Hay artistas que gracias a su peculiar físico han conseguido ganarse un hueco en la historia del celuloide. Este es el caso de Kiel, actor estadounidense cuya carrera estuvo marcada por la enfermedad que padecía, acromegalia, lo que provocó que su estatura alcanzara los 2,17 metros de altura. Esto le daba un aire intimidante, que fue aprovechado por varias series de televisión como 'Costa Bárbara' o 'El agente de CIPOL' antes de que le llegara su gran oportunidad cinematográfica.
En 1977, hace su primera aparición en la saga Bond en 'La espía que me amó' para interpretar a "Tiburón", un asesino a sueldo con pocas luces contratado por Stromberg (Curt Jurgens) para ponerle las cosas difíciles al agente 007, contando con la principal particularidad de tener unos dientes afilados de acero con los que puede destruir casi cualquier cosa. Aunque su presencia era más bien de carácter cómico y la idea inicial era acabar con él al final de la película, el productor de cine decidió salvarlo para ver si calaba hondo entre el público. Dos años más tarde retomaría al personaje en 'Moonraker'.
Más allá de "Tiburón"
Lejos de la saga Bond, en su carrera encontramos papeles secundarios en películas tan conocidas como 'El jinete pálido', 'Happy Gilmore (Terminagolf)' o 'El rompehuesos', donde compartía créditos con el "enclenque" Burt Reynolds. Sus últimos trabajos relevantes para la gran pantalla fue en el 'Inspector Gadget', donde interpretaba un papel similar al de "Tiburón", y prestando sus cuerdas vocales al personaje de Vlad en 'Enredados'.