Lo mejor del artista, de eso se trata, Michel Gondry, es que nunca sabes la dirección que va a tomar su mirada, el siguiente paso de su obra, el movimiento inminente de su inspiración. Y eso, aunque también conlleve ciertos riesgos y decepciones, tan inevitables como necesarias en toda carrera creativa, no dejan de ser buenas noticias, especialmente en unos años en los que el factor sorpresa cinematográfico ha estado brillando a base de puntuales destellos.
Curtido en el mundo del videoclip, donde ya demostró su inagotable imaginación y su envidiable capacidad para crear universos en cuestión de tres minutos, Gondry ha construido con paso tranquilo pero firme una trayectoria como cineasta marcada por un mundo absolutamente propio. En ocasiones, muchas, la historia que debía contar jugaba mucho a favor de esa innovación visual e inventiva apabullante, pero, incluso en esos momentos, el francés conseguía aportar un sello propio siempre interesante. Y, en más de una y dos ocasiones, profundamente admirable.
A lo largo de este especial, enumeramos sus diez trabajos más representativos, un conjunto de películas inclasificables y geniales en las mismas dosis. Propuestas que se mueven siempre dentro del ADN de un autor, otra etiqueta innegociable, en movimiento permanente. Y menudo regalo tener la oportunidad de acompañarle en cada vieja en nuestra condición de (privilegiados) espectadores.
Las 10 mejores películas de Michel Gondry
'Tokyo!'
Michel Gondry se unió en 2008 a Bong Joon-ho y Leos Carax en 'Tokyo!', película dividida en tres historias profundamente personales en las que cada uno de los directores ofrece su particular visión sobre una ciudad única. O, mejor dicho, sitúan a seres tan delirantes como inspirados en un lugar absolutamente fascinante, capaz de producir explosiones de color y melancolía con una facilidad pasmosa.
En lo que respecta al tramo dirigido por Gondry, poca sorpresa. El francés tiene claro que no hay tiempo que perder y decide apostar todo a la fugacidad condensada en la mirada perdida de sus criaturas, pequeños robots humanizados con la potencia de una huida. Complicado sacar más en menos.
'The Green Hornet'
Condenada de forma inevitable a ser considera para siempre como la gran obra fallida de la carrera de Michel Gondry, 'The Green Hornet' supuso una pesadilla a casi todos sus responsables, empezando por el propio cineasta.
Sin embargo, esta comedia absurda repleta de espectaculares escenas de acción, pura imaginación, puro Gondry, tiene mucho más en su interior de lo que pueda parecer en un primer vistazo, comenzando, sin lugar a dudas, con la dirección del francés, especialmente obsesionado en la construcción de la set piece más delirante posible, hasta una primera mitad a la que, aún hoy, cuesta encontrar demasiados errores. Por supuesto que no es una gran película, pero este avispón verde encuentra su encanto en la imperfección. Aquellos que quieran reivindicarla, bienvenidos a este barco.
'Human Nature'
Partiendo del guion de Charlie Kaufman, una de las mentes más brillantes surgidas en Hollywood en las últimas décadas, Michel Gondry llegaba al cine estadounidense con las ideas más que claras. 'Human Nature' es una comedia romántica imposible, un delirio científico de primer nivel y un estudio psicológico del ser humano como simio eterno que no puede, ni debe, dejar indiferente a nadie.
Amada y odiada en el momento de su estreno a partes iguales, 'Human Nature' ha ido perdiendo poder dentro de la trayectoria del francés, algo que, en cualquier caso, no ha dañado su notable recuerdo. Estupendo punto de partida.
'La ciencia del sueño'
Escrita y dirigida por Michel Gondry, 'La ciencia del sueño' tenía la inmensa responsabilidad de mantener el listón fijado por su predecesora, la apabullante '¡Olvídate de mí!', último largometraje del cineasta francés sin contar con el estupendo documental 'Block Party'. ¿Lo consiguió? No, pero tampoco supuso una decepción, ni muchísimo menos.
Protagonizada por Gael García Bernal y Charlotte Gainsbourg, cuya química nunca termina de explotar del todo, este romance surrealista y poético, melancólico y soñador, triste y mágico, encontraba en la capacidad de su director para crear pequeñas estampas visualmente deslumbrantes la mejor de sus virtudes. A nivel formal, 'La ciencia del sueño' es un espectáculo a pequeña escala. Lástima que le falte lo más importante, un auténtico corazón latiendo en ella.
'Block Party'
Con Dave Chapelle como maestro de ceremonias a todos los niveles, uno de los mejores cómicos estadounidenses de los últimos años, y una banda sonora en la que queda más que ejemplificado el poder del rap como género musical abrazado a la épica y la excitación colectiva, 'Bloc Party' es el trabajo con el que Michel Gondry se volvió a situar tras la cámara después de la cima de su carrera, '¡Olvídate de mí!'.
Una propuesta perfectamente medida en lo que respecta a sus intenciones y objetivos, así como a los métodos planteados para conseguir cumplirlos, con la que el cineasta inyectaba nervio, caos y equilibrio, elegancia y sabiduría, a un documental que podría haber caído perfectamente en el terreno del lugar común.
'La espuma de los días'
Demostrando una fidelidad y un respeto prácticamente absoluto a la novela original firmada por el genial Boris Vian, Michel Gondry entendió (y ejecutó) 'La espuma de los días' como un material soñado. Por eso, la construcción de este romance marcado por el drama está realizado desde la explosión subrayada de una menta enamorada de la imaginación.
Mejor en su sentido de estampas inolvidables de carácter individual que como conjunto realmente poderoso, esta historia protagonizada por Romain Duris y Audrey Tautou resplandece ante el paso del tiempo con la figura de una caja de sorpresas con querencia por la poesía. Un Gondry repleto de amor y nostalgia.
'Nosotros y yo'
Carta de amor a la adolescencia como instante clave de todo ser humano; reflejo de un estado casi espiritual en el que lo carnal y lo cerebral se someten a pulsos de manera casi constante, 'Nosotros y yo' es una versión especialmente brillante de Michel Gondry, especialmente por lo emotivo de su discurso.
Se ahorra en inventiva visual, aunque nunca termina de desaparecer del todo, algo (afortunadamente) inevitable en la obra del francés, y se apuesta por lo espontáneo y natural, lo cotidiano como fuente de poesía, el trayecto de un autobús como viaje iniciático y definitivo. Es la entrada de Gondry al cine más humano. Una de las mejores noticias que nos ha dejado su trayectoria hasta la fecha.
'Microbe et Gasoil'
La última película estrenada hasta la fecha por Michel Gondry, 'Microbe et Gasoil', viste una historia de dos amigos embarcados en un viaje por carretera a través de Francia en un vehículo que construyen ellos mismos con el aroma del mejor cine de su director. Una amistad narrada con gusto por el detalle, vibrante en su sencillez y delicada en cada una de los acercamientos a sus inolvidables protagonistas.
Todo queda resumido a la perfección en la forma con la que Gondry deja que sus héroes dialoguen sobre lo más liviano y lo más importante, el futuro y el aquí y ahora. Es la demostración más reciente de inspiración de un cineasta que parece encontrarse cada vez más cómodo en la mirada que en las nubes.
'Rebobine, por favor'
Partiendo de una idea algo simple, y un poco absurda, Michel Gondry compone en 'Rebobine, por favor', uno de los cantos de amor al séptimo arte más originales, libres, inspirados y divertidos de las últimas décadas.
Contando con la complicidad total de sus dos protagonistas, brillantes Jack Black y Mos Def, y un grupo de cameos tan sorprendentes como memorables, el cineasta francés consigue sacar oro de cada uno de los homenajes a grandes clásicos cinematográficos que se van sucediendo a lo largo de la cinta. Imprevisible y genial, una película única en su especie. Y mejor así.
'¡Olvídate de mí!'
Pocas dudas. La mejor película de la carrera de Michel Gondry está en '¡Olvídate de mí!'. También la peor traducción jamás realizada sobre un título original en la historia de nuestro país, pero ese es otro tema que nos llevaría más tiempo y peor humor. Aquí estamos de celebración, recordando una obra maestra de principio a fin, una de las más hermosas y crudas reflexiones sobre el amor y el paso del tiempo, sobre los impulsos y las decisiones que no aceptan la vuelta atrás, sobre el futuro como ese lugar que, sin estar, puede llegar a hacer tanto daño desde la incertidumbre.
A Jim Carrey, impecable, le acompaña la mejor versión de Kate Winslet, con la que consigue una química tan sorprendente como inolvidable. A partir de su primer encuentro, todos los milagros se comienzan a suceder sin pausa. Un clásico contemporáneo.