Para muchos cinéfilos, el año 1999 es considerado como el mejor en cuanto a estrenos de las últimas décadas. En aquella cosecha coincidieron desde fenómenos populares como 'Matrix', 'American Pie' o 'Notting Hill' a grandes obras de culto como 'El club de la lucha', 'Magnolia' o 'Eyes Wide Shut', por poner sólo algunos ejemplos. Sin embargo, entre tantos buenos films pasó algo más desapercibida una pequeña obra vendida como otra comedia de institutos centrada en el proceso electoral de estos. Sería impreciso decir que pasó sin pena ni gloria cuando obtuvo una nominación al Oscar a mejor guion adaptado, pero también sería injusto no hablar más de una cinta que, veinte años después, se conserva tan bien como es 'Election'.
Tomando la novela de Tom Perrotta ('The Leftovers') como punto de partida, el realizador Alexander Payne ('Los descendientes') llevó a la gran pantalla esta comedia cargada de humor negro sobre un profesor de instituto que manipula las elecciones para evitar que Tracy Flick se convierta en presidenta del consejo estudiantil. El personaje interpretado por una joven Reese Witherspoon es presentado como una persona extremadamente inteligente, trabajadora y ambiciosa, pero también pedante, falsa y muy insoportable. Aunque claro, esa es sólo la forma en que la vemos porque el director así se encarga de presentar no sólo a Tracy, sino a todos y cada uno de los personajes.
Al principio el espectador no lo sabe, pero toda la película es un gran flashback contado a raíz del incidente en las votaciones y lo que es más importante, narrado desde múltiples puntos de vista. No sólo las presentaciones de Jim McAllister (Matthew Broderick), Tracy Flick (Reese Witherspoon), Paul Metzler (Chris Klein) y Tammy Metzler (Jessica Campbell), sino cualquier acontecimiento que va teniendo lugar en la película está visto desde diferentes perspectivas, siendo esta una decisión narrativa arriesgada pero que funciona muy bien porque en todo momento sabemos lo que piensan los personajes y el ágil ritmo que impone su director se encarga de que esta voz en off constante no se haga en absoluto pesada.
Las ambiciones y la obsesión norteamericana por medirlo todo
'Election' es, principalmente, una película sobre la ambición. La ambición que puede cobrar forma de muchas maneras y que se dibuja perfectamente por el contraste entre los protagonistas. Está la ambición profesional de Tracy, hija única criada por una madre soltera que le ha inculcado la cultura del trabajo y el individualismo, la ambición de querer ser la mejor en todo aunque eso suponga perder amistades y llevar una vida solitaria. Hay una ambición social por parte de Paul, el clásico deportista popular que tras romperse una pierna y tener que dejar el deporte se cuestiona si a su vida le queda algo de sentido. "Sólo quiero seguir siendo útil al instituto", le explica titubeante a una Tracy que se ha abalanzado furiosa al ver a su primer competidor en las elecciones. La de Paul es la ambición de lograr formar parte de una comunidad y sentir que su aportación marca la diferencia sobre el resto.
Luego está la ambición personal del profesor McAllister, que se complace con sobrevivir al día a día de un ajetreado instituto mientras intenta por todos los medios tener un hijo con su esposa y terminar de formar lo que él tiene por el concepto de familia. Incluso en Tammy Metzler, la cínica y pasota hermana de Paul, existe una ambición que mezcla estas dos últimas, pues por encima de todo pretende fructificar en sus relaciones personales pero también ser aceptada socialmente a pesar de su difícil personalidad y sobre todo de su sexualidad. Pero de Tammy hablaremos más adelante.
Más allá del retrato de las distintas caras de la ambición, 'Election' también reflexiona sobre uno de los males endémicos de la sociedad y especialmente de la norteamericana, y es su obsesión por medirlo todo y recompensar siempre al más destacado. Decía el exigente Terence Fletcher (J.K. Simmons) en 'Whiplash', otra de las grandes películas sobre la ambición, que no hay dos palabras que sean más dañinas en nuestro idioma que "buen trabajo", argumentando que la complacencia y el bienquedismo son los principales obstáculos a la hora de sacar el verdadero potencial de una persona. "Coca Cola es la primera compañía en refrescos del mundo y sin embargo se gasta más que ninguna otra en anuncios", le contesta Tracy a McAllister cuando le advierte de que por el momento no tiene oposición antes de sugerirle la idea a Paul.
Payne ser ríe de estos valores a través de sus personajes y subvierte esta idea tan arraigada en la tradición norteamericana de tener que ser el mejor en todo. ¿Para qué sirve un premio al mejor profesor o alumno del año? ¿Para qué sirven unas elecciones estudiantiles si nada va a cambiar? El director verbaliza muchas de estas ideas en el personaje de Tammy a la vez que clava el puñal sobre el gran objetivo impuesto por la sociedad de tener que ser el mejor en algo.
Tammy Metzler, la peor estudiante y mejor candidata
Hablemos ahora sí de uno de los personajes más interesantes de todo el film, la hermana pequeña de Paul. La primera imagen que tenemos de ella no puede tener una función más sorpresiva: mostrarnos a una adolescente de buena familia intentando explorar su sexualidad a través de su mejor amiga justo cuando su hermano entra de improvisto para anunciarle que se ha presentado a las elecciones del consejo. Lo primero que oímos de la voz en off es a la vez una declaración de intenciones y la introducción de un concepto tan poco explotado en 1999 como resulta ser su aparente pansexualidad: "No es que sea lesbiana ni nada de eso, lo que me atrae es la personalidad de la gente. Solo que todas las personalidades que me han atraído han sido de chicas". Al final no queda clara su orientación sexual ni falta que hace, porque la trama de Tammy sirve para representar no sólo la represión sexual de aquella época (resuelta de manera muy ingeniosa con su posterior ingreso en un colegio de monjas sólo de chicas), sino también de cómo se comporta el sistema cuando alguien piensa diferente.
Durante la asamblea, y justo después de ser abucheada, Tammy pega un subidón de popularidad tras un discurso populista y muy radical cuestionando el valor real de las elecciones e incitando al alumnado a no votar. Se ha presentado por simple venganza a su hermano Paul después de que haya empezado a salir con la chica de la que está enamorada, y de pronto se ha postulado como principal candidata. No tardarán en encontrar cualquier pretexto para expulsar a Tammy, pero será ella quien se borre de las elecciones al hacerse cargo de un delito que no había cometido, destrozar los carteles de su hermano. Este paralelismo con la política es mucho más real de lo que parece, a la par el empeño de Tracy en borrar cualquier rastro de su pasado affaire con un profesor el cual podría empañar su reputación de cara a las elecciones.
La hermana melliza de 'American Beauty'
A medio camino entre el fenómeno popular (arrasó en los Oscar con premios a mejor película, actor, director y guion) y obra de culto, 'American Beauty' fue otra de las grandes películas que dejó 1999. Podría parecer que poco o nada tiene que ver con 'Election', pero ambas comparten más similitudes de lo que podría parecer a primera vista. El primer paralelismo se encuentra en dos de los protagonistas, por un lado el Lester Burnham de Kevin Spacey y por otro el Jim McAllister de Matthew Broderick. Ambos son hombres en plena crisis de los 40, encerrados en una vida rutinaria y que encuentran su escapatoria en su vida fantasiosa, la que imagina Burnham con la amiga de su hija, Angela Hayes (Mena Suvari), y la de McAllister con Tracy (también una menor de edad) y posteriormente con su vecina Linda. Unas fantasías marcadas en ambos casos por el erotismo y que en el de McAllister desembocará en el engaño a su mujer, como también se producía en 'American Beauty' en el personaje de Carolyn (Annette Bening).
Por otro lado, la película dirigida por Sam Mendes también utiliza una narración con voz en off y ambas plantean un problema en torno a la sexualidad de uno de los personajes, aunque en el caso de Frank Fitts (Chris Cooper) sea mucho más dramático que en el de Tammy. Incluso el tema de la belleza y las distintas formas en las que se representa según la persona que sobrevuela el film de Mendes tiene que ver con lo que ya hemos explicado sobre la ambición en 'Election'.
Sin embargo, la principal similitud entre estos dos magníficos films es su idea de presentar a una serie de personajes angustiados por mostrarse tal y cómo son. Ser honesto con uno mismo en vez de evadirse del mundo real es algo que comparten todos los personajes principales de las dos cintas. Lester contiene sus impulsos sobre Angela y es un pusilánime en su familia pero lo esconde en su trabajo, igual que su mujer está demasiado empeñada en obtener éxito profesional que decide ignorar los problemas que tiene en casa, o la hija de ambos intenta aceptar su personalidad más depresiva a raíz de conocer a Ricky, quien también tiene miedo a enfrentarse a un padre que ha reprimido su homosexualidad a través del orden y la disciplina que impone a su hijo.
Toda esta cadena de personajes que se niegan a revelar sus verdaderos sentimientos encuentra su réplica en 'Election', ya sea con el también objetivo de éxito profesional de Tracy, la aceptación de la sexualidad de Tammy, la superación de la lesión y búsqueda de un nuevo propósito vital de Paul o la reinvención de McAllister tras tirar toda su vida por la borda al intentar amañar unas estúpidas elecciones. Y si 'American Beauty' era una película que en definitiva reflexionaba sobre la belleza y el sentido de la vida, sería injusto no concluir diciendo que 'Election' es no sólo una sátira sobre la ambición y política estadounidense, sino también sobre la vida que busca cada uno desde el instituto, ya sea como alumno o como profesor.