En Benedict Cumberbatch se cita lo mejor de la tradición interpretativa inglesa, clase y elegancia por encima de todo, y el aura de las superestrellas de Hollywood, carisma, presencia y ambición. Ante semejante combinación, poca duda, el éxito era cuestión de tiempo, proyectos y suerte. Ya sabéis aquello de que el orden de los factores no altera el producto (final).
El bueno de Cumberbatch ha pasado de Shakespeare a Marvel, de la televisión a los Oscar, de lo clásico a lo suicida, de lo artesanal a lo vanguardista, del amor al acto suicida, sin perder ni una pizca de talento por el camino. Ni siquiera en ese tipo de proyectos que claramente abogaban por el piloto automático se ha permitido un descanso. Si cuentas con Cumberbatch al frente, puede que te falten otras cosas, pero te sobrará pasión desbordada y desbordante.
A continuación, repasamos diez ejemplos de esta entrega, un conjunto de papeles memorables en los que el actor sacó a relucir lo mejor de sí mismo. Interpretaciones espectaculares sin caer en el exceso, medidas, concentradas, emocionantes y brillantes en su (auto)control. Benedict liberado. Excelso Cumberbatch.
Los mejores papeles de Benedict Cumberbatch
'Sherlock'
Todo cambió para Benedict Cumberbatch cuando accedió a mudarse a Baker Street de la mano de Steven Moffat y Mark Gatiss, creadores de 'Sherlock', una de las indiscutibles joyas televisivas de lo que llevamos de siglo XXI. Un prodigio a todos los niveles que mantenía la esencia más característica del inolvidable personaje creado por Arthur Conan Doyle, pero adaptándolo a la siempre compleja actualidad.
Con un contexto digitalizado y tradicional, clásico y contemporáneo, la serie supo crecer con las temporadas, manteniendo intactas las señas de identidad que hicieron de sus primeros capítulos auténticas obras maestras. Horas y horas de excelente televisión lideradas por un Cumberbatch sencillamente perfecto. Uno de esos papeles destinados a marcar toda una carrera.
'Doctor Strange (Doctor Extraño)'
Si hablamos en términos puramente visuales, 'Dr. Strange', obviemos la evidente traducción, es de lo mejor que ha salido nunca del Marvel cinematográfico, entregando decenas de imágenes en las que el vértigo se sucede y la hipnosis colectiva nunca decae. Si analizamos el resto de elementos, todo es más que notable, desde la perfección técnica que se le presumía, hasta la impecable banda sonora de ese genio llamado Michael Giacchino, pasando por un reparto cinco estrellas en el que destaca por méritos propios un Benedict Cumberbatch cuya presencia arrolladora en pantalla termina de convertir en una joya repleta de encanto y personalidad a un personaje que podría haber caído perfectamente en la parodia involuntaria.
Y esa misma sensación se puede adaptar al conjunto, porque, de primeras, 'Dr. Strange' tenía multitud de elementos que la podrían haber convertido en uno de los peores largometrajes del universo cinematográfico de Marvel, y sin embargo, estamos ante una de las mejores películas del estudio, repleta de acción, diversión y entretenimiento para los espectadores que comulguen con el género y aquellos que no suelen hacerlo con demasiada frecuencia.
'The Imitation Game (Descifrando Enigma)'
Basada en la vida del matemático británico Alan Turing, reconocido como uno de los padres de la informática y famoso por haber descifrado los códigos secretos nazis contenidos en la máquina Enigma, 'The Imitation Game (Descifrando Enigma)' contiene todos los elementos que uno espera de una película de estas características, es decir, una historia real potente centrada en un personaje central de altísimo voltaje dramático al que acompañan secundarios que aportan distintos giros a un relato algo mecánico.
A través de un soberbio Benedict Cumberbatch asistimos a una trama que mantiene un ejemplar equilibrio a lo largo de sus poco más de 110 minutos, combinando el thriller de corte clásico con la emotividad imprescindible para contar una vida marcada por la soledad. Nada es excepcional en ella, salvo Cumberbatch, pero todo es notable.
'Star Trek: En la oscuridad'
Con una magnífica factura técnica, un guion menos arriesgado que el de su espléndida predecesora, mucho más convencional, pero igualmente valiosa, 'Star Trek: En la oscuridad' seguía apostando por la diversión y el entretenimiento por encima de todo, sin olvidar los conflictos éticos y morales de unos personajes que habían encontrado en sus actores, principalmente Chris Pine y Zachary Quinto, un carisma que parecía desaparecido.
Si a todo esto le sumábamos la presencia de Benedict Cumberbatch, actor inmenso capaz siempre de transmitir lo que le da la real gana con un solo gesto y que, aquí, además, ofrecía todo un recital, lo que teníamos era una secuela a la altura de las expectativas. Un blockbuster ejemplar desde todos los puntos de vista.
'Agosto'
El concepto 'dramedia' se creó para historias como la que nos presenta 'Agosto', es decir, una trama en la que la sonrisa se combina con el golpe en el estómago, la réplica más ingeniosa esconde todo el veneno que cabe en una frase y los abrazos llevan marca de cuchillos en la espalda. Explosivo retrato de una familia desequilibrada, enferma de miedos, secretos e inseguridades, nos encontramos ante una notable propuesta que no tiene piedad alguna con el espectador y le introduce de lleno en una casa en la que el calor asfixiante parece ser consecuencia de los silencios criminales y las miradas implacables que se lanzan sin pausa una serie de personajes escritos con inteligencia y mimo.
Los favoritismos, los rencores, la resignación y las mentiras solamente encuentran su respiro en la encantadora timidez de los personajes interpretados por una maravillosa Julianne Nicholson y un enorme Benedict Cumberbatch, capaz de poner algo de coherencia y esperanza gracias a unas interpretaciones de una delicadeza realmente conmovedora.
'El quinto poder (Dentro de WikiLeaks)'
Tras escapar de esa cárcel insoportable llamada 'Crepúsculo', el director Bill Condon decidió probar suerte en el género del biopic con 'El quinto poder (Dentro de WikiLeaks)', propuesta destinada a transformar el caso WikiLeaks en trepidante thriller de espionaje. Por desgracia, la película no cumplió ninguna de las expectativas depositadas en ella...excepto las correspondientes a la interpretación protagonista de Benedict Cumberbatch.
Y es que, de principio a fin, el actor británico se entrega al personaje, partiendo de una (algo torpe) caracterización hasta meterse por completo en la piel de Julian Assange. Un trabajo que se sitúa por encima del resto de elementos con clara ventaja.
'El topo'
El gran mérito de Benedict Cumberbatch en la espléndida 'El topo' no es solamente entregar una interpretación de auténtica altura, sino mantener la mirada firme y el tipo frente a titanes de la talla de Gary Oldman, Colin Firth, Tom Hardy, Toby Jones o John Hurt. Casi nada.
La brillante adaptación cinematográfica del clásico de Le Carré firmada por Thomas Alfredson era especialmente inteligente en su manera de distribuir escenas, méritos y lucimientos individuales, pese a tratarse de un claro esfuerzo en grupo. Un trabajo colectivo en el que Cumberbatch, una vez más, mostraba las dimensiones de su extraordinario talento.
'Wreckers'
Con 'Wreckers' llegamos a uno de los grandes tesoros 'ocultos' en la trayectoria de Benedict Cumberbatch. Melodrama romántico que maneja tiempos y recursos dramáticos con la precisión exacta para no empalagar al espectador con giros lloricas y mentiras que son de todo menos piadosas, 'Wreckers' se disfruta desde todos los puntos de vista, pero se eleva de manera definitiva en su duelo de interpretaciones protagonistas. Y es que, tanto Cumberbatch como una excelsa Claire Foy, se apoderan de la película con una fuerza, convicción y compromiso digna del más fuerte aplauso. Él y ella. Ella y él. Músculo y corazón de una película por descubrir.
'Third Star'
La sinopsis de 'Third Star' activa todas las alarmas posibles: 'Cuatro jóvenes, amigos desde la infancia, deciden irse de acampada a la punta más alejada de la costa oeste de Gales. James tiene una enfermedad terminal, y tanto él como sus amigos saben que éste será su último viaje juntos. Quieren tener la oportunidad de disfrutar y, a la vez, resolver las tensiones que han surgido últimamente entre ellos'. Pues eso.
Sin embargo, estamos ante una estupenda película de una emoción contenida más que subrayada, repleta de detalles, sutileza y nudos en la garganta que ganan por goleada a las lágrimas gritadas a los cuatro vientos. Y gran parte de este mérito corresponde a la interpretación central de Benedict Cumberbatch, quien no necesita recurrir a ningún tipo de tics, manierismo o exceso para conquistar a un público que, desde el mismo instante en el que conozca a su personaje, querrá vivir este viaje a su lado.
'El Hobbit: La desolación de Smaug'
Si la pregunta es si 'El Hobbit: La desolación de Smaug' es mejor que su predecesora, la respuesta es sí. Sin embargo, si la cuestión se basa en si funciona como película independiente, las sensaciones son mucho más negativas. A lo largo de estos 160 minutos interminables, Peter Jackson y su equipo son capaces de arreglárselas para construir algunas escenas impecables, ahí tenemos la huida en barriles, pura aventura clásica, pero no pueden controlar su obsesión por una solemnidad constante que, en este caso, está al servicio de la nada.
Porque esta historia continúa siendo un gozo visual, aunque ya nada sorprende, pero narrativamente se ha convertido en algo inflado, excesivo, interminable. Sus personajes caminan por ella sin alma, perdidos entre un relato que deja su espíritu de cuento familiar escondido para ponerse a los pies de la grandilocuencia de la Gran Producción. Eso sí, el dragón interpretado por Benedict Cumberbatch es una creación que justifica casi por completo el visionado de una película que encuentra en el monstruoso trabajo del actor británico la mejor y más contundente de sus virtudes.