En el ciclo de la vida, las historias se repiten. Y en Disney esto lo tienen grabado a fuego, especialmente en la última década. Con Bob Iger al mando, la Casa del Ratón está priorizando sus propiedades más populares y rentables por encima de las ideas originales, lo que ha dado paso a una era en la que las secuelas, las precuelas y los remakes son la norma. El impresionante éxito de 'Del revés 2 (Inside Out 2)' y 'Vaiana 2' este año es la prueba de que, por mucho que nos apene que la creatividad se haya relegado a segundo plano, la estrategia funciona y es lo que el gran público quiere.
En este contexto llega 'Mufasa: El Rey León', quizá el mayor exponente de ese juego a lo seguro de Iger en los últimos años. El remake en "acción real" del clásico animado de 1994 (una de las grandes obras maestras del estudio) se convirtió en 2019 en una de las películas más taquilleras de la historia. Expandir la saga de la sabana africana y su mitología era cuestión de tiempo, y cinco años después, llega una precuela destinada a rellenar los huecos de la historia pulsando el botón de rewind para mirar hacia atrás, otra vez.
Barry Jenkins, oscarizado director de 'Moonlight' y 'El blues de Beale Street' fue la sorprendente elección de Disney para encargarse de la historia de orígenes de Mufasa, a la que ha dedicado cuatro años de su carrera. La película nos lleva al pasado para mostrarnos cómo un huérfano desterrado por la tragedia llegó a convertirse en el rey de las Pride Lands, cómo su hermano se transformó en el villano que todos conocemos, Scar, y el épico viaje que precedió a todo esto. Para ello, la película se vale de un narrador de excepción, Rafiki, quien se encarga -con Timón y Pumba añadiendo el audiocomentario meta y chistoso- de contar a Kiara, la hija de Simba, la historia de su abuelo.
Es un relato de varias generaciones que toma algún que otro elemento de las secuelas directas a vídeo (como la mencionada Kiara o la narración poco fiable de Timón y Pumba), pero presenta una nueva historia, eso sí, construida intrincadamente sobre el esquema de la película original. Porque si algo salta a la vista, especialmente durante su primera hora, es la intención de repetir la fórmula de algo que ha funcionado dos veces, en busca de conseguirlo una tercera. Ahí está el mayor defecto de la película, no solo por el déjà vu que provoca, sino porque en el agravio comparativo con el clásico original, vuelve a salir perdiendo. Apoyándose en esa idea del ciclo que da vueltas y nos lleva una y otra vez al principio, en 'Mufasa', todo está diseñado como reflejo de 'El Rey León', su estructura narrativa, su viaje del héroe, hasta sus canciones.
Detengámonos un momento en esto último antes de seguir. Tras 'Vaiana', 'El regreso de Mary Poppins' y 'La sirenita', Lin-Manuel Miranda continúa su fructífera relación con Disney componiendo una nueva colección de temas originales que también se miran al espejo de su predecesora, tomándose al pie de la letra la reverencia por el inolvidable trabajo de Elton John y Tim Rice. Cada canción de 'Mufasa' es una réplica de lo anterior: tiene su 'Ciclo sin fin', su 'Voy a ser el Rey León ', su 'Preparaos', su 'Es la noche del amor'... Las canciones llevan el sello inconfundible del creador de 'Hamilton' (cada vez que empieza una canción, puedes imaginar a Miranda cantándola) y su capacidad para crear melodías pegadizas es indudable, pero aquí, el resultado es muy irregular y da la sensación de que va con el piloto automático. El tema más memorable es sin duda 'I Always Wanted a Brother' (suerte sacándooslo de la cabeza), pero el resto no están a la altura.
Volviendo a la historia, el guion de 'Mufasa', firmado por Jeff Nathanson, Linda Woolverton e Irene Mecchi, se apoya demasiado en lo visto anteriormente, pero acaba salvando muy bien los muebles a la hora de conectar las piezas de la historia para responder a muchas preguntas que, si bien no nos habíamos hecho necesariamente hasta ahora, había que responder en una precuela. El conflicto que vertebra la película es la relación entre Mufasa y Taka (el nombre de Scar antes de convertirse en el villano) y qué ocurrió para que no solo se distanciaran, sino para que el segundo acabase asesinándolo con el tiempo. Y en ese ejercicio de retrocontinuidad se hacen hallazgos bastante interesantes, e incluso hay sorpresas y revelaciones impactantes, lo cual tiene mérito.
A lo largo de todo el metraje se puede sentir la tensión entre su naturaleza de producto diseñado para extender una IP y arrasar en taquilla y la intención de su director y guionistas por otorgarle un peso dramático y personal que justifique su existencia artísticamente. Con la batuta de Jenkins, 'Mufasa' acaba encontrando su sentimiento. El director de 'Moonlight' se toma en serio su trabajo y, evocando a sus proyectos anteriores, eleva el material reflexionando sobre las relaciones familiares (de sangre o encontradas), la influencia de los padres en los hijos, el destino y el legado, con acertados golpes de humor y permitiéndose incluso añadir pinceladas de comentario político sobre los líderes, la monarquía y el poder, que sin duda llamarán la atención del púbico adulto. Todo esto ayuda a que 'Mufasa' supere puntualmente su condición mercantil para convertirse en algo más sólido y trascendental, algo que merecía la pena contar.
Tecnología vs. Historia
Una de las principales quejas a las que se enfrentó el remake fotorrealista de 2019, más allá del hecho de ser un copia y pega sin la magia y el alma del original, fue la falta de expresividad de los personajes. En su búsqueda del realismo, la película dirigida de Jon Favreau caía en el valle inquietante, realizando básicamente un documental de naturaleza en el que la emoción de los diálogos y las canciones no se correspondía con los rostros inmutables de los protagonistas.
Pues bien, Disney tomó nota y con 'Mufasa' adopta otra perspectiva al respecto. La nueva película es menos National Geographic y más cartoon. El fotorrealismo sigue ahí, pero hay mucho menos miedo a que se perciba como animación y no tanto interés en "engañar" al espectador. En este sentido, los personajes transmiten mucho más claramente las emociones, sus rostros son más elocuentes y flexibles, y por tanto, hay más vida. De esta manera se subraya mucho mejor el excelente trabajo de voces que desempeña el elenco en inglés (inciso: para realizar esta crítica solo hemos visto la versión original subtitulada), con Aaron Pierre y Kelvin Harrison Jr. a la cabeza insuflando espíritu a Mufasa y Taka.
En cuanto a la acción, también hay cambios. Si 'El Rey León' (2019) era una imitación sin vida en la que los números musicales eran despojados de toda la fantasía de la original, 'Mufasa' se permite dar más rienda suelta a la imaginación en lo visual, con un mayor dinamismo y sentido del espectáculo blockbuster. Jenkins incluso se pone experimental y creativo en los enfoques y movimientos de cámara, diferenciándose de otros "live-action" de Disney en su forma de presentar y estilizar las escenas de acción (similar a lo que el estudio hizo con 'Tarzán' a finales de los 90). Por esto se aconseja no verla muy cerca de la pantalla, o tomar una Biodramina antes.
'Mufasa' es técnicamente impresionante, y aunque a su historia le cueste estar a la altura de su tecnología, Jenkins la saca a flote teniendo bastante en contra. Estando tan cerca el ejemplo de 'Vaiana 2', donde ocurre algo parecido, aquí, al contrario, se puede sentir una mayor intencionalidad a la hora de contar una historia con más jugo y entidad que se sirva de su incontestable esfuerzo y despliegue técnico. Si hemos de volver a la era de las secuelas (o precuelas) directas a vídeo, por muy triste que nos resulte, al menos 'Mufasa' sigue el ejemplo de sus predecesoras, 'El Rey León 2: El tesoro de Simba' y 'El Rey León 3: Hakuna Matata', erigiéndose por encima de las expectativas de este tipo de productos. No es mucho, pero es algo.