, Missandei, Sandor 'El Perro', Theon Greyjoy, Bronn, Cersei, Jaime, Gregor 'La Montaña', Euron Greyjoy, Brienne Tarth y Podrick, casi nada, es inevitable terminar incluyéndola en una lista de estas características. Un encuentro memorable.
Salvadores en el aire
La situación era crítica para nuestro querido Escuadrón Suicida del Invierno. Un conjunto de valientes que se encontraban a las mismísimas puertas de su final a manos de un auténtico ejército de muertos vivientes (y cabreados) y que, en el último segundo, se vieron salvados por los dragones más oportunos de la historia, los cuales llegaban dirigidos por Daenerys en su modo más épico. Un desenlace inolvidable para un capítulo, por lo demás, bastante irregular.
Nombre clave
Y saltaba la noticia: Jon Snow es Aegon Targaryen y, por lo tanto, el legítimo heredero del Trono de Hierro. De acuerdo, no fue una revelación especialmente sorprendente, pero al menos sirvió para confirmar una decena de teorías.
El invierno ha llegado
Tuvimos que aguantar saltos temporales y espaciales ridículos, soluciones argumentales cogidas con pinza y varias subtramas que no llevaron a ninguna parte, pero, maldita sea, apareció un dragón de hielo cabalgado por el mismísimo Rey de la Noche derritiendo el Muro y, de repente, 'Juego de Tronos' volvió a parecerse mucho a la mejor serie de la historia de la televisión. El invierno llegaba en un desenlace de temporada inolvidable y todo quedaba listo para el Gran Final. Estamos preparados.
