A estas alturas de la película, los equipos están plenamente formados y muestran tanta firmeza como convicción: Renée Zellweger sí frente a Renée Zellweger no. Digamos que estamos ante uno de esos 'conflictos', nada de esto es tan serio como para evitar las comillas, en el que el término medio no encuentra demasiado espacio para la actuación, cediendo la práctica totalidad del terreno al todo o nada.
Zellweger, desde casi el principio de su trayectoria, pero de forma especialmente contundente durante la última etapa de la misma, es una actriz capaz de despertar tanto entusiasmo como irritación. Sus gestos y tics más característicos cuentan con fervientes admiradores capaz de perdonar todo y detractores que no soportan más de un par de escenas en su compañía. En este sentido, parece claro que estamos ante una intérprete que no deja indiferente a nadie, lo cual siempre supone un valor extra, un elemento diferenciador y, en definitiva, algo parecido a una marca personal.
Sin embargo, en este especial conviene celebrar más que cuestionar su talento. Para ello, nos servimos de diez películas en las que la actriz entregó lo mejor de sí misma, resultando convincente, divertida, entrañable, fuerte y hasta intrigante. Un conjunto de impecables trabajos capaces de convencer incluso a aquellos que nunca han comulgado con Zellweger. No es un logro menor.
Mejores papeles de Renée Zellweger
'Jerry Maguire'
Frente a la energía y el ímpetu característico de Tom Cruise, Renée Zellweger aportaba a 'Jerry Maguire' un espacio y una presencia para la calma y el encanto. Ahí residía la tremenda fuerza de todas y cada una de sus apariciones, en la inteligencia y capacidad para equilibrar una balanza con la complicidad del mismo nervio. Su química con Cruise funcionaba a la perfección y terminaba de redondear una de esas interpretaciones que, sin dejar de estar claramente orientadas a funcionar como pieza complementaria de un todo dramático, brillan con luz propia.
'Cosas que importan'
'Cosas que importan' no pasaría de ser uno de esos melodramas de manual que insisten de manera descarada en el golpeo emocional al espectador hasta conseguir la inundación lacrimógena total sino fuera por un reparto que realmente cree en la historia que están protagonizando. Y se entregan al máximo para demostrarlo.
En ese sentido, está claro que Meryl Streep se convierte en la gran estrella de la función, aprovechando con su inconfundible talento uno de esos personajes diseñados para el recital de una actriz de su altura, pero conviene reivindicar a una Renée Zellweger alejada de cualquier tipo de pomposidad interpretativa y centrada en entregar un trabajo tan sencillo como conmovedor.
'Persiguiendo a Betty'
'Persiguiendo a Betty', comedia extravagante, distinta a casi todas las demás en sus mejores momentos y algo decepcionante en su acercamiento a los aspectos más tópicos del género, está liderada por la mejor interpretación de la carrera de Renée Zellweger. Tal cual. Desde el primer minuto hasta su brillante desenlace, la actriz consigue encontrar el punto exacto de ternura, inocencia y fragilidad que requiere uno de esos personajes imposibles que solamente pueden salir muy bien o rematadamente mal. Afortunadamente, sucedió el primero de los casos. Un trabajo realmente memorable.
'Yo, yo mismo e Irene'
¿Qué se puede hacer después de firmar una de las comedias más taquilleras de todos los tiempos ('Algo pasa con Mary')? Llamar a Jim Carrey y Renée Zellweger para depositar sobre el inmenso talento cómico del primero y la dosis extra de encanto de la segunda toda una (brillante) salvajada de la talla de 'Yo, yo mismo e Irene'. Los hermanos Peter y Bob Farrelly lo tuvieron claro y repitieron éxito comercial, aunque con una recepción crítica mucho menos cómplice que con su anterior trabajo, gracias a una de esas películas que se mueven constantemente en el límite del exceso y que consiguen arrancar con envidiable facilidad un buen puñado de carcajadas.
'El diario de Bridget Jones'
Desde su espléndido comienzo, 'El diario de Bridget Jones' va a por todas. Y consigue cumplir con todos y cada uno de sus objetivos y metas. Es lo que tienen las (grandes) películas que saben lo que quieren y la forma en la que lo quieren, que no hacen trampa y van de frente. Rodada con la elegancia y el clasicismo de la mejor comedia romántica británica, repleta de escenas memorables, apoyada en un guion de acero y con un reparto de auténtica altura, especialmente una maravillosa Renée Zellweger y un Hugh Grant desatado, esta adaptación cinematográfica de la novela de Helen Fielding supera a su original literario a base de implacable encanto. Siempre en el equipo de Bridget.
'Chicago'
Broadway lleva celebrando esta historia vibrante, sexy y memorable llamada 'Chicago' desde 1996. Es decir, un dato histórico que lo sitúa en el segundo puesto de la lista de espectáculos de mayor permanencia en cartel con más de 8.000 funciones hasta la fecha, una cifra que se complementa con su tremendo éxito en Londres, donde se representó durante 15 años, convirtiéndose así en el musical americano que más tiempo ha aguantado en cartel en la historia del West End.
Un reconocimiento absoluto que se mantuvo intacto tras su oscarizado paso a la gran pantalla en 2002 gracias a una adaptación dirigida con fantástico sentido del ritmo cinematográfico por Rob Marshall e interpretada con contagiosa energía por un reparto en el que, más allá de una pletórica Catherine Zeta-Jones, brillaba una irresistible Renée Zellweger. En definitiva, un espectáculo cinematográfico que conseguía atrapar al espectador de una manera tan convincente que uno casi conseguía oler las tablas del teatro.
'Abajo el amor'
Tras deslumbrar con su trabajo en 'Chicago' y en el mismo año en el que terminaría llevándose un Oscar a casa por su estupenda interpretación en 'Cold Mountain', vamos, en el mejor momento su carrera, Renée Zellweger protagonizado la que es, con toda probabilidad, la joya más desconocida de su filmografía: 'Abajo el amor'. Dirigida con envidiable pulso por Peyton Reed y acompañada por un espléndido Ewan McGregor, la actriz se mimetiza a la perfección con el buscado aroma del Hollywood clásico que desprende una película tan sofisticada como luminosa, tan divertida como encantadora, tan inspirada como radiante. Un conjunto de logros que, sin la inestimable ayuda de Zellweger, habrían sido imposibles de cumplir.
'Cold Mountain'
Y llegó el Oscar. Después de dos nominaciones consecutivas ('El diario de Bridget Jones' y 'Chicago'), la estatuilla terminó en manos de Renée Zellweger gracias a 'Cold Mountain', el notable drama dirigido por Anthony Minghella donde la actriz compone uno de esos personajes secundarios capaces de robar cada escena en la que aparecen.
Una interpretación por encima de las de sus principales compañeros de reparto, con Jude Law y Nicole Kidman a la cabeza, que supone, además, una especie de oasis cómico y encantador en mitad de la tragedia y el dolor que sobrevuelan constantemente esta historia. No es lo mejor que ha hecho Zellweger en su carrera y la sensación es que la Academia quiso premiar la espectacular racha de la actriz más que la interpretación en sí misma, pero, en cualquier caso, está claro que 'Cold Mountain' sería una película peor sin ella.
'Appaloosa'
El infravaloradísimo western dirigido y protagonizado por Ed Harris, 'Appaloosa', aglutina una buena cantidad de virtudes en su interior, desde su brillante conjunto de personajes hasta su clímax final pasando por un guion modélico, pero está claro que su reparto es uno de esos elementos a favor que se sitúan por encima de casi todo. Así, el propio Harris, Viggo Mortensen, Jeremy Irons, Timothy Spall y una fantástica Renée Zellweger que va de menos a más, consiguen elevar todavía más una película que pasó injustamente desapercibida y que sigue siendo uno de esos pequeños tesoros escondidos en el amplio terreno del western contemporáneo.
'Ella es el partido'
Está claro que dentro de la (muy) irregular trayectoria de George Clooney como director, 'Ella es el partido' no destaca especialmente como una de sus obras mayores, pero, desde luego, tampoco sería justo situarla en el lado destinado a sus fracasos más dolorosos. Estamos ante, nada más y nada menos, que una película obsesionada con recuperar la magia, en fondo y forma, de la screwball comedy más representativa de la época dorada de Hollywood, consiguiéndolo exclusivamente en pequeños destellos de lucidez en la puesta en escena y en algún que otro gag sorprendentemente inspirado. Una propuesta simplemente correcta que encuentra en Renée Zellweger la mejor de sus armas. Y es que, desde la estupenda presentación de su personaje, la actriz demuestra estar pasándoselo pipa en todo momento, entregada a la causa y siendo capaz de sacar adelante incluso los momentos más fallidos de la cinta. Espléndida.