La etiqueta de "heredero" o "imitador" de Alfred Hitchcock (según a quien se pregunte) ha acompañado a Brian de Palma prácticamente toda su carrera, a pesar de que los principios de ésta apuntaban más hacia una influencia de la Nouvelle Vague. El cineasta nunca ha escondido su admiración por el maestro del suspense, pero la línea entre el homenaje y la copia siempre ha sido demasiado delgada. No obstante, si esta línea se rompe por completo en alguno de sus films, ése es 'Doble cuerpo'.
Mientras que 'Fascinación' ponía su mirada sobre 'Vértigo (De entre los muertos)' y en 'Vestida para matar' la referencia más directa era 'Psicosis', en este film De Palma toma el marco de 'La ventana indiscreta', aunque las otras dos obras del director británico siguen estando muy presentes. No en vano, 'Doble cuerpo' es en esencia una película sobre el voyeurismo y si hay un gran film sobre esa práctica no es otro que el protagonizado por James Stewart y Grace Kelly.
A ese cóctel de referencias hitchcockianas habría que añadir el elemento que marca en gran medida su diferencia, y es el erotismo explícito en todos y cada uno de sus planos. El propio Hitchcock ya había intentado llevar a cabo un thriller erótico con el proyecto frustrado de 'Kaleidoscope', y terminaría conformándose con 'Frenesí'. Sin embargo, las normas anti-transgresión que detuvieron en su momento al británico ya habían quedado obsoletas, por lo que los 80 le daban vía libre a Brian de Palma para consumar el sueño que su maestro no pudo cumplir.
El café de De Palma
No obstante, el elemento erótico-sexual no es el único que hace que 'Doble cuerpo' se desmarque del cine de Hitchcock. Hay otro aún más importante y que en gran medida caracteriza la obra de De Palma, y éste es la autoconsciencia. Desde el primer plano con un fondo falso el director está mandando su mensaje: todo lo que el espectador ve es falso, fruto de una manipulación. Y en ella Jake Scully (Craig Wasson) es su perfecto títere de comparsa, un protagonista tan caricaturizado, tan patético e insulso que es imposible asociarlo a cualquiera de los personajes interpretados por James Stewart.
¿Qué hay entonces en 'Doble cuerpo' que la convierta en una película eminentemente depalmiana? Pues prácticamente todo, sus filias y sus fobias enunciadas en anteriores films y confirmadas en posteriores, pero todas ellas juntas y revueltas en una hora y cincuenta minutos. Por un lado, están temas como el amor obsesivo de 'Fascinación', el juego de dobles y falsas apariencias de 'Hermanas' y el ya mencionado voyeurismo de 'Vestida para matar'. Pero en lo formal también encontramos un cúmulo de las obsesiones estilísticas del cineasta, desde el split diopter al sobreencuadre pasando por el uso de distintos dispositivos de visión, focalizado principalmente en el telescopio desde el que Scully espía a su vecina y que encuentra su eco en forma de dron en otra obra deudora del cine de Hitchcock y De Palma, 'Lo que esconde Silver Lake'.
En este sentido, es importante señalar que fue probablemente a consecuencia de la película menos depalmiana que se pudo concebir el auténtico café del cineasta. En otras palabras, sin el éxito comercial que supuso 'El precio del poder' quizá no hubiera sido posible realizar 'Doble cuerpo', o al menos no en las condiciones que se requerían. Salvando la fulgurante aparición de Melanie Griffith, el film fue un fracaso de crítica y público (De Palma llegó a ser nominado a los Razzie como peor director), pero afortunadamente se ha ido revalorizando con el paso del tiempo hasta ser considerada una de las grandes películas de los 80 en general y de la filmografía del cineasta neoyorkino en particular. Así pues, el que quiera café depalmiano tendrá en 'Doble cuerpo' varias tazas.
Video Killed the Radio Star
Resultaría imposible pasar de puntillas sobre uno de los auténticos momentos del film, ese en el que la tensión creada hasta entonces se libera por completo y que además ejerce de bisagra dentro de una trama que parece haber acabado tanto como lo podía parecer 'Psicosis' con la muerte de Marion Crane a mitad del largometraje. Y ese momento no es otro que el rodaje de la película de Jake con Holly (Griffith) al ritmo de 'Relax' de Frankie Goes to Hollywood, el grupo que precisamente da nombre a la cinta para adultos del personaje de Griffith. La secuencia entera es un prodigio de puesta en escena dado su ritmo y sincronización, pero también la enésima prueba del don de Brian de Palma para aprovecharse de los distintos soportes de vídeo. Jake Scully es engañado a través de una mirada que le ha sido autoimpuesta (la del telescopio), desengañado a través de ver esa misma representación en el formato VHS y convertido en una nueva persona (alguien capaz de afrontar su claustrofobia) a través de ponerse él mismo delante de la cámara.
Este juego de espejos y realidades paralelas que plantea De Palma no es más que uno de los muchos trucos que emplea para reforzar ese mensaje de que en todo momento la realidad es distorsionada y el espectador engañado. La Chemosphere (ese extravagante edificio en el que también vive el Troy McClure de 'Los Simpson'), el taladro de corto alcance o incluso el indio y el perro rabioso, todo parece atrezzo sacado de una de las películas de serie B en las que trabaja el propio Scully. Pero, como se plasma genuinamente en la secuencia de créditos final, todo forma parte de la misma farsa. Una farsa en la que las persecuciones de Hitchcock se convierten en un absurdo juego, en la que los besos apasionados en travelling circular son exagerados hasta la parodia, y donde un actor de poca monta puede hacer de vampiro aun teniendo claustrofobia (el efecto de esta en comparación al de 'Vértigo' es quizá la comparación en la que De Palma sale menos bien parado). Tiene todo el sentido que se estrenase en estas fechas hace justo treinta y cinco años, porque 'Doble cuerpo' es toda una fiesta, un carnaval a la altura de las mejores chirigotas de Cádiz.