Cuando se nombra Studio Ghibli, automáticamente viene a la mente alguna película (imprescindible) de Hayao Miyazaki, como 'El viaje de Chihiro' (2001), 'La princesa Mononoke' (1997) o 'Mi vecino Totoro' (1988). Pero como muchos cinéfilos saben, hubo otro gran maestro fundador en la factoría: Isao Takahata. El director que, en antaño, dirigió series míticas que marcaron a varias generaciones como 'Heidi', 'Marco' o 'Ana de las Tejas Verdes', creó junto con Miyazaki la prestigiosa factoría.
Las dos primeras películas de Takahata dentro de la factoría son auténticas obras maestras, considerados largometrajes imprescindibles de la historia del cine, la desgarradora 'La tumba de las luciérnagas' (1988) y la melancólica 'Recuerdos del ayer' (1991) fueron su carta de presentación, con las que demostraba que se encontraba ante un nuevo ciclo creativo, con un enfoque más maduro y un deseo de experimentar con la animación.
'Pompoko' fue la evolución lógica en esta búsqueda de experimentación, tanto artística como narrativa. A diferencia de sus dos anteriores trabajos, este tercer largometraje dentro de Ghibli provino de una idea que le surgió a Hayao Miyazaki y que después Takahata quiso explorar. Según expone Marta García Villar en el libro 'Mi vecino Miyazaki' (Editorial Diábolo ISBN: 978-84-16217-72-4), ambos cineastas valoraban "la esencia del paisaje japonés como identidad que debe ser preservada".
Una declaración de guerra contra la Humanidad
La cinta muestra la realidad social del crecimiento económico de Japón en los años 60. El año 1966, en la ciudad de Tama, situada a las afueras de Tokio, es el escenario que Takahata eligió para narrar su irónica y particular elegía hacia esos tanukis (un tipo de mapache japonés) que 'guerrearon' por una causa perdida. El filme muestra el rápido crecimiento económico de la zona, a costa de una auténtica masacre medioambiental, al destruir granjas, bosques, montañas y villas para construir edificios, barrios, carreteras y que el ser humano termine invadiendo completamente la zona.
Efectivamente, en ese amplio campo verde habitaban animales, entre ellos los tanukis, que tras muchos años (y siglos) de rivalidades entre clanes, deciden firmar la paz para enfrentarse a un enemigo común: el ser humano, al que declaran la guerra, decididos a reestablecer el equilibrio de la naturaleza y no perder su hogar. Desde que se conocen las intenciones de los mapaches, se intuye cuál será el resultado de este conflicto. De ahí, que Takahata haga una interesante combinación de comedia y tragedia.
Antes de todo cabe hacerse una pregunta, ¿qué significa 'Pompoko'? Según escribe García Villar, es "una referencia a una historia tradicional emparentada con el filme de Isao Takahata: el cuento de los tanukis del bosque del templo de Shojo, que narra los intentos de estas criaturas de ahuyentar a distintos monjes que visitan su templo mediante transformaciones en seres siniestros". La palabra vendría de la onomatopeya que marca el sonido de sus golpes para crear música. "Los mapaches cantan bajo la luna y golpean sus enormes barrigas o criadillas que suenan al son del patrón rítmico: pom poko pom no pom", explica la autora.
Leyendas y mitos del folclore japonés
En el folclore japonés, los tanukis forman parte de la tradición mitológica, al ser considerados seres con capacidades sobrenaturales de transformación e ilusionismo, como puede verse a lo largo de la película. No obstante, también son conocidos como seres perezosos e ingenuos. "La clave de la transformación es someter mente y cuerpo a una disciplina extrema. Esto es fácil para un zorro, pero los mapaches se despreocupan de todo por naturaleza...", explica el narrador de la cinta.
Esa naturaleza ociosa sirve para crear secuencias llenas de humor, con las que jugar con el estilo artístico de la cinta. De hecho, hay tres diseños diferentes para mostrar a los mapaches en 'Pompoko': de forma realista, para plasmar su naturaleza animal, así como su conexión plena con la naturaleza y como contrapunto a la visión del ser humano; de forma antropomórfica para crear empatía hacia los protagonistas (es la predominante en todo el metraje), y de forma caricaturizada, inspirada en el estilo artístico de Shigeru Sugiura, mangaka al que Takahata admiraba, esta última forma era para plasmar escenas cómicas o banales.
Con la comedia como carta de invitación, ya se puede percibir el espíritu adulto de una película que, claramente, no está destinada al público infantil, como sucedió en toda su filmografía dentro de Studio Ghibli. No solo por las situaciones humorísticas, sino por los propios personajes, puesto que en la mitología japonesa los tanukis macho pueden utilizar su panza como tambor y sus testículos pueden estirarse hasta tal punto de poder ser utilizados como arma, como paracaídas, para flotar, volar o atacar. Algo que, efectivamente, el público nipón comprenderá, mientras que el que es ajeno a este folclore le desconcertará.
Ahí reside la principal virtud tanto de 'Pompoko' como del trabajo de Takahata dentro de Ghibli, realizó sus películas con un fuerte espíritu japonés, pensando en el público de su país. De ahí, que su filmografía esté llena de símbolos y significados que rinden homenaje a su propia cultura. De hecho, esta guerra de mapaches es el largometraje que más referencias tiene hacia los mitos y leyendas del país del Sol Naciente, especialmente en la ya mítica secuencia del desfile fantasmal, en la que los tanukis intentan asustar a los humanos para expulsarlos. García Villar en 'Mi vecino Miyazaki' expuso que dicha escena está inspirada en el popular cuento de 'Hyakki Yakô' o 'El desfile de los cien demonios'.
Mensaje ecologista universal y el enfoque de la guerrilla
Pese a las muchas referencias propias del folclore japonés, 'Pompoko' tiene un mensaje ecologista claramente universal, en esa lucha por preservar su hogar, el bosque, la pradera, las montañas. Takahata crea un afilado contrapunto en el que el ser humano busca la constante expansión de la civilización sin conversar con la propia naturaleza, rompiendo la balanza de desarrollo sostenible. Ese contraste entre metrópolis y campo se ha podido ver de forma explícita en el cine de Miyazaki, pero también en el Takahata, como el caso de la citada 'Recuerdos del ayer' o la que fue su despedida del cine, 'El cuento de la princesa Kaguya' (2013).
Se ha comentado desde el inicio que es la crónica de una tragedia que se intuye. De ahí, que lo que interese es cómo los mapaches van a enfrentarse a un conflicto que el público sabe de antemano que van a perder. Es interesante cómo Takahata, que no hay que olvidar que también firma el guion, muestra diversas maneras de hacer frente a la guerra (o guerrilla, mejor dicho).
Por un lado está el lado más beligerante, el de Gonta, el tanuki que desea la venganza y está corroído por la ira. Él protagoniza las escenas más violentas, en las que se ve el lado más guerrillero del boicot a los 'asentamientos humanos'. Después está la visión de Sokichi, más sensata y, finalmente, pragmática. Este mapache busca una 'reconquista' más pacífica, utilizando el miedo y las supersticiones como elementos que sean los que obliguen a las personas a marcharse. Finalmente, se convierte en el perfil de supervivencia, en aquel que acepta (o no) claudicar y someterse ante la previsible victoria humana. Eso sin contar con la presencia de los zorros, astutos y más hábiles en la transformación, que en lugar de utilizar sus poderes de manipulación para preservar su hábitat, prefieren aliarse con los grandes empresarios para sacar mayor provecho económico.
La 'celebración' de la muerte
Ambas visiones confluyen en un filme delicioso en el que la lucha por recuperar el terreno perdido (no solo por ellos mismos, sino por aquellos animales que no pueden transformarse) acaba siendo una búsqueda desesperada de supervivencia, por un lado, mientras que por otro acaba siendo un destino trágico asumido, en el que los tanukis miran con decisión a la muerte.
Junto con 'El cuento de la princesa Kaguya', 'Pompoko' muestra la representación de Buda Amitâbha, retratado sobre una nube, rodeado de una corte celestial que representa la muerte como símbolo de bienvenida a un nuevo mundo. Así como también se muestra que, tras una batalla suicida, aquellos caídos en combate, como los mapaches más frágiles, parten en barco hacia Fudaraku, una isla que, "según el culto budista, permite despojarse de todos los miedos para alcanzar el Nirvana". Con lo cual, es hermosa alegoría de la muerte.
Takahata supo retratar la guerra absurda, llevándola a la comedia, a la ironía, a la sátira, a través de la mirada de unos tanukis inocentes, holgazanes, despreocupados y vanidosos. Lo combina magistralmente con la tragedia, al plasmar que el destino inevitable es la muerte, aunque ofrece una ligera mirada hacia la esperanza, con unos mapaches que sobreviven en lo que queda de su hábitat, mientras que otros se mimetizan, aceptando someterse al estilo de vida de los humanos. En medio, el cineasta hace su alegato más ecologista, al mostrar cómo la sociedad, la gente, ha sido capaz de destruir sin piedad su propia conexión con la tierra, rompiendo el equilibrio con la naturaleza.
Un éxito de taquilla y crítica
Un magnífico retrato que fue también un éxito de crítica y público. El filme obtuvo 4.470 mil millones de yenes (serían 37,19 millones de euros), siendo la cinta más taquillera del año 1994 en Japón. 'Pompoko' fue elegida por la Academia de Cine Japonesa para representar al país en la 67ª edición de los premios Oscar en la categoría de mejor película de habla no inglesa, la primera vez que Japón enviaba un filme de animación. Pese a no resultar nominado, sentó precedente.
En 1995, 'Pompoko' obtuvo el premio Cristal al mejor largometraje de animación en el Festival de Cine de Animación de Annecy, uno de los más prestigiosos del mundo. Curiosamente, un año antes ganó el mismo galardón otra cinta de Studio Ghibli, 'Porco Rosso'. El filme también obtuvo el premio a la mejor película de animación en los Mainichi Film Awards. La cinta de Takahata demostró que la factoría seguía gozando de buena salud. Se estrenó un año después de 'Puedo escuchar el mar' (1993), el telefilme con el que se buscó un primer intento de realizar filmes que no estuviesen relacionados con ambos maestros fundadores.
Una joya animada imprescindible
Aunque de temática distinta, la zona donde se narra 'Pompoko', fue también el escenario del siguiente largometraje de Ghibli, 'Susurros del corazón', que muestra la ciudad ya completamente urbanizada.
'Pompoko' es un poderoso alegato medioambiental, que muestra las consecuencias directas e indirectas del desarrollo incontrolable, mirando finalmente cara a cara al espectador para invitarle a buscar una forma de crecimiento sostenible y recordando que la protección de la naturaleza, como la lucha del cambio climático, es imprescindible como sociedad, al afectar las acciones del ser humano a flora y fauna que son los que pagan las consecuencias de semejante irresponsabilidad. Un filme sublime que es uno de los legados más importantes de Isao Takahata y que fue el filme de transición entre su mirada de animación tradicional a una más de vanguardia que se vio en sus dos últimos títulos, 'Mis vecinos los Yamada' (1999) y la más que mentada 'El cuento de la princesa Kaguya' (2013).