Del mismo modo que la ficción televisiva española ha tenido un largo y estimulante recorrido por el género de la ciencia ficción, iniciándose allá por los años 60 con la antología de culto de Narciso Ibáñez Serrador 'Historias para no dormir' -cuyos capítulos atravesaban desde el terror, al fantástico, pasando por el género que en este caso nos ocupa- y llegando hasta nuestros días con otra famosa y alabada serie como es 'El Ministerio del Tiempo', la filmografía nacional no ha estado estimulada por una obra de género unitaria y fácilmente identificable, más allá de contados y muy específicos cineastas.
La primera y más difícil tarea en torno a la ciencia ficción es saber qué significado darle. Un género en el que llegan a enmarcarse obras tan dispares como 'Alien, el octavo pasajero', de Ridley Scott u '¡Olvídate de mí!', de Michel Gondry, pasando por 'Stalker', de Andrei Tarkovsky o 'Star Wars: Una nueva esperanza', de George Lucas, lleva a cuestionarse el significado de dicho término. El novelista francés Michel Butor, escritor de 'La modificación', enmarcaba dentro de la ciencia ficción a aquellas obras que hablasen, específicamente, de viajes interplanetarios, una visión muy reducida que no supo mantenerse largo tiempo en boga y por la que dio comienzo la búsqueda de nuevos y más abarcables significados, referidos, sobre todo, a la materia especulativa, es decir, a aquellos relatos que hablasen de posibles sucesos. De este modo, la ciencia ficción se metió de lleno en la utopía, dando paso a su principal diferencia con el género fantástico en el que, a pesar de similitudes y equivalencias, lo sobrenatural suele hacer un mayor acto de presencia (es decir, en lo fantástico, la ciencia, incluso la desconocida, no suele tener forma ni fondo).
La ciencia ficción ha tenido su mayor exponente europeo en el escritor francés Julio Verne y en el inglés H.G. Wells, escritores que podrían considerarse padres de la ciencia ficción moderna y a los que más adelante seguirían otros autores como John Wyndham, George Orwell o el ruso Isaac Asimov. Al mismo tiempo que en Estados Unidos, autores como Edgar Rice Burroughs convertían la ciencia ficción en un género de masas que copaba las páginas de periódicos y revistas de aventuras -tanto que en 1926 Hugo Gernsback fundó la primer revista especializada bajo el nombre de 'Amazing Stories'-, en España el género era cultivado de manera mucho más escasa. Más allá de antecedentes como 'El Anacronópete' (1887), de Enrique Gaspar, la ciencia ficción en territorio español no tuvo un claro exponente, siendo tanteada por muchos escritores como Miguel de Unamuno, Azorín o Vicente Blasco Ibáñez, sin convertirla nunca en clara seña de identidad.
Los orígenes de la ciencia ficción en España
Probablemente, este sea uno de los principales motivos por los que la ciencia ficción nunca ha tenido en España una gran producción cinematográfica. La falta de referentes, o espejos donde mirarse, ha conducido a nuestros cineastas hacía derroteros muy distintos. Es más, situándonos en los albores del cine, donde el género tuvo una importancia extrema gracias a los contribuciones de Georges Méliès, que con películas como 'Viaje a la luna' (1902) o 'La conquista del polo' (1912) hizo grandes hallazgos técnicos a través de las míticas historias de Julio Verne, podemos encontrar uno de los primeros cineastas españoles de la historia del cine que, siguiendo los pasos de su coetáneo francés, cultivó también la ciencia ficción.
Segundo de Chomón, pionero nacido en Teruel, fue contratado en 1902 por la productora de cine francés Pathè, con la que realizó una de las más importantes obras de género de principios de siglo: 'El hotel eléctrico' (1908). Este increíble ejemplo de como uno de nuestros primeros cineastas tuvo que emigrar para realizar películas de ciencia ficción, es lo que dibuja, en parte, el panorama que durante años hemos podido apreciar dentro de la industria española. Chomón realizaría posteriormente otras obras destacables como 'Viaje al planeta Júpiter' (1909) o 'Viaje al centro de la tierra' (1910), siempre dentro de la casa Pathè.
Es por ello que, para encontrar el primer ejemplo de cine de ciencia ficción hecho en España, hay que avanzar unos cuantos años más, antes de la llegada de la guerra civil. En la todavía etapa muda del cine, España realizó multitud de películas que, a día de hoy, están mayoritariamente perdidas. Pocos son los ejemplos del cine de los años 20 que han llegado hasta nuestros días (en parte por la base inflamable de nitrato que tenían las películas, en parte por las pérdidas sufridas en la guerra). De todos modos, y aunque desgraciadamente no se conserva ninguna copia, tenemos constancia de dos películas como 'Madrid en el año 2000' (1925), de Manuel Noriega, y 'La isla misteriosa' (1927), de Enrique Rambal. La primera, haciendo gala de una visión futurista, mostraba un Madrid convertido en centro de negocios internacional con un enorme canal similar al de Suez.
Estas primorosas muestras, que solo nos han llegado a través de los anales de historia, son las escasas cintas sobre el género que España realizó durante décadas (debido a los periodos de guerra y post-guerra). Por ello, hay que esperar a 1955 para encontrar otras dos cintas de proto ciencia-ficción como son 'La lupa', de Luis Lucía, sobre dos investigadores que andan detrás de un extraño aterrizaje extraterrestre, y 'La otra vida del Capitán Contreras', de Rafael Gil, una especie de 'Los visitantes (no nacieron ayer)' (1993), que se adelantó en 40 años a la famosa cinta. En cualquier caso, no dejan de ser comedias muy en la trayectoria de la época.
Los años 60 y el crecimiento cinematográfico en España
La transformación social de los años 60, así como el inicio de un crecimiento económico, produjo una mejora dentro de la industria del cine que se vio reflejada en un mayor número de producciones y, por ende, en la aparición de más películas de distintos géneros. Dentro de la ciencia ficción podemos hallar obras como 'El sonido de la muerte' (1966), de José Antonio Nieves Conde, 'El rayo desintegrador' (1966), de Pascual Cervera y 'Dame un poco de amor' (1968), de José María Forqué, primera película del grupo musical Los Bravos.
Pero aunque estas películas supongan casos remarcables dentro del género, los años 60 son realmente importantes por otras dos cintas tan distintas y rompedoras como 'La hora incógnita' (1963) y 'Fata Morgana' (1965). La primera supone el único acercamiento al drama de un cineasta tan prolífico y de escaso interés como Mariano Ozores. El realizador de multitud de comedias durante el destape puso su mirada, de manera asombrosa, en el drama de unos lugareños que, por distintos motivos, quedan atrapados en un pueblo tras su evacuación por causas nucleares. Este tema tan candente en esos años, sobretodo en Estados Unidos, está lejos de lo planteado por 'Fata Morgana', ópera prima de Vicente Aranda que muestra una Barcelona desierta por la que pululan asesinos en serie y en la que el interés recae más en lo puramente artístico, con claras referencias a la Nouvelle Vague francesa. Estas dos aperturas, conscientemente inspiradas en el cine americano y europeo de la época, muestran el lento pero significativo desarrollo del que comenzaba a hacer gala el país.
El fantaterror: Años 70 y 80
Si los años 60 ya empezaban a suponer la chispa de cierta apertura social-económica y cultural, dentro de lo que un país de régimen dictatorial puede llegar a abrirse, los años 70 y la etapa de la Transición fueron la llama que puso ante nosotros nuevas miradas y formas de entender el mundo, así como el cine. La aparición del destape y el fantaterror, el género fantástico y de terror producido en España, con claras influencias de la productora inglesa Hammer, dio lugar a una amplia obra de ciencia ficción con motivos eróticos, de cierta temática gótica y casi siempre bajo el manto de un co-producción europea con miras a su distribución internacional. Cineastas como Jesús Franco, Paul Naschy o León Klimovsky, que viraban más hacia el terror pero sin alejarse de la ciencia ficción, son los principales cultivadores de este género.
A su vez, los años 70 también dieron paso a otras películas fuera del fantaterror que jugueteaban, en mayor o menor medida, con la ciencia ficción. El astronauta (1970), de Javier Aguirre, 'Pánico en el Transiberiano' (1972), de Eugenio Martín, con Christopher Lee y Peter Cushing, o 'La isla misteriosa y el Capitán Nemo' (1973), de Henri Colpi, adaptación de la famosa novela de Julio Verne, con Omar Sharif de protagonista, son algunos de estos ejemplos.
Ejemplos que muestran una amplia colaboración con estrellas internacionales y que tiene su máximo exponente en un cineasta de gran importancia para la ciencia ficción española -más por su extensa obra en torno al género que por su calidad- como es Juan Piquer Simón. Gran introductor de los efectos especiales en España, Piquer Simón realizó, durante los años 70, películas como 'Viaje al centro de la Tierra' (1976) o 'Supersonic Man' (1979). El cineasta, que miraba claramente a los grandes directores estadounidenses del género fantástico de aquel momento, continuó su carrera a lo largo de los años 80 de manera muy desigual.
Esta etapa, caracterizada especialmente por la deriva de Piquer Simón hacía un terror más marcado, al margen de películas como 'Misterio en la isla de los monstruos' (1981) o 'Los nuevos extraterrestres' (1983), dio lugar a que las miradas se centrarán en otros intentos más atrevido de convertir el cine español de género en un producto internacional de altura. En una de las únicas y grandes superproducciones que el país se atrevió a hacer en el siglo XX, Fernando Colomo cogió las riendas de 'El caballero del dragón' (1985). La película, que trataba de mezclar el mundo extraterrestre con la leyenda de San Jorge, todo ello ambientado en el medievo, no llegó a convencer ni a crítica ni a público, a pesar de contar con un reparto lleno de estrellas como Klaus Kinski, Harvey Keitel, Fernando Rey o Miguel Bosé. En gran parte, por ello, la ciencia ficción española siguió manteniendo todos esos años una producción de escaso interés, a pesar de los intentos e implicaciones sobre el género.
Las nuevas generaciones: De los años 90 hasta el presente
Con la completa asimilación de los cines modernos norteamericanos y europeos, los cineastas que han nacido y crecido con él llegan por fin a situarse detrás de las cámaras, mostrando un manejo de los géneros muy superior al que había sido mostrado anteriormente por cineastas de otras décadas.
Sin duda, los años 90 fueron una de las grandes canteras del cine nacional presente, dando lugar a cineastas de renombre y recorrido internacional como Alejandro Amenábar o Álex de la Iglesia. Con una visión del cine totalmente distinta, ambos directores realizaron, en sus primeros años, acercamientos al género que aún a día de hoy siguen copando las listas de lo más destacado del ámbito nacional. Hablamos, qué duda cabe, de 'Acción mutante' (1992) y 'Abre los ojos' (1997).
Con referentes tan claros como estos, el siglo XXI se ha presentado como el más prolífico para el género. La aparición de un cineasta esencial para la ciencia ficción española como es Nacho Vigalondo ('Los cronocrímenes', 'Extraterrestre', 'Colossal'), es solo un pequeño ejemplo de las distintas formas que ha ido tomando este cine de autor comercial, con otros modelos tan destacados e importantes como 'Eva', de Kike Maíllo. Aun así, lo más destacable del panorama actual es la posibilidad de encontrar un cine de ciencia ficción comercial de altura, como los ejemplos citados (sin olvidarnos de cintas animadas como 'Planet 51' o 'Atrapa la bandera'), con un cine de autor completamente independiente que bebe de bases prestigiosas para dibujar nuevas formas de cine, como son el caso de Ion de Sosa ('Sueñan los Androides'), Chema García Ibarra ('Uranes') o Miguel Llansó ('Crumbs').
Solo una asimilación clara de los géneros y sus predecesores ha podido lograr que la ciencia ficción comience a tener en España el reconocimiento y valor que durante años ha tenido en territorios extranjeros. Solo así, películas como la recién estrenada 'El Hoyo', de Galder Gaztelu-Urrutia, ha conseguido hablar de distopías y futuros aterradores acaparando prestigio y halagos internacionales allá por donde iba. Su premio a mejor película, mejor director novel y premio del público en el Festival de Sitges, así como uno de los Premios del Público en el Festival de Toronto, son parte de este mayúsculo triunfo que confirman la teoría.
Las 10 mejores películas de ciencia ficción españolas
La hora incognita (1963)
Por una confusión en los cálculos, un proyectil teledirigido con cabeza atómica se ha salido de su órbita y se dirige hacia una zona habitada. Se ordena evacuar el lugar, pero algunas personas, por azar o decisión propia, se quedan allí atrapadas. Hasta la caída del proyectil, podemos observar su vida cotidiana, sus defectos y ambiciones.
Rareza fílmica dentro del panorama español de la época, y aun más curiosa y destacada por su autoría. El director Mariano Ozores (realizador de cerca de 100 comedias durante la época del destape y posteriores), se acercó aquí al único y particular drama de toda su carrera. Una película que bebe de la televisión estadounidense (con claros paralelismos a series como 'La dimensión desconocida') y a la serie b de ciencia ficción de la época. Su mirada íntima y personal de una catástrofe nuclear es lo que la posiciona como una de esas extrañas y poco conocidas cintas a rescatar del cine español de los 60.
Fata Morgana (1965)
Thriller futurista ambientado en una Barcelona desierta, por donde pululan asesinos en serie cuyas víctimas se sienten fatalmente atraídas hacia ellos.
Una de las apuestas más arriesgadas y encriptadas del cine español de los 60. Película que bebe mucho de la Nouvelle Vague, trayendo al cine español un experimentalismo que justo investigarían durante esos años los cineastas de la Escuela de Barcelona, como Vicente Aranda. Un filme de lo más interesante y embrionario, que visto con ojos actuales, sigue siendo un estimulante ejercicio de cine pop rupturista.
Miss Muerte (1966)
Un profesor intenta, mediante cirugía, convertir a los hombres buenos en malos. Cuando este fallece, su hija prosigue sus experimentos adueñándose del cuerpo de una bailarina, Miss Muerte, para vengarse de los médicos que dejaron morir a su padre...
Jess Franco realizó alrededor de 200 películas, la mayoría de ellas dentro del género exploitation europeo, con presupuestos ínfimos, tramas disparatadas y contenido muy cercano a lo pornográfico. Aun así, siendo recordado por un cine de baja calidad, que de todos modos ha generado una amplia legión de fans en nuestros días, si que llegó a regalarnos, durante su primera etapa, películas tan interesantes como 'Miss Muerte'. Todo lo anterior comentado sobre su cine es aquí transformado en una puesta en escena elegante, con un blanco y negro lleno de finura visual. Además, la interesante historia, con ecos de 'Los ojos sin rostro' (1960, Georges Franju) convierten a esta extraña rara avis en uno de los filmes más interesantes del género español, así como de la propia filmografía de su prolífico cineasta.
Acción Mutante (1993)
Bilbao, año 2012. Una extraña banda terrorista, "Acción Mutante", siembra el terror en el país. Está formada por seres deformes que pretenden vengarse de los ricos y guapos. Para ello, preparan el secuestro de la hija de un conocido industrial durante una boda...
España, año 1993. Álex de la Iglesia aparecía en el cine español de la mano de Almodóvar con una de las películas más disparatadas y desconcertantes de los años 90. Satírica y muy divertida, esta ópera prima abrió un camino a nuevos cineastas que se atreverían con películas muy alejadas de lo que el cine español solía abordar (ahí el ejemplo de 'El milagro de P. Tinto o 'Airbag', así como las propias del señor De la Iglesia). Toda una declaración de intenciones que mostraba de manera significativa el manejo de la cámara y la puesta en escena que su director perfeccionaría tiempo después en películas como 'El día de la bestia' o 'La comunidad'.
Abre los ojos (1997)
César es un chico guapo y rico al que le gusta muy poco el compromiso. Sin embargo, en la fiesta de su cumpleaños se enamora de Sofía, la acompañante de su mejor amigo, Pelayo. Nuria, una antigua amante de César, movida por los celos, provoca un accidente de coche en el que ella fallece y el rostro de César queda completamente desfigurado. A partir de ese momento, su vida cambia por completo, convirtiéndose en una horrible pesadilla...
Alejandro Amenábar ya había triunfado con 'Tesis', película realizada con tan solo 24 años, que arrasó en los Goya y abrió unas perspectivas en el cine español de cara al mercado internacional como pocas veces se había visto antes. Amenábar, como casi todo joven de la época, tenía sus referencias en los grandes directores americanos del cine comercial de los 80 (Spielberg, Lucas...). Así, conformó 'Tesis' y después 'Abre los ojos', una película que juega con el imaginario, con los sueños, las fábulas, lo fantástico y el surrealismo. Una obra valiente y significativa, que pese a contener irregularidades, tiene la fuerza y valentía de la juventud. Años después se realizaría un remake americano protagonizado por Tom Cruise: 'Vanilla Sky'.
Los cronocrímenes (2007)
Héctor descubre a través de sus prismáticos a una joven e intenta encontrarla en la profundidad del bosque cuando, de repente, un individuo armado con unas tijeras y la cara vendada lo ataca por la espalda. Huyendo, entra en un centro de investigación en el que un científico le descubre la única manera que hay de huir del asesino: meterse en una máquina que él mismo ha creado. Arrastrado por la situación, se introduce en ella, siendo inmediatamente transportado en el tiempo al mismo día pero una hora antes...
Gran ciencia ficción española. Una ópera prima inteligente, divertida y novedosa sobre los viajes en el tiempo. Con un guion hilado al máximo y llevado a la pantalla con sumo gusto y manejo de los tempos, Vigalondo creaba la película de género más estimulante del panorama nacional del momento (y probablemente de los últimos 15 años). Un puzzle lleno de giros y vueltas de tuerca que mantiene al espectador pegado a la pantalla desde el primer hasta el último segundo.
Planet 51 (2009)
Planet 51 es la historia de una familia de extraterrestres que vive tranquilamente en su planeta hasta la llegada de lo que para ellos es un alienígena: un hombre...
La animación española dio un bandazo en su producción con la más atrevida propuesta, a nivel técnico, que se había hecho hasta el momento. Una película infantil y algo plana, que miraba muy de cerca a la cintas de animación digital americanas, pero sin lograr alcanzar la calidad de los grandes filmes de Pixar o Dreamworks. De todos modos, sorprendía por una calidad del 3-D muy poco vista hasta aquel momento en el cine nacional (luego vendrían las películas de Enrique Gato, así como algunos de los más interesantes capítulos de la serie 'Love, Death & Robots'), además de quedar para la historia como un divertido ejemplo de ciencia ficción animada, con un tronchante punto de partida y una prometedora visión de lo que con el tiempo ha ido llegando a nuestro cine de animación.
Eva (2011)
Año 2041. En un futuro no muy lejano, los seres humanos viven acompañados de criaturas mecánicas. Álex, un reputado ingeniero cibernético, regresa a Santa Irene con un encargo de la Facultad de Robótica: la creación de un niño robot.
Película filmada con fuerza y belleza por Kike Maillo. Una ópera prima de notable madurez estilística, que utiliza todo el imaginario y referentes fantásticos y de la ciencia ficción para construir un relato emocionalmente eficaz. Una cinta extraña, que acerca el género a lo cotidiano, y que sorprende con unos efectos especiales realmente de altura (sobretodo dentro del cine español de autor).
Crumbs (2015)
Cansado de recoger las migajas del pasado, Candy sueña con liberarse del miedo permanente que atenaza su vida. Para ello, emprende un viaje épico y surrealista que lo llevará a través de una Etiopía post-apocalíptica mientras se enfrenta a su temores, a unas brujas, a Santa Claus y a unos nazis de segunda generación.
Con esta espectacular y desconcertante sinopsis, 'Crumbs' se presenta como la ópera prima del director español Miguel Llansó. Un filme inclasificable, rodado en Etiopía de manera súper independiente, y que muestra la mente de un director arriesgado y singular, que apuesta por lanzarse al vacío desde el punto de partida argumental, pero también a través de la forma poética de rodar los preceptos más absurdos. Una película de ciencia ficción que podríamos englobar dentro de ese minúsculo grupo de obras extraordinariamente únicas y diferentes a todo lo que te puedas imaginar.
Colossal
Gloria decide dejar Nueva York y regresar a su ciudad natal tras haber perdido su trabajo y a su novio. Pero, cuando en las noticias informan de que un monstruo gigantesco está destruyendo la ciudad de Seúl, Gloria se va dando cuenta poco a poco de que, a través de su mente, está conectada de forma extraña con estos acontecimientos...
Nacho Vigalondo, tras sus otras dos obras de ciencia ficción, 'Los cronocrímenes' y 'Extraterrestre', nos traía está co-producción entre Canadá, Estados Unidos, España y Corea del Sur que seguía los pasos de su siempre desconcertante y arriesgada obra, que navega entre el humor más absurdo y lo fantástico. En ella, además de demostrar su talento tras las cámaras y la impecable factura técnica que alcanza, Vigalondo nos enseña que sabe contar historias profundas y originales como casi ningún otro cineasta español contemporáneo. Mención aparte merece una Anne Hathaway desenfrenada.