De 1999 a 2019 España vio cómo uno de cada cuatro cines cerraba sus puertas. Lejos quedan los años en los que Madrid tenía cientos de salas donde elegir, y los pocos que quedan en Gran Vía y Fuencarral son símbolos de resistencia cultural entre franquicias de hamburgueserías y tiendas de ropa. Los Palafox, los Acteón, los Victoria son ya nombres del pasado; los Conde Duque Goya, el único cine del barrio de Salamanca, anunciaron su cierre en verano para convertirse en un supermercado.
En medio de la sangría, un empresario ha estado trabajando para revertir la tendencia. Miguel Ángel Pérez va abrir el primer nuevo cine de Madrid de las últimas décadas. Como en 'Hijos de los hombres' de Alfonso Cuarón, en la que una mujer conseguía quedarse embarazada en medio de una civilización en declive que llevaba años sin poder procrear. Es un rayo de esperanza y casi una cuestión de fe: los Cines Embajadores, situados en la Glorieta Santa María de la Cabeza, apostarán por la versión original y el cine de autor. ¿Es Miguel Ángel un loco o un kamikaze? Él no lo cree: "Lo tengo bastante claro. No soy un recién llegado a este negocio, llevo 25 años en la distribución y sé lo que quiere el público", comenta el también socio de la distribuidora Surtsey.
A favor de "los Embajadores" hay varios factores que los convierten en un negocio viable. Para empezar, su localización en un barrio que rebosa cultura (la Casa Encendida, el Reina Sofía y varios teatros alternativos serán sus vecinos) pero carece de oferta cinéfila. "No tenemos competencia al lado. No hay ningún cine cerca del nuestro, todos están a más de tres o cuatro kilómetros, que en una ciudad es una barbaridad. Tenemos casi medio millón de personas alrededor sin cine", calcula Pérez, que está seguro de que su local se convertirá rápidamente en el cine de referencia de muchos vecinos que ahora se trasladan para visitar los Renoir y los Golem en Plaza de España, los Ideal al lado de Tirso de Molina o los Verdi en Bravo Murillo.
Su tamaño, un pequeño "cine de barrio" en un local de 300 metros cuadrados, con tres salas y un total de 200 butacas, lo convierte en un proyecto realista y "conservador" según su dueño: "Sería diferente que hubiéramos puesto un complejo con 2.000 butacas, sería muy ambicioso. Creo que nos va a ir muy bien". Lo que también ayuda a forjar una relación más estrecha con su público: "Queremos escuchar lo que nos piden nuestros vecinos, y por supuesto ofreceremos todas las promociones que ya hacen los demás cines: día del espectador, de la persona mayor, club de socios...".
Pérez no cree estar inventando la rueda, sino que quiere replicar el modelo de negocio de los otros cines en versión original que siguen abiertos en la ciudad. Y eso incluye una oferta de títulos mixta que mime al cine de autor pero no se olvide de los éxitos más comerciales. "Vamos a ser selectivos: vamos a buscar el buen cine, no vamos a poner películas «de tortas», pero en Hollywood ahora se hace muy buen cine, el cine que hacen las multinacionales también interesa mucho a los cinéfilos", opina el distribuidor. "Tengo muy claro qué quiere el público: no hay que ser talibán, no todo son películas iraníes eternas y aburridas. El cine de autor se ha sabido reinventar, y ahora hay una predisposición muy grande al cine europeo y al español".
Con el coronavirus hemos topado
Todo estaba preparado para la gran inauguración el 28 de marzo. Las obras iban viento en popa para instalar las butacas en grada, el sistema de sonido 7.0, las pantallas de seis metros de largo por cuatro de alto, los proyectores digitales... Y de repente una pandemia paró el mundo, cerró todos los cines del país durante meses e hizo del 2020 un año impredecible para cualquier negocio. Pero nada detendrá a Miguel Ángel Pérez, que en las últimas semanas ha vuelto al trabajo para abrir los Cines Embajadores junto al resto de salas del país, a finales de junio.
"Ya se ha reactivado todo pero ahora es mucho más complicado: los de las butacas quieren estar solos cuando vengan, no hay hoteles para alojarlos...", nos cuenta el empresario con un tono más espoleado que abatido. "Solo nos quedan las butacas, los proyectores, las pantallas, la barra del bar y la fachada".
"Solo", diría cualquiera. Pero es que Pérez es un hombre optimista, incluso en medio de una crisis que él considera más sanitaria que económica. "En los próximos años lo pasaremos mal, pero remontaremos y aguantaremos. En dos años y medio todo habrá vuelto a la normalidad". Como distribuidor lleva mucho tiempo atento a la fluctuación del cine en nuestro país, y ha visto cómo la afluencia a los cines ha subido a un ritmo del 4 o el 5% cada año. "Antes del coronavirus había muchas ganas de cine", asegura. ¿Y después del coronavirus?
Habrá que aguantar. Durante los próximos meses las salas de cine tendrán que trabajar con aforos reducidos y medidas de seguridad e higiene para evitar los contagios. Además el verano es tradicionalmente una época de menor asistencia a las salas: el público solo cambia el buen tiempo por el cine para ver los grandes blockbusters, y este año serán pocos. Pero Pérez, como decíamos, es optimista: "Nosotros confiamos en los estrenos, como 'Tenet' de Christopher Nolan o 'Mulan'. Las distribuidoras independientes también traerán cosas... Y para un cine de tres salas, con eso me basto y me sobro, yo no voy a tener problemas". Incluso puede que este verano atípico haga que los madrileños se queden en la ciudad, y eso quiere decir que habrá menos playa y más cine. "Yo con cubrir un 25% del aforo de media, que es bastante complicado pero se puede lograr, estaría contento".