Este 25 de enero, y en conmemoración del 50 aniversario de las tiras cómicas creadas por Francisco Ibáñez, se estrena 'Mortadelo y Filemón. Misión: salvar la tierra', dirigida por Miguel Bardem en sustitución de Javier Fesser y con Edu Soto, Pepe Viyuela, Berta Ojea, Mariano Venancio, Janfri Topera, Carlos Santos, Emilio Gavira y Carmen Ruiz como protagonistas.
Coincidiendo con una gran sequía, un grupo de malhechores se propone eliminar las reservas de agua que quedan en la tierra. Los mejores agentes secretos del mundo se reúnen urgentemente, pero no cuentan con ninguna pista. Para empeorar las cosas, el malvado Botijola planea atentar contra esa reunión, para acabar así con todos los agentes. Su intención es convertir la bebida que lleva su nombre en el sustituto del agua. Para ello, intentará también secuestrar al profesor Bacterio. Sin embargo, hay dos cosas con las que Botijola no contaba. Por un lado, Bacterio, antes de ser secuestrado, escondió las piezas de su invento en distintos momentos históricos, utilizando la máquina del tiempo. Por otro, hay dos de los agentes internacionales que no han acudido a la reunión saboteada, ellos van a convertirse en la única esperanza del mundo. Mortadelo y Filemón tendrán que dejar de lado sus disputas para volver de nuevo a la acción, con la inestimable ayuda de Ofelia y siguiendo los designios del Súper.
Y luego se preguntan por qué la gente no va a ver cine nacional...
En lugar de Misión: salvar la tierra, esta prescindible secuela debería haberse titulado Misión: hundir todavía más el cine nacional o Misión: matar el cine. Tal y como ocurriera con la primera entrega, las aventuras de estos míticos personajes del papel impreso han sido alteradas para convertir sus gags en una suerte de frikismo patrio absolutamente deleznable. Y es que dudo bastante que alguien que se haya criado con las tiras cómicas de Ibáñez le encuentre la más mínima gracia a este peñazo de película, en el que tienen cabida hasta imitaciones del ¡¡¡cuñaooo!!!.
Lejos queda el recuerdo del humor gráfico de historias como las de Chapeau el Esmirriau o similares, en una película aburrida a matar y que a veces se encuentra más cercana a aberraciones en la línea de 'F.B.I (Frikis Buscan Incordiar)' que en los primerizos trabajos del anterior director, Javier Fesser, como el cortometraje El secdleto de la tlompeta o la curiosa 'El milagro de P. Tinto'. Hablo del anterior director porque la mano de Miguel Bardem no se aprecia por ningún lado, manteniendo la misma estética y estilo que su predecesor, ciertamente lo único rescatable de una película que en líneas generales es mejor olvidar.
Apenas un par de gags pueden salvarse de sus algo más de cien minutos de metraje, como el cameo de Toni Albà imitando al Rey -tal y como hace semanalmente en la genial 'Polònia'-, y alguno más. El resto, deleznable, incluído el digitalizado perro Bush, totalmente prescindible y carente de gracia alguna, y que tira por los suelos el cómputo general de unos efectos especiales más que dignos. Incluso Edu Soto hace que echemos de menos al anterior Mortadelo, Benito Pocino.
Un insulto a la inteligencia y, lo que es peor, a las tiras de Ibáñez.