De 'Y tu mamá también' a 'Blancanieves': Los mejores papeles de Maribel Verdú

Interpretar a Areusa no es tarea fácil si tenemos en cuenta que Fernando de Rojas le atribuyó dos papeles en uno: el del personaje cómico; y el del personaje tragicómico. Es decir, un regalo para cualquier intérprete que quiera presentar sus credenciales de estrella en ciernes. En 'La celestina' de Gerardo Vera compartió escenas con una jovencísima Candela Peña, todo carisma y talento. Sin embargo, Verdú supo pulir las aristas de un personaje que hace las veces de desahogo cómico y de representación del dolor y la decadencia del enamorado. Su segunda nominación al Goya en cinco años.

El relato de 'La buena estrella' no lo construyen Ricardo Franco y Ángeles González Sinde, sino la interpretación de Maribel Verdú. Con su Marina encarna a la mujer maltratada que consigue salir adelante, pero no desde el prisma de la fuerza y el feminismo actual, sino del que tenía lugar entonces: la ayuda de un hombre externo que la auxilie y que le permita a este tener una familia alejada de su maltratador. De hecho, la historia llega hasta el punto de que Marina y Rafael (Antonio Resines), su salvador y carnicero estéril, deciden mantener una relación de simbiosis en la que él la protege y la cuida, y ella le brinda la oportunidad de tener una familia, aunque el hijo no sea de ambos. 'La buena estrella' es dolor, rabia y esperanza.

'El laberinto del Fauno' es la primera gran producción de Maribel Verdú y el acercamiento a la psique española de Guillermo del Toro. Estrenada en 2005, en ella Verdú interpreta a Mercedes, la madre de una niña que sueña con mundos fantásticos para escudarse de la crueldad de la Guerra Civil española. Su nuevo marido, además de ser el padrastro de su hija, es un general franquista sanguinario que está alejado de lo que su hija quiere para sí misma. Una historia en la que Mercedes, madre coraje del cine español, sufre la ira incontestable de su marido, el rechazo de su hija por no creer en sus mundos de fantasía y la continua carga del peso franquista sobre los hombros de la mujer.

Verdú fue todo sensualidad y comprensión, paz y amor, en 'Y tu mamá también', su primera colaboración en el cine mexicano de la mano de Alfonso Cuarón. Un viaje de amistad cuando tu vida parece perder el rumbo es lo que nos plantea aquí un director que le dio a Verdú la libertad de ser un personaje libre, confundido y en constante arrepentimiento de sus impulsos. Lo curioso es que, a pesar de ser una interpretación que habla sobre la búsqueda de uno mismo, un poco como 'Dreamers' pero con el candor latino, Verdú fue nominada a los MTV Awards al Mejor Beso (dos veces, lo ganó con el de Diego Luna) y también a lo que ellos denominan 'Mamacita del Año', es decir, la actriz más sexy del año. En fin.

Su primer Goya llegó en 2008 con su papel como Ángela en 'Siete mesas de billar francés', dirigida por Gracia Querejeta. Esta vez, el personaje requería de la sensibilidad y la voluntad de una hija que, por respeto a su padre, enfermo, se da la oportunidad de reflotar el bar de la familia. Mientras se sucede esa heroicidad, Ángela va descubriendo que la vida es una mezcla del azar, la vergüenza, el miedo, el rencor, el sufrimiento no expresado y, sobre todo, los silencios. Si Verdú se alzó con el Goya no fue por sus líneas de diálogo, sino por las que permanecía callada, diciéndolo todo con una mirada o una mueca.

En la Galicia de los años 40, Elena (Verdú) y su hijo Lorenzo tratan de ocultar los secretos de la familia mientras sortean las situaciones más dramáticas de la posguerra. Por un lado, su hija mayor se ha fugado embarazada con su novio, lo que supone una deshonra tremenda para la familia que no debe salir a la luz; por otro, su marida vive en un hueco practicado en el dormitorio matrimonial para ocultarse de las avanzadas franquistas. Verdú es el drama mismo que viven todos y cada uno de los personajes, lo concentra hasta el punto de que su director entonces, José Luis Cuerda, no quiso retocar ni un ápice el trabajo que la actriz hacía a diario en el set de rodaje. Momento de llanto mudo, de desesperación y rabia. En 2008, Verdú ya se había especializado en sufrir delante de la cámara.

Sí, Verdú también puede decir que trabajo con el director de la que para muchos es la mejor película de todos los tiempos ('El padrino'): Francis Ford Coppola. El problema que encontramos en 'Tetro' es que la historia no acompaña en ningún momento el tour de force de la actriz. De hecho, el único reconocimiento que tuvo fue la nominación de Verdú al Goya como Mejor Actriz de Reparto. La película es tan rara y autoconsciente de su carácter cinematográfico de autor que ni siquiera sabes si el protagonista de Vincent Gallo y Alden Ehrenreich merece el mismo estatus que la fuerza esporádica de Verdú.

Se celebraba la llegada de 2011 y Verdú no salía del sufrimiento en los sets de rodaje. En 'De tu ventana a la mía' interpreta a Inés, una mujer que no ha podido vivir su vida, sino que ha tenido que adaptarse a las condiciones de una vida dura, miserable y con muy pocos regalos, al amor encontrado y arrebatado. Paula Ortiz creó aquí un relato a tres voces sobre el desamor en el terreno femenino que Verdú se tomó como algo personal. Inés es una demostración de poética personificada, de lucha y flexibilidad interpretativa porque no se trata de un sufrimiento en el drama constante, sino de una batalla interna contras los demonios de la culpabilidad y la soledad.

Quizá su papel más completo es el que construyó en 'Blancanieves' como Encarna, la bruja mala del relato adaptado por Pablo Berger. En blanco y negro, la película huye del clásico cuento, del que sólo toma el nombre, y se instala en la crueldad y la maldad de una madrastra que no soporta que su hija adoptada, Carmen (Macarena García), sea querida, valorada y salga adelante. Una vez más, y así lo supo valorar la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España premiándola con su segundo Goya, Verdú supo mimetizarse en una atmósfera gótica donde su personaje debía demostrar la maldad con gestos y mandatos. Ni una palabra más alta que otra, simplemente, crueldad. Así ideó Berger a su Encarna y en algo más grande lo convirtió Verdú en 2012.