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CAMINO A LOS OSCAR

'Mi nombre es Harvey Milk', mártires modernos

Gus Van Sant nos oferece una irregular biopic que se centra más en imitar la estética documental que en ofrecer los servicios de éste.

Por Óscar Martínez 20 de Febrero 2009 | 08:48

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Gus Van Sant ha reunido un reparto de lujo para 'Mi nombre es Harvey Milk', con Sean Penn, Josh Brolin, Emile Hirsch, Diego Luna y James Franco entre otros, siendo nominada a un Globo de Oro que no obtuvo, pero optando a nada más y nada menos que a nominaciones a los Oscar.

Cansado de huir de sí mismo, Harvey Milk deja un puesto ejecutivo en Wall Street para salir del armario y mudarse al barrio Castro, de San Francisco, con su eterno compañero Scott Smith. Abre una tienda de cámaras que no tarda en convertirse en el punto de encuentro del barrio, cuyos vecinos no tienen otro lugar para reunirse en una época particularmente rígida. Harvey se da cuenta de que no son pocos y empieza a hablar por ellos. Se enfrenta a empresarios, sindicatos y políticos intolerantes. Su mensaje de libertad y esperanza le crea muchos enemigos, y deberá enfrentarse a Dan White, el hombre que acabará asesinándole. Pero incluso después de su muerte, la voz de Harvey habla de la valentía de una generación que abrió una nueva época de tolerancia y entendimiento.

Mártires modernos

Sin duda alguna, la filmografía de Gus Van Sant es de todo menos regular, y no me refiero concretamente a su calidad, sino más bien a su constante variedad de registros y búsqueda de la experimentación. Ensalzado como director de culto incomprendido por ciertos sectores, el cineasta de Kentucky es capaz tanto de servirse del cine más comercial ('El indomable Will Hunting', 'Descubriendo a Forrester'), como de obsequiarnos con experimentos con tendencias indie y underground, que han dado con resultados completamente dispares ('Elephant', 'Last Days'), o incluso aventurarse a la autoinmolación revisitando un clásico incontestable como Psicosis.

'Mi nombre es Harvey Milk', por contra, debería quedar encasillada en la primera categoría antes mencionada, quedando en un producto digno aunque abiertamente comercial, y toadvía más abiertamente enfocado hacia la gala de los Oscar. Y es que la biopic de, por decirlo de algún modo, mártires de nuestro tiempo, es una de las debilidades de la gran fiesta del cine, al menos en cuanto a nominaciones se refiere.

'Mi nombre es Harvey Milk' es poco más que una biopic al uso, completamente aséptica en cuanto a técnica se refiere (a excepción de algún plano que parece pretender imitar la obra más conocida de van Eyck), y que apenas sí se sostiene por sus interpretaciones principales, encabezadas por Sean Penn y James Brolin, si bien el sobrio trabajo de éste último se le antoja a un servidor bastante superior al del protagonista del film. Secundarios como James Franco o Alison Pill ofrecen la cara positiva, tratando de contrarestar sobreactuaciones completamente gratuitas como las de Diego Luna, y un exceso de metraje nacido del abuso de manifestaciones multitudinarias que poco ofrecen a la película propiamente dicha.

A todo esto, cabe sumarle un guión de cajón, absolutamente previsible se mire por donde se mire, que elude en casi todo momento la introspección de un personaje que podía haber dado mucho más de sí en su interiorización que no en un constante exhibicionismo casi panfletiario, por lo que un servidor no puede dejar de pensar que si su director hubiera optado por realizar una verdadera biopic, en lugar de limitarse a imitar la estética documental, nos encontraríamos ante un producto de calidad muy superior.