Si nos ponemos técnicos, que nadie se me duerma, la definición exacta del término stop-motion sería la siguiente: animación en volumen, parada de imagen, paso de manivela, foto a foto o cuadro por cuadro que consiste en aparentar el movimiento de objetos estáticos por medio de una serie de imágenes fijas sucesivas. En general, se denomina animaciones de stop motion a las que no entran en la categoría de dibujo animado, ni en la animación por ordenador; es decir, que no fueron dibujadas ni pintadas, sino que fueron creadas tomando imágenes de la realidad. Ahora bien, si nos ponemos sentimentales, ¡azúcar!, el término stop-motion sería lo siguiente: una técnica cinematográfica capaz de convertir la tradición, lo artesanal, en magia visual de primera categoría, belleza pura, poesía en imágenes capaz de desencajar mandíbulas a base de talento hipnótico. Algo así.
Frente a la animación más actual, marcada por el uso de la tecnología más avanzada, los cineastas que continúan apostando por el stop-motion como vehículo preferente para contar sus historia, son poco más que supervivientes/suicidas dentro de una industria más empeñada en destacar la novedad constante que en premiar el triunfo de lo artesanal. El riesgo, por encima de las diferencias, es más que evidente, pero observando los resultados que hemos tenido en las salas de cine de todo el mundo en los últimos años, podemos asegurar sin que nos tiemble el pulso que el género de películas en stop-motion pocas veces se ha mostrado en un estado de forma tan excelso. Y traemos unos cuantos argumentos.
A lo largo de este especial, repasamos diez películas realizadas con la técnica del stop-motion que esconden en su interior cine tan mayúsculo como el de cualquier otra propuesta, sin entrar en etiquetas o géneros. Diez obras maestras indiscutibles que continúan manteniendo intacto su poder para enamorar a aquellos amantes del séptimo arte capaces de detectar la delicadeza y el cariño extremo con el que están marcadas cada una de ellas. No hay un fotograma de más, todo es de una perfección que abruma en este conjunto de propuestas esenciales. Maratón de talento.
Las mejores películas en stop-motion
'El alucinante mundo de Norman'
2012 fue un año especialmente irregular dentro de la animación. Tras varios ejercicios cinematográficos de primer nivel, el género parecía haber perdido algo de fuelle, cayendo en una reiteración y una repetición de fórmulas demasiado evidentes. Sin embargo, en el tiempo de descuento, Laika apareció con 'El alucinante mundo de Norman' para salvar unos muebles que, exceptuando a '¡Rompe Ralph!', parecían destinados a acabar en tierra de nadie.
Una propuesta más arriesgada de lo que pudiera parecer en un primer momento, ahí está el espectacular y oscurísimo clímax final para demostrarlo, que conseguía ir siempre un paso más allá de lo previsible. Una joya que pasó desapercibida para la taquilla pero que el tiempo, siempre sabio, se ha encargado de situar como el triunfo que siempre fue.
'La oveja Shaun: La película'
Al fin, Shaun tuvo su momento. La oveja más carismática de la historia del cine de animación, más que meritorio honor aunque no haya mucha competencia, tuvo que esperar 130 episodios para la pequeña pantalla y algún que otro corto para tener su propia película. De esta forma, Aardman Animations otorgaba un merecido privilegio a uno de sus personajes más emblemáticos, y al mismo tiempo, se enfrentaban a su desafío más arriesgado. Por eso, su éxito es aún más importante si cabe.
Planteada como una comedia de cine mudo con la sombra de Chaplin y Buster Keaton siempre cerca, 'La oveja Shaun: La película' funcionaba como un reloj a la hora de hilar gags perfectos, siempre imprevisibles y efectivos. Un trabajo de una plasticidad hipnótica y con alguna de las escenas más memorables de la historia de Aardman. Una inesperada y celebrada obra mayor que sigue regalando una maravillosa y entrañable diversión.
'¡Piratas!'
Partiendo de un guion de Gideon Defoe basado en sus propios libros, '¡Piratas!' continúa siendo, cinco años después de su estreno, como la obra más infravalorada de la historia de su productora, Aardman. Por supuesto, esto no implica que joyas como 'Wallace y Gromit: La maldición de las verduras' o 'Chicken Run: Evasión en la granja' sean trabajos inferiores, pero sí que conviene reivindicar con mayor insistencia a este prodigio de ritmo y forma dirigido por Peter Lord y Jeff Newitt.
Una propuesta que respeta y ofrece su particular homenaje a la figura literaria y cinematográfica de los piratas pero que, al mismo tiempo, reinventa el género y lo dinamita a base de un sentido del humor que no ofrece descanso. 88 minutos de carcajadas, aventuras, un conjunto de personajes memorables, tanto los principales como los secundarios, y una historia repleta de hallazgos. Difícil pedirle más.
'La novia cadáver'
Tim Burton quería dirigir su propia película de animación. Y 'La novia cadáver' era la historia perfecta. El cineasta, consciente de las posibilidades que tenía este romance clásico en el que se daban la mano un lúgubre mundo de los vivos y un colorido y brillante territorio de los muertos, se lanzó de lleno a un proyecto que se convertiría en uno de los trabajos más redondos de su carrera. Y es que estamos ante una obra de arte de una melancolía y belleza transparente, repleta de notables números musicales (brillante banda sonora de Danny Elfman) y con un acabado formal capaz de cautivar a todos y cada uno los fanáticos burtonianos. Perdón, cautivarnos.
No, no alcanzaba la categoría de clásico contemporáneo que 'Pesadilla antes de Navidad' ha cultivado desde su estreno, pero nos devolvía un Burton repleto de inspiración y genialidad que parecía perdido. Un cineasta que en sus mejores momentos, y aquí estamos ante uno de ellos, es capaz de combinar el humor más extravagante con la poesía visual y la emoción de los cuentos con el romanticismo más clásico, con un talento envidiable.
'Kubo y las dos cuerdas mágicas'
Uno de los últimos grandes triunfos del stop-motion tiene nombre propio, Kubo. Su maravillosa historia, ambientada en un Japón que combina la tradición y la fantasía con resultados memorables, supuso uno de los grandes hallazgos cinematográficos del pasado año, así como la confirmación de Laika como uno de los estudios esenciales dentro del género.
Presentando una de las relaciones entre madre e hijo más hermosas de los últimos años, 'Kubo y las dos cuerdas mágicas' ofrecía un acabado visual que quitaba el hipo y una narración delicada, pausada pero con paso firme, clave para entender su calmada grandeza. Resumiendo, 'Kubo y las dos cuerdas mágicas' es un logro absoluto en todos los sentidos.
'Los mundos de Coraline'
El director Henry Selick se estrenaba en la productora Laika a lo grande. Tras una primera obra maestra del stop-motion, 'Pesadilla antes de Navidad', el cineasta conseguía un segundo triunfo consecutivo, magistral con 'Los mundos de Coraline', inolvidable adaptación de la novela de otro genio, Neil Gaiman, capaz de combinar a la perfección las personalidades y universos propios de director y escritor.
Una propuesta que se servía de la técnica stop-motion para conseguir la plasticidad exacta de las pesadillas, el lado más perturbador y tétrico de la mente de una niña que busca, sencillamente, encontrar su lugar en la vida. Una película demasiado cercana al terror como para que la taquilla se rindiera a ella, un hecho que tuvo como consecuencia directa su conversión automática en joya de culto. Una de las cimas indiscutibles del género y uno de los puntos de inflexión más evidentes dentro del género.
'Mary and Max'
Max, un tipo solitario de Nueva York que convive exclusivamente con una serie de problemas mentales que le provocan numerosos ataques de ansiedad, alejado de la sociedad y el mundo que le rodea. Mary, una niña de Melbourne con la autoestima por los suelos que sobrevive a las burlas e insultos diarios de sus compañeros del colegio. Ellos son el corazón y el alma de 'Mary and Max', con toda probabilidad, la obra cumbre del cine de animación en stop-motion de la primera década de los 2000. Y una de las mejores películas de aquella etapa, sin distinción de género.
Basada en la relación con carta que el director Adam Elliot mantuvo durante casi 20 años con un amigo de Nueva York, 'Mary and Max' lleva al espectador hasta las lágrimas más sinceras a base de cine en estado puro y de un excelso control narrativo y emocional para contar una historia tan sencilla como inolvidable. Una auténtica maravilla de inicio a fin.
'Pesadilla antes de Navidad'
Ok, 'Pesadilla antes de Navidad' está dirigida por un Henry Selick en permanente estado de inspiración, todo el mérito en ese sentido, pero es innegable que el alma, corazón y esencia de la película corresponde, en un cien por cien, a Tim Burton. O, mejor dicho, a la mejor versión posible de Tim Burton.
Convertida con el paso del tiempo en uno de los clásicos del catálogo del cineasta, el cuento más tétrico y original jamás escrito sobre la Navidad continúa siendo una experiencia cinematográfica repleta de recompensas para millones de espectadores que siguen cayendo en las redes Jack Skellington, uno de los personajes más inolvidables jamás creados con la técnica del stop-motion. Hablamos de un clásico, un respeto.
'La vida de Calabacín'
En 'La vida de Calabacín', adaptación de una novela de Gilles Paris convertida en la última gran joya de animación stop-motion que demuestra, una vez más, el tremendo potencial de esta técnica cinematográfica, se tratan temas tan delicados como los abusos sexuales a menores, la soledad, la drogadicción o la muerte, entre otros, sin cruzar en ningún momento la peligrosa línea que separa el tacto sutil y casi poético del morbo manoseado y lacrimógeno.
Solamente por esa proeza, deberíamos seguir celebrando por todo lo alto la existencia de una película que, en otras manos y con otras intenciones, habría caído definitivamente en el golpe gratuito al espectador, la sobreexposición de sentimientos y sensaciones de personajes, la búsqueda más simple del llanto general. 'La vida de Calabacín', tan humilde y artesanal en apariencia, esconde uno de los reflejos más complejos y valiosos vistos en mucho tiempo sobre la pérdida y la reconstrucción de una vida, el peso de la fina línea que separa los ojos tristes de un niño con los de un adulto que se ha acostumbrado a echar de menos. Emociones poderosas que merecían una película a la altura. Y la han encontrado.
'Fantástico Sr. Fox'
Confirmado como uno de los cineastas más originales, personales, y sí, imprescindibles de la pasada década gracias a joyas de la talla de 'Academia Rushmore', 'Life aquatic' o la imprescindible 'Los Tenenbaums. Una familia de genios', Wes Anderson dejaba a todos atónitos al anunciar que adaptaría una novela de Roal Dahl protagonizada por una familia de zorros en permanente crisis familiar y existencial usando la técnica del stop-motion. ¿Hemos dicho ya que se trata también de un director imprevisible?
Las alarmas saltaron ante el que se podía identificar claramente como el mayor salto al vacío de Anderson hasta ese momento, pero tras el estreno de la película, la sensación pasó a ser puro entusiasmo. Todo funcionaba en otra joya maravillosa del cineasta, una de esas películas/milagro en la que todo fluye con la naturalidad excepcional de los clásicos que parecen creados pasado mañana. Un trabajo destacado dentro de una trayectoria impecable. Ya salivamos pensando en 'Isle of Dogs'.
