Para comprender el éxito de 'La noche de Halloween', es necesario hacer un poco de retrospectiva (con el fin de entender el momento en el que la película de John Carpenter llega a los cines), refiriéndonos al complejo universo que componen los arquetipos cinematográficos asociados al mal. Desde hacía décadas, el cine de terror había basado sus representaciones antagónicas en personajes oscuros que, en su gran mayoría, venían de la tradición de la literatura gótica y, en menor medida, de la mitología y las leyendas populares.
A partir de los 50, en plena Guerra Fría, Hollywood empieza a plasmar la situación real de histeria ante la amenaza comunista. Es cuando proliferarán los films de invasiones alienígenas como representación de que la amenaza proviene de fuera, dejando a un lado a los monstruos cuya fórmula había entrado en desgaste hacía ya un tiempo. Poco después, será cuando los primeros protoslashers traten de humanizar (en cierta medida) la figura del villano, siendo entonces cuando la figura del psicópata pase a ser motivo de explotación por parte del género.
Siendo los más representativos (y precoces) Mark Lewis y Norman Bates, de 'El fotógrafo del pánico' y 'Psicosis', los asesinos de las obras de Michael Powell y Alfred Hitchcock vienen a ser el reflejo de una sociedad que ha tomado conciencia de que los enemigos no solo pueden venir desde más allá de las fronteras. Ahora, la amenaza puede formar parte de aquella idílica sociedad, viniendo a desestabilizar el sueño americano.
En Italia, ya se llevaba un tiempo explotando la figura del asesino en serie en el cine con el giallo, a través de productos con tramas rocambolescas en las que la constante era la figura de un asesino (enmascarado o no) al acecho de víctimas (mujeres en su mayoría) a las que liquidar de las maneras más creativas. Teniendo en cuenta que será Mario Bava quien filme 'Bahía de sangre', título que podría considerarse como el punto de inflexión entre dicho subgénero y otro que venía a ser otra cosa, alejándose de las tramas policiacas propias del cine cosechado por Argento y compañía, el recién inaugurado slasher pondrá el foco en la figura del psychokiller y su pertinente bodycount.
A finales de los 70, se estrena una película cuyo antagonista pasa a los anales de la historia del cine desde el minuto uno de su aparición. Es 1978 cuando vemos por primera vez en pantalla a Michael Myers. La historia empieza con el asesinato a sangre fría de una chica a manos de su hermano pequeño (en una aterradora escena rodada desde la perspectiva del asesino) para continuar situándonos 15 años después, cuando éste (Myers) se fuga del centro psiquiátrico en el que está recluido y se dispone a repetir la historia con su otra hermana (y todo aquél que se interponga en su camino).
El nuevo Boogeyman
El film se convirtió en un éxito instantáneo (siendo uno de los productos de terror más rentables de la historia), pero no estábamos ante algo nuevo, pues la figura de Myers surge de la misma idea matriz que la de otro asesino cinematográfico. Tres años atrás, 'Navidades negras' había tomado como principal referente la leyenda urbana del Acechador de Canguros para presentarnos a Billy, el perturbado que convertirá en una pesadilla la Navidad de unas chicas miembros de una hermandad de la universidad. Dirigida por Bob Clark, el éxito de aquella hizo que este y John Carpenter decidieran poner en marcha una secuela del film, donde contarían cómo el asesino actuaba esta vez durante la festividad de Halloween.
Tras no ponerse de acuerdo a la hora de llevar a cabo el argumento, Carpenter decide dirigir su propia historia, que aún mantiene la esencia de la leyenda del psicópata acosador de canguros. Nace entonces una nueva encarnación de aquella personificación del asesino en serie inspirado en el folclore popular, que no es más que una nueva vuelta de tuerca al personaje del hombre del saco (tal y como ven los niños que aparecen en la película a Myers).
Con 'La noche de Halloween' se sientan definitivamente las bases del slasher y su éxito supone la aparición en masa de infinidad de películas que a su vez propiciarán continuaciones. Con ella, ayudada claramente por las de 'Viernes 13' y 'Pesadilla en Elm Street', nacen las grandes sagas de los 80 que nutrirán el género hasta llevarlo al desgaste al final de su época dorada. Michael Myers protagonizarás seis secuelas, un remake en 2007 y la secuela de este (ambos dirigidos por Rob Zombie), incluso será protagonista de un reboot en 2018 que tiraba por tierra toda la línea argumental de la saga, y el cual tiene un futuro a la vista con 'Halloween Kills'.
La nueva figura del psychokiller se convierte desde entonces en un fenómeno sociológico, el cual sirve como contraparte del arquetipo de la final girl, claramente encarnada en la figura de Jamie Lee Curtis como Laurie Strode. Este nuevo Boogeyman, hijo de la renovación del cine de género de finales de los setenta, traspasa fronteras gracias a ser la personificación de un mal que yace en nuestro subconsciente desde que somos niños; por fin podemos ponerle rostro al hombre del saco.
Muy pocas serán las películas que volverán a explotar la figura del asesino como la de un moderno boogeyman. El único caso destacable será el de un producto cuyos veinte primeros minutos cuentan al detalle la ya por entonces muy extendida leyenda de el Acechador de Canguros para pasar a ser después poco más que un drama con tintes de intriga. El film verá la luz un año después de la película de Carpenter y llevará el título de 'Llama un extraño', dirigida por Fred Walton.
Sea como fuere, Myers condensará todo el imaginario del serial killer cinematográfico en un solo ser, el cual ha tenido que sobrevivir al paso de las décadas como un claro ejemplo de que los arquetipos del mal no tienen porqué ir ligados a una concepción fantástica (o sobrenatural) de su naturaleza (pese a que en la sexta entrega se quisiese dar una explicación de la presenta inmortalidad del asesino a través de un culto druida), sino que viene a reflejar el lado oscuro de la psique humana y bien podría ser uno de los claros herederos de Norman Bates, el psychokiller que verdaderamente allanó el camino a los que vinieron más tarde.