Con Raúl Arévalo siempre parece todo sencillo. Desde el primer momento en el que aparece en pantalla, todo adquiere un valor mayor, dotando a la historia que se esté contando en ese momento de un poder, un magnetismo, una presencia y una personalidad distinta, especial, fascinante. Es la contundencia de un actor que ha conseguido labrarse un lugar privilegiado en el cine español a base de algo tan sencillo y envidiable como el talento, el trabajo y la constancia. La suerte queda siempre relegada a un lugar mucho más cuestionable y personal.
Ya sea desde un papel secundario, como protagonista o incluso como director, volvamos a aplaudir recordando ese magnífico clásico contemporáneo de nuestro cine titulado 'Tarde para la ira', Arévalo parece saber siempre lo que necesita cada personaje, mimetizándose en universos, pieles, voces, miedos, victorias y fracasos ajenos y distintos como si hubieran sido siempre propios. Desaparece en el mismo instante en el que se apagan las luces y resucita con el primer disparo del proyector.
Y ahí estamos nosotros, los espectadores, siempre dispuestos a acompañarle en cada uno de sus viajes, conscientes de estar en buenas manos, acompañados por la envidiable certeza de saber que merecerá la pena. Es lo que tienen los actores de la talla de Raúl Arévalo, que la admiración y la verdad se unen con fuerza para rendirse ante ellos.
Los mejores papeles de Raúl Arévalo
'AzulOscuroCasiNegro'
Hay películas que duelen y que, al mismo tiempo, consiguen reconciliarte con la vida. O al menos, reflexionar con más argumentos sobre algunas de sus principales virtudes y defectos. Esta es una de ellas. Curtido en el mundo del cortometraje, género en el que podemos encontrar algunos de sus mejores trabajos, Daniel Sánchez Arévalo daba el salto al largometraje con 'AzulOscuroCasiNegro', crónica social y emocional de unos personajes que describían a la perfección el universo de su creador. Una película de personajes que encontraban un equilibrio perfecto entre la delicadeza y el grito.
Escrita con sabiduría y emoción, dirigida con pulso firme y contenido, el debut de Sánchez Arévalo sirvió, además, para descubrirnos a intérpretes como Raúl Arévalo, espléndido en un papel que requería de una entrega y compromiso plenamente aceptadas. Un trabajo secundario, sí, pero que conmueve con un protagonismo indiscutible.
'El camino de los ingleses'
El segundo y, por desgracia, último trabajo como director de Antonio Banderas tras la interesante 'Locos en Alabama' terminó de confirmarle como un cineasta tan atrevido como estimulante, tan arriesgado como poético, tan apasionado como apasionante. Y es que, desde su hermosa apertura, 'El camino de los ingleses' se revela como un marco nostálgico y exuberante de la perdida de casi todas las cosas en el siempre complejo asalto al mundo adulto. Una propuesta repleta de aciertos en la que destaca un joven reparto capaz de sacar el máximo a sus respectivos personajes. En ese sentido, Raúl Arévalo golpea al espectador con una fuerza especial, resultando contundente y conmovedor casi de forma simultánea. Su papel es un regalo y su interpretación un hallazgo.
'La vida inesperada'
'La vida inesperada', cinta dirigida por Jorge Torregrossa y escrita por la maravillosa Elvira Lindo, se servía de una Nueva York tan cinematográfica y hermosa como de costumbre, unos diálogos de auténtico nivel y dos interpretaciones mayúsculas para obtener un merecido notable. Comedia triste y lágrima risueña que funciona especialmente bien cuando deja caer gran parte de su peso sobre los hombros de la fantástica química existente entre los soberbios Raúl Arévalo y Javier Cámara. Dos trabajos modélicos a la hora de encontrar el equilibrio entre casi todas las cosas que servía además para confirmar por enésima vez su talento para hacer que lo complicado parezca sencillo.
'Primos'
La historia de estos tres primos inmaduros que viajan al pueblo de veraneo de su infancia para olvidarse de sus problemas y conflictos supone, además de un entretenimiento puro y duro, una maravillosa reflexión sobre la necesidad del ser humano de escapar de sus problemas en el mundo adulto, de encontrar y agarrarse a la primera opción que se le aparezca para desaparecer del lugar del conflicto como si esperara que se solucionara solo. Los protagonistas de 'Primos', una de las mejores comedias que nos ha ofrecido el cine español reciente, consiguen, sin apenas esfuerzo, calar entre un público al que no le cuesta nada de trabajo identificarse con cualquiera de los memorables personajes que se nos presentan. Despiertan el mismo cariño con el que han sido creados por la mente de un Daniel Sánchez Arévalo inspirado de principio a fin.
Ayuda de manera clave un reparto en el que es completamente imposible destacar a un intérprete por encima de otro. Todos ellos, desde un Quim Gutiérrez pletórico hasta una Inma Cuesta de la que es imposible no enamorarse, pasando por el (siempre) genial Raúl Arévalo o una estupenda Clara Lago, pocas veces se ha visto a un grupo de intérpretes tan naturales, convincentes, reales y cercanos. Todo al mismo tiempo.
'Los girasoles ciegos'
No estuvo especialmente inspirado el gran José Luis Cuerda a la hora de firmar esta adaptación de la novela de Alberto Méndez, pero dejó al menos un conjunto de interpretaciones por encima del notable. Tanto Maribel Verdú, siempre maravillosa, como Javier Cámara, contenido y convincente, suponen un atractivo mayúsculo para el espectador, pero es un Raúl Arévalo el que consigue hipnotizar desde la sutileza y la intriga, componiendo con solvencia absoluta un personaje que funciona especialmente bien en su mirada perdida e intrigante. Un trabajo espléndido.
'Gordos'
'Gordos', la película más arriesgada de la carrera de Daniel Sánchez Arévalo, está repleta de logros y errores, temeridades y aciertos, como todo buen salto al vacío se merece. En esta ocasión, las historias paralelas no funcionan todas al mismo nivel, pero eso no es impedimento para que el cineasta de forma a un puzzle en el que, tras su sobresaliente debut, la melancolía y los tonos oscuros ganan una partida en la que la esperanza termina colándose por los rincones más inesperados. Una película ambiciosa y atrevida comandada por un Antonio de la Torre superlativo, alma y corazón de la propuesta, al que acompaña un reparto en permanente estado de gracia en el que destaca un maravilloso Raúl Arévalo que consiguió gracias a su espléndida interpretación el Goya a Mejor actor de reparto. Merecido.
'Promoción fantasma'
Afortunadamente, 'Promoción fantasma' ha ido ocupando con el paso del tiempo un más que merecido lugar dentro de la comedia española reciente más satisfactoria, lograda e inspirada. Infravalorada tras su estreno, la cinta dirigida por un Javier Ruiz Caldera que ya empezaba a demostrar con creces su pulso para arrancar risas al espectador cumplía con la consecución de la práctica totalidad de sus objetivos, brindando en bandeja de plata un entretenimiento constante basado principalmente en gags de eficacia pura y un conjunto de personajes escritos e interpretados con un cariño ejemplar.
En ese sentido, Raúl Arévalo ofrece una interpretación perfectamente medida al tiempo y ritmo que requiere esta historia, resultando tan hilarante como tierno, usando la dosificación de gestos con mucha inteligencia e instinto y componiendo, en definitiva, a uno de esos protagonistas a los que no te cansas de ver en pantalla. Sin lugar a dudas, 'Promoción fantasma' es una de las grandes joyas escondidas en la trayectoria del actor. A por ella.
'Las ovejas no pierden el tren'
No hay nada especialmente memorable en 'Las ovejas no pierden el tren', de acuerdo, pero siempre es un placer ver en pantalla a intérpretes de la talla de Raúl Arévalo e Inma Cuesta, dos de los grandes talentos del cine español. Su química, presencia y buen hacer suponen, de lejos, el mayor atractivo de esta comedia romántica con puntuales destellos de drama que funciona mejor cuando más se acerca al terreno de la congoja, la inseguridad y el miedo de sus personajes. Es ahí cuando Arévalo y Cuesta terminan de elevar una propuesta que, probablemente, habría caído mucho más bajo sin su inestimable ayuda.
'La isla mínima'
En España también tenemos una amplia variedad de buddy movies que consiguen respetar y trasladar el género hasta adaptarlo a un código cinematográfico en el que el costumbrismo y el tópico consiguen fundirse con ganas y sin demasiadas reticencias. Uno de los últimos grandes ejemplos lo tenemos en 'La isla mínima'. Dos policías, personalidades totalmente opuestas y la necesidad de llevarse bien y entenderse lo mejor posible para conseguir descifrar las claves de un caso de los que ponen los pelos de punta. ¿El resultado? Un logro total. Uno de esos casos en los que todo funciona a la perfección, desde unos títulos iniciales arrebatadores, de una belleza abrumadora, hasta el último portazo. Fin de la historia. O principio.
Al frente, Raúl Arévalo y Javier Gutiérrez con dos portentosas interpretaciones a la altura de la dirección de Alberto Rodríguez, brillante, sin fisuras, de un control del detalle y una pasión fascinante. Una película que se suda, se sufre, se vive, se bebe, se analiza y, horas después, se instala en las entrañas gracias a alguna de las escenas más arrebatadoras que se recuerdan por estos lares. Un trabajo de personalidad tan arrolladora que, además de aguantar todo tipo de comparaciones, que vienen y vendrán, puede mirar a la cara a cualquier ejercicio del género que se lo proponga.
'Oro'
La combinación de Agustín Díaz Yanes, Arturo Pérez-Reverte y un reparto absolutamente deslumbrante en el que se daban cita figuras de la talla de Raúl Arévalo, José Coronado, Bárbara Lennie, Luis Callejo, Juan Diego o Anna Castillo, entre muchos otros, convertía a 'Oro' en una de las películas españolas más prometedoras de 2017. ¿Cumplió con las (justificadas) expectativas? No. Ni mucho menos. Sin embargo, dentro de la enorme decepción que supuso ver una cinta incapaz de encontrar algo parecido a vida dentro de su prometedora historia, mejor quedarnos con el vaso lleno que conforma un conjunto de interpretaciones realmente entregadas a la causa y lideradas por un Arévalo que pone toda la carne en el asador, inyectando energía y potencia a un relato caótico y desalmado. De lo mejor y más incontestable de 'Oro'.