Bienvenidos a la obra maestra de Baz Luhrmann. Todavía poseído por el alma y el corazón de Shakespeare tras su particular y fascinante revisión del clásico de Romeo y Julieta, el cineasta australiano propuso en 'Moulin Rouge' una especie de relectura de aquel trágico romance, pero trasladándolo hasta el maravilloso París de bohemia y absenta de 1900. Una apuesta tan arriesgada como prometedora que, tras observar el resultado final, le terminó otorgando la mayor de las razones a su valiente responsable.
Dirigida con una pasión contagiosa, desenfrenada y trepidante, con una banda sonora inolvidable y dos intérpretes memorables, Nicole Kidman en la mejor interpretación de su carrera y un sobresaliente Ewan McGregor; 'Moulin Rouge' revitalizó el género musical como solamente los grandes clásicos saben hacerlo, logrando que el espectador sintiera que estaba viendo algo completamente diferente, nuevo, único y especial.
Imposible olvidar la primera vez que uno disfruta hipnotizado a esta historia de amor, pasión y lágrimas entre la estrella más deslumbrante del cabaret parisino por excelencia y un joven escritor perdido en el fracaso y la melancolía. Imposible olvidar a Satine y Christian. Imposible olvidar ese hechizo que desprende siempre una de las películas más redondas, emocionantes e inolvidables del siglo XXI. Imposible olvidar 'Moulin Rouge'.
Oda a 'Moulin Rouge'
Nicole Kidman
Desde su inolvidable primera aparición, Nicole Kidman arrasa en 'Moulin Rouge' con todo, sin piedad, sin compasión y con dosis extra de hipnótico talento. Su Satine es uno de esos personajes destinados a formar parte de la memoria cinéfila colectiva, capaz de enamorar y confundir, dinamitar y conmover, hacer vibrar desde la sonrisa y la lágrima. Y Kidman, plenamente consciente de tener un auténtico caramelo entre las manos, se entrega en cuerpo, alma y voz, ofreciendo una de las mejores interpretaciones de toda su trayectoria profesional. Para muchos espectadores, de hecho, la más completa de todas ellas. Y estáis invitados todos a subiros a este apasionado barco.
Banda sonora
Más allá de la célebre y contagiosa 'Lady Marmalade' interpretada por Christina Aguilera, Lil' Kim, Mýa, Pink y Missy Elliott, uno de esos éxitos que no han adquirido ni una pizca de oxido casi veinte años después de su aparición; la banda sonora de 'Moulin Rouge' esconde una infinidad de tesoros memorables. Versiones renovadas, atrevidas y decididamente épicas de clásicos de la talla de, tomamos aire, 'All You Need is Love'; 'Heroes'; 'Pride (In the Name of Love)'; 'Children of the Revolution'; 'Like a Virgin'; 'The Show Must Go On'; 'Your Song' o 'Smells Like Teen Spirit'. Y se quedan fuera de esta enumeración una cantidad todavía más alta de canciones imperecederas que, gracias a la obra maestra de Luhrmann, volvieron a tener una nueva vida extra en su inagotable existencia. Una banda sonora que, además de ser un triunfo comercial absoluto, sigue resonando como una de las más apabullantes de lo que llevamos de siglo.
Baz Luhrmann
Existen pocos directores que despierten tantas sensaciones encontradas como Baz Luhrmann. Y tiene sentido. De hecho, es probable que tanto los que lo defienden a ultranza como aquellos que detestan su obra tengan razón. Es lo que tiene un cineasta (muy) extremo en su personalidad, (muy) excesivo en sus formas, (muy) apasionado en sus conceptos y personajes, (muy) impetuoso en su puesta en escena y (muy) firme en sus decisiones artísticas.
Su visión del cine es tan innegociable como perfectamente reconocible. No necesitas más que unos segundos para reconocer que es Luhrmann quien está al otro lado de la cámara. No hay dos como él. Y eso siempre es una muestra de talento digna de celebrar. Por diferenciarse del resto, por marcar distancia con sus supuestos 'competidores', por mantener intacta una forma de contar historias descontrolada, caótica, genuina y arrolladora que encontró en 'Moulin Rouge' su cima más absoluta. Algo así como el equilibrio caótico perfecto.
Prólogo
Desde el primer segundo, literal, 'Moulin Rouge' saca a relucir su arsenal de delirio visual e incendio dramático. Su prólogo, precedido por una orquestal apertura que ya nos hace aplaudir con las orejas, es un ejemplo claro de que no siempre es tan fallido como parece inaugurar una historia anticipando su desenlace. De hecho, en el caso de la película de Luhrmann, supone toda una impactante sorpresa cuyo eco nos acompañará de manera contundente hasta el último de los planos. Un shock desolador. Y memorable.
El París más bohemio
La ciudad del amor. Y uno de los paisajes urbanos más maravillosos que nos puede ofrecer el séptimo arte. Pocas ciudades respiran tanto cine por todos sus poros como París. Si centramos nuestra búsqueda en Europa, pocos, poquísimos lugares consigue desprender tanta magia en pantalla y capacidad para enamorarnos y cautivarnos como la capital francesa. Y en las últimas décadas, no han sido muchas las películas que han conseguido mostrar París de una manera tan hermosa, detallada y maravillosa como lo hizo 'Moulin Rouge'. Complicado, por no decir imposible, no quedarse hipnotizado con este perfil bohemio, delirante, abrumador, borracho, arrebatador, resacoso y seductor de una ciudad que, en manos de Luhrmann y compañía, es el mejor escenario posible para celebrar, llorar y cantar.
Ewan McGregor
Si quedaba alguna duda durante los primeros compases de 'Moulin Rouge' sobre el acierto de casting que es o no Ewan McGregor, queda cien por cien disipada en el mismo instante en el que entona a plena voz aquello de 'My gift is my song and this one's for you', de la imbatible 'Your Song' de Elton John. A partir de ahí, incluso los detractores del actor, de todo tiene que haber en la viña del Señor, terminan rendidos a una interpretación que, como suele ser costumbre en la carrera del inglés, es todo sudor, nervio y descarnada pasión. Muchos actores estuvieron cerca de ser Christian, sí, pero ahora cuesta imaginar a otro que no sea McGregor. Uno de los trabajos más inolvidables de su carrera, de lejos.
'Come What May'
Entre tantísimo clásico, el papelón de ser la única canción original de la banda sonora de 'Moulin Rouge' era tanto un reto como algo muy parecido a un suicidio. Siendo realistas, ¿de verdad era posible estar a la altura de esa colección de himnos inolvidables? Realmente no, pero 'Come What May' se quedó tan, tan cerca que su mérito sigue siendo digno de la mayor de las ovaciones posibles. Su aparición en la película, en un clímax final que cortaba el aliento y arrancaba infinidad de lágrimas, sigue siendo uno de los momentos más apabullantes jamás vistos en el género del musical. Imposible tratar de cantarla, o simplemente volver a escucharla, sin terminar con un nudo en la garganta.
Musical
Para hacernos una idea, el último musical que realmente gozó de un gran éxito entre crítica, taquilla y Academia antes de 'Moulin Rouge' había sido 'La bella y la bestia', el clásico animado de Disney estrenado una década antes que la maravilla de Luhrmann. Un paréntesis de tiempo lo suficientemente grande como para valorar con mayor insistencia y entusiasmo el logro obtenido por una película que, de una manera bastante especial, volvió a conectar con un público que terminó rendido por completo a su fascinante, enérgica y deslumbrante esencia.
Luego llegaron 'Chicago', 'El Gran Showman' y 'La ciudad de las estrellas: La La Land', entre otras, pero la sensación general es que 'Moulin Rouge' prendió de nuevo una mecha que parecía apagada de forma casi definitiva. En definitiva, el género le debe mucho a Satine y Christian.
'Elephant Love Medley'
Sobran las palabras:
Romanticismo
Romanticismo apasionado y apasionante. Lírico y poético. Melancólico e incendiario. De carne, hueso y piel erizada. De canciones y silencios. De miradas y gestos. De engaños y reencuentros. De ternura y arrebato. De luces y sombras. De balcones y salones de baile. De tangos y melodías pop. De heridas y cicatrices. De vértigo sin límites. De límites sin vértigo. De abismos y saltos al vacío. De amaneceres y madrugadas eternas. De brindis y confeti. De cine en estado puro. De excesos y contención. De 'Moulin Rouge'. Romanticismo, en definitiva, de vida y muerte. Y para siempre.