A estas alturas ya nadie puede poner en duda que Hollywood es una industria sexista dominada por hombres. Además de la brecha salarial y los datos tan pobres sobre la cantidad de mujeres con voz para contar sus historias, el movimiento #MeToo nos obligó a afrontar la gravedad de prácticas de abuso y acoso completamente arraigadas, sobre las que todo el mundo bromeaba, pero nadie se tomaba en serio. Aunque poco a poco Hollywood, como la sociedad, está despertando ante el cambio, el debate sobre el sexismo en el cine sigue estando dominado por la experiencia de actrices y directoras conocidas por el gran público, olvidando el resto de profesiones donde la presencia femenina ha sido también mermada hasta convertirse en algo casi anecdótico.
Según el informe The Celluloid Ceiling, en 2018 solo un 8% de las películas han estado dirigidas por mujeres, un 16% escritas, un 26% producidas y un 21% editadas. Datos un poco mejores que en 2017, pero alarmantemente desiguales y que, atendiendo a la columna de 1998, no han fluctuado demasiado en los últimos 20 años. Sin embargo, estas cifras no siempre han sido tan dramáticas, en los inicios de la industria cinematográfica la mujer se lanzó a escribir, dirigir y crear historias con la misma pasión que sus compañeros, cuando el cine aún era un misterio y un arte por definir.
De hecho, durante los primeros compases de la cinematografía, el trabajo del montajista (entonces conocido como "cutter", es decir, cortador) fue un oficio predominantemente femenino. Al principio, las montajistas eran consideradas poco menos que operarias, pues el montaje era un trabajo manual y delicado que se comparaba con el de un taller de costura, pero que no tenía un auténtico mérito creativo. En 1926 Los Ángeles Times informaba a sus lectores de que "Una de las posiciones más importantes de la industria cinematográfica está en manos casi exclusivamente de mujeres, cuyo trabajo es el de juntar miles de metros de película para que cuenten una historia interesante de la manera más sencilla". ¿Cómo pasamos entonces de sobresalir en una profesión a casi desaparecer de ella? Dos factores fueron determinantes para que los hombres empezasen a ocupar cada vez más la silla de montajista hasta convertirse, a día de hoy, en la aplastante mayoría: la llegada del cine sonoro y el sistema de estudios.
Para empezar, el sonido era considerado algo eléctrico, una ciencia técnica más adecuada para el sexo masculino. Además, con la llegada del sistema de producción en cadena, los directores y directoras estaban constantemente trabajando en diferentes proyectos, pasando de un rodaje a otro sin tiempo para dedicar al montaje. Con esta libertad, las mujeres encargadas de editar las películas se volvieron cada vez más creativas, el lenguaje cinematográfico cobró una nueva dimensión en la mesa de ensamblaje y los hombres decidieron hacer carrera en el sector: "Mientras fue un trabajo secundario, dejaron a las mujeres hacerlo, pero cuando la gente se dio cuenta de lo interesante y creativa que podía llegar a ser la edición, los hombres apartaron a las mujeres del camino y se hicieron cargo". Así lo expresaba Anne V. Coates, leyenda del cine, en una entrevista para FilmSound.
En 1934 la Academia creó una nueva categoría en los Oscar, Mejor Montaje, y para 1940 Los Ángeles Times ya consideraba a las montadoras "una profesión a punto de desaparecer", asegurando que eran rechazadas por sus compañeros masculinos: "no es probable que sus filas aumenten a medida que pasa el tiempo". Entonces las mujeres representaban el 20% de los editores, una cifra mucho más elevada que en cualquier otro campo cinematográfico. En las 85 ediciones de los Premios Oscar que se lleva entregando esta categoría, solo 10 premios han ido a parar a manos de mujeres, repartidos en 8 montadoras: Margaret Sixel, Gabriella Cristiani, Claire Simpson, Lisa Fruchtman, Marcia Lucas, Verna Fields, Anne V. Coates y Thelma Schoonmaker (que tiene 3).
Mujeres históricas
Hablar de los inicios del cine debería ser hablar de Alice Guy, la primera mujer en realizar una película y la persona que sentó las bases de lo que hoy en día consideramos ficción. Fue Guy, y no Georges Méliès, quién dirigió la primera película: 'La Fée aux Choux', la primera cinta de más de un minuto que incluía trucos visuales y montaje. A ella le debemos el concepto de cine y edición que tenemos hoy en día, una pionera que ya en 1906 realizó 'Las consecuencias del feminismo', cortometraje en el que se critican los roles de género.
Si a Guy le debemos la ficción, es a otra mujer, Margaret Booth, a quien tenemos que agradecer el lenguaje audiovisual. Booth fue una de las primeras personas en utilizar los planos cortos con un sentido dramático. Sus ideas innovadoras impresionaron tanto a Irving Thalberg, jefe de producción de la Metro Goldwyn Mayer, que acuñó el término Film Editor para describir su talento, cortadora no era suficiente. Aproximadamente en la misma época, durante el apogeo del sistema de estudios, Barbara McLean fue una de las mujeres más poderosas dentro de la 20th Century-Fox. Mano derecha de Darryl F. Zanuck, el jefe de la Fox confiaba tanto en su criterio que le consultaba cada decisión que debía tomar, desde vestuario a elección de casting. McLean se hizo un hueco en un mundo de hombres, ganó un Oscar por su trabajo como montadora en la película 'Wilson' de 1945 y editó la primera película en CinemaScope: 'La túnica sagrada'.
Con el paso del tiempo, ya en los años 60, Hollywood se había convertido en un lugar cada vez más hostil para las mujeres que querían hacer carrera en la industria. Sin embargo, nada pudo detener a Dede Allen, que empezó haciendo tareas de producción y acabó siendo una de las montadoras más importantes de la historia del cine. Su estilo de edición, creativo y artístico, empezó a molestar a los productores, incapaces de entender su visión. Utilizó el sonido como un nuevo recurso narrativo y hacía cortes dramáticos sin respetar la continuidad. Sus ideas eran tan provocativas que acabó siendo despedida de 'Bonnie y Clyde' y Warren Beatty tuvo que pagar personalmente su sueldo para que pudiese finalizarla. No menos mérito tiene Dorothy Spencer, que con más de 320 minutos de metraje grabado consiguió que 'Cleopatra' (1963), hasta entonces la película más cara de la historia, llegase a la gran pantalla con una duración de menos de 4 horas.
El tándem perfecto
Hay un viejo dicho que hemos escuchado mil veces: "Detrás de todo gran hombre hay una gran mujer", un cliché condescendiente para reconocer el trabajo en la sombra de tantas mujeres a las que se les ha robado su lugar en la Historia. Las autoras que tuvieron que firmar con siglas o seudónimos, las Margaret Keane, las científicas a las que se les negó el Premio Novel, y por qué no, las montadoras que se sientan junto a los grandes directores de Hollywood. Hay que admitir, eso es verdad, que la invisibilización del trabajo de montajista no afecta exclusivamente a las mujeres y son muy pocos los nombres de estos profesionales conocidos por los y las cinéfilas, mucho menos por el gran público. Sin embargo, prácticamente desde que el cine es cine se ha establecido una curiosa relación entre la persona encargada de dirigir y de montar.
Quizá uno de los binomios director/montador más populares sea el de Sally Menke y Quentin Tarantino. Hasta la repentina muerte de ella, Menke editó todas y cada una de las películas del director, desde 'Reservoir Dogs' a 'Malditos bastardos'. "Escribo solo, pero cuando se trata de editar, escribo con Sally", así explicaba Tarantino la estrecha relación que mantuvo con su más fiel colaboradora, a la que respetaba y apreciaba tanto que hacía a los actores y actrices dedicarle siempre un "Hi, Sally" entre tomas para sorprenderla en la sala de montaje.
Alma Reville, también conocida, cómo no, como Lady Hitchcock, no fue solo la esposa del maestro del suspense: se convirtió en su mayor aliada y le ayudaba en la escritura de guiones, la continuidad, el doblaje y por supuesto la edición de sus películas. "Su última palabra sobre el montaje era la última palabra sobre el montaje", dijo de ella Patrick McGilligan, el biógrafo de Alfred Hitchcock. Otros duplos que nunca (o casi nunca) se separan son los que forman Thelma Schoonmaker y Martin Scorsese (casi 20 películas juntos, todas las del director desde 'Toro salvaje'), Richard Linklater y Sandra Adair (otros 20 títulos), Cecil B. DeMille y Anne Bauchens o Alisa Lepselter y Woody Allen. Lepselter, de hecho, ha dedicado toda su carrera a las películas de Allen, editando 19 de ellas y la serie 'Crisis in Six Scenes'. Además, J.J. Abrams ha confiado la edición de todas sus películas a dos mujeres: Mary Jo Markey y Maryann Brandon, a las que debemos, entre otras, 'El despertar de la fuerza' y el 'Episodio IX' de 'Star Wars'.
Mary Jo Markey y Maryann Brandon. Imagen vía Art Streiber
Ellas
Sally Menke describió la profesión del montador como "los héroes silenciosos de las películas", o en este caso heroínas. La industria las quiso apartar de las salas de montaje, la historia las ha olvidado, pero este 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer Trabajadora, es hora de reivindicarlas como las impulsoras del séptimo arte que son. Toma buena nota, porque todas estas mujeres son responsables de las mejores escenas de tus películas favoritas, y ni siquiera lo sabías:
- Alisa Lepselter: 'La maldición del escorpión de jade', 'Blue Jasmine', 'Vicky Cristina Barcelona'
- Anne Bauchens: 'Los diez mandamientos', 'Canción de cuna'
- Anne V. Coates: 'Lawrence de Arabia', 'El hombre elefante', 'Cincuenta sombras de Grey', 'Erin Brockovich', 'Noviembre dulce'
- Barbara McLean: 'Eva al desnudo', '¡Viva Zapata!', 'Niágara', 'Wilson'
- Carol Lottleton: 'E.T., el extraterrestre', 'El mensajero del miedo', 'Benny & Joon, el amor de los inocentes'
- Debbie Berman: 'Capitana Marvel', 'Black Panther', 'Spider-Man: Homecoming'
- Dede Allen: 'El buscavidas', 'Tarde de perros', 'El club de los cinco', 'La familia Addams'
- Dody Dorn: 'Memento', 'El reino de los cielos', 'I'm still here', 'Power Rangers'
- Dorothy Spencer: 'La diligencia', 'Cleopatra', 'Ser o no ser'
- Eda Warren: 'Regreso de la eternidad', 'Me casé con una bruja', 'Los jóvenes salvajes'
- Elísabet Ronaldsdóttir: 'Deadpool 2', 'Atómica', 'John Wick'
- Jennifer Lame: 'Hereditary', 'Manchester frente al mar', 'Mistress America'
- Jill Bilcock: 'Moulin Rouge', 'Romeo y Julieta de William Shakespeare', 'Camino a la perdición'
- Kelly Matsumoto: 'Fast & Furious 5', 'Fast & Furious 6', 'A todo gas: Tokyo Race'
- Lisa Fruchtman: 'Apocalypse Now', 'La boda de mi mejor amigo', 'Hijos de un dios menor'
- Lisa Lassek: 'Malos tiempos en El Royale', 'Los Vengadores', 'La cabaña en el bosque'
- Marcia Griffin (Marcia Lucas): 'El retorno del Jedi', 'El imperio contraataca', 'American Graffiti'
- Margaret Booth: 'Ben-Hur', 'Annie', 'Romeo y Julieta'
- Margaret Sixel: 'Mad Max: Furia en la carretera', 'Babe, el cerdito valiente'
- Mary Jo Markey y Maryann Brandon: 'El despertar de la fuerza', 'Star Trek: En la oscuridad', 'Super 8', 'Misión imposible III (M:I-3)'
- Mary Sweeney: 'Mulholland Drive', 'Carretera perdida', 'Twin Peaks: Fuego camina conmigo'
- Sally Menke: 'Pulp Fiction', 'Reservoir Dogs', 'Kill Bill'...
- Sandra Adair: 'Boyhood', 'Escuela de rock', la trilogía 'Antes del...'
- Tatiana S. Riegel: 'Yo, Tonya', 'Noche de miedo', 'Lars y una chica de verdad'
- Thelma Schoonmaker: 'Toro salvaje', 'El color del dinero', 'Uno de los nuestros', 'El cabo del miedo', 'Casino', 'Infiltrados', 'Shutter Island'...
- Viola Lawrence: 'Salomé', 'Siroco', 'La dama de Shanghai', 'Esa cosa llamada amor'
- Verna Fields: 'Tiburón', 'American Graffiti', 'Loca evasión',
- Wendy Greene Bricmont: 'Chicas malas', 'Poli de guardería', 'Junior', 'Mi chica', 'La cosa más dulce'