Tras su paso por las salas estadounidenses, pocos días después del estreno de 'Titanic' en las salas de nuestro país, llegaba un título destinado a un público joven que fue, para quien esto escribe, la primera película catalogada dentro del género de terror que pudo ver en una sala de cine. Era enero de 1998, tenía doce años y estaba entusiasmado por aquel eslogan que rezaba su póster: "Del guionista de 'Scream'", la cual me había perdido en pantalla grande pero que había podido recuperar en VHS, y de la que me había declarado (como miles de adolescentes de mi generación) fan absoluto.
El título en cuestión era 'Sé lo que hicisteis el último verano', cuyo principal reclamo era el hecho de sumarse al éxito del film de Wes Craven, volviendo a poner a un grupo de adolescentes frente al peligro que suponía un misterioso asesino vestido de pescador. Si eso le añadimos que en Estados Unidos había sido un éxito en taquilla, eran pocas más las excusas que algunos necesitábamos para ir al cine a verla.
Faltaban todavía unos meses para la irrupción en nuestras pequeñas pantallas de Sarah Michelle Gellar como protagonista de 'Buffy, cazavampiros' (estrenada en Canal+ en diciembre de 1998) y, siendo sinceros, pocos conocían la existencia de Jennifer Love Hewitt ('Cinco en familia' se emitía en las autonómicas), por lo que el tirón mediático de sus dos estrellas femeninas no tuvo nada de gancho para el público de aquí, el cual se dejó embaucar en aquel momento por el cierto atractivo del que partía la premisa de la película.
Habiendo costado 17 millones de dólares, 'Sé lo que hicisteis el último verano' venía de ser "Número uno en cines USA", esa coletilla utilizada hasta la saciedad en las campañas promocionales (y que, veinte años después, ya hemos aprendido que solo significa literalmente que ha funcionado bien para el público del otro lado del charco). Además, lo de tener un guion firmado por Kevin Williamson pudo ser suficiente para encandilar a parte del público europeo, algo que no llevó a confusiones como había pasado Estados Unidos, cuando Miramax demandó a Columbia Pictures, la compañía distribuidora de la película, por promocionarla como "Del creador de 'Scream'", alegando que este era Wes Craven y no Williamson.
Basándose en la novela homónima que Lois Duncan publicó en 1973, el guionista hizo una adaptación de ese thriller en el que unos jóvenes daban por muerto a un chaval tras un atropello, y los cuales eran asediados por un extraño acosador un año después. Sería Williamson quien cambiaría el espacio donde se desarrollaría la acción, llevándola a un pueblo pesquero y convirtiendo parte de la trama en un bodycount que no hacía más que rememorar las películas slasher de los ochenta. Además, añadía la mitología del Asesino del Garfio, nacido del folclore que componían una serie de leyendas urbanas, las cuales habían convertido a dicha figura en una de las más temibles para los adolescentes norteamericanos junto al Acechador de Canguros o al mismísimo Boogeyman.
Mientras que estos dos últimos ya se habían personificado en el cine a través de diferentes representaciones en los años setenta con 'Llama un extraño', 'Navidades negras' o 'La noche de Halloween' (curiosamente, en 1998 esas historias para no dormir veían su máxima plasmación en pantalla gracias a la gloriosa 'Leyenda Urbana'), la figura del maníaco escapado de un psiquiátrico que acechaba a los jóvenes en un Lover's Lane, tuvo diferentes encarnaciones en la tradición oral, siendo la más extendida de todas aquellas en la que, tras una serie de magreos en la oscura y silenciosa noche, una pareja sobrevive al asesino por los pelos, pues al irse del lugar en el que estaban a punto de fornicar (alentados por el miedo de la chica), al llegar a casa descubrirán horrorizados cómo en la maneta de la puerta del copiloto hay un garfio (y parte de un antebrazo) clavado, arrancado de cuajo al ponerse el coche en marcha.
Cabe decir que la propia Duncan detestó la fusión de los elementos del terror junto a los de su novela, poniendo el grito en el cielo al descubrir que su thriller para adolescentes (en la línea de los divertidos e inofensivos relatos de R.L. Stine recopilados en las colecciones Thrillers y La Calle del Terror) había sucumbido a la recuperación de la moda del slasher, subgénero que no tomaba en serio y que consideraba mucho más chabacano que lo que ella quería contar. Sea como fuere, de no haber sido por esa vuelta de tuerca a la historia, quizá hoy no estaríamos hablando de 'Sé lo que hicisteis el último verano' como la pieza clave en el neoslasher de finales de los noventa que fue.
Dirigida por Jim Gillespie, la producción había cobrado vida mucho antes de que Neve Campbell se enfrentase a Ghostface por primera vez, pues Williamson ya llevaba un tiempo moviendo el guion, el cual fue tomado en serio justo en el momento en el que 'Scream' se convertía en un éxito, lo que significó que junto a 'Jóvenes y brujas', los tres títulos fuesen los que ayudasen a dar el pistoletazo de salida definitivo a lo que por aquel entonces se entendió como el renacer del terror adolescente.
Recuperando la tradición 80's
Con Hewitt y Gellar en sendos roles de scream queens, y convertidas ipso facto en iconos del terror gracias a sus papeles de Julie James y Helen Shivers, estas no solo venían a tomar el relevo de otras famosas estrellas del terror de antaño, sino que se posicionaban junto a Sidney Prescott en un universo cambiante donde el terror se había adaptado a las nuevas generaciones. Ellas encarnaban, siempre a base de clichés (obviamente), a dos de los arquetipos más trillados del slasher: Julie era la alumna aventajada y aparente hija modelo, mientras que Helen respondía perfectamente al tópico de la rubia superficial (y reina de la belleza) que todos sabemos que morirá en algún momento. Y siendo sinceros: uno de los mayores alicientes de 'Sé lo que hicisteis el último verano' fue el ver sufrir a Jennifer Love Hewitt, la única culpable de dotar a su personaje de esa aura de ente insoportable al que tuvimos que aguantar también en la secuela (cuyos escasos conocimientos de cultura general la llevaban a un mortal viaje a las Bahamas).
Por su parte, y cumpliendo el cometido para el cual habían sido fichados, tanto Freddie Prinze Jr. como Ryan Phillippe estaban más que correctos dentro de sus personajes, complementando a sus partenaires femeninas también a base de cliché: el primero era Ray Bronson, el novio perfecto de Julie y proveniente de familia humilde (y sospechoso de ser el asesino, evidentemente); el segundo, se metía en la piel de Barry Cox, un malote de instituto cortado por el eterno patrón del cine juvenil de siempre y que formaba junto a Helen una pareja idónea.
Sin tener en cuenta lo gratuito y claramente tópico que suponía el juntar a esos diferentes personajes estereotipados, para enfrentarse al misterio que se abre ante ellos junto a la amenazante nota anónima que reza eso de "Sé lo que hicisteis el último verano", la construcción de personajes de Williamson no iba mucho más allá de la clara explotación de los clichés del género, regalándonos momentazos como aquel en el que Sarah Michelle Gellar lloraba por la pérdida de su pelucón poco antes de tener que desfilar en la carroza del 4 de julio, o los desesperados gritos de Love Hewitt chillando eso de "¡¿A qué estás esperando?!" como modo de subversión para plantar cara al mal (y que Anna Faris exprimió al máximo en 'Scary Movie').
Junto a ellos, y para rellenar el bodycount, Johnny Galecki, Bridgette Wilson-Sampras y Anne Heche completaron las piezas de un puzle en el que lo que menos importaba eran sus personajes, dejando claro que la verdadera esencia de la película era la de rememorar al terror que una década antes había causado furor, y con el cual Ben Willis (Muse Watson) pasaba a formar parte del panteón de psychokillers míticos del género, convertido en la máxima encarnación de la venganza y totalmente arraigado al imaginario popular del Asesino del Garfio.
Y mientras que Lois Duncan se llevaba las manos a la cabeza por lo que consideró una abominación en contra del espíritu de su novela, los actores principales se coronaban como cuatro de las estrellas emergentes del momento, algo que se repetiría en varias de las producciones que seguirían al poco de estrenase la película, como por ejemplo fueron 'Scream 2' (con Sarah Michelle Gellar ya triunfando como Buffy en la pequeña pantalla y convertida de nuevo en víctima potencial), 'Leyenda urbana', 'Aún sé lo que hicisteis el último verano', 'El diablo metió la mano', 'La novia de Chucky', 'Comportamiento perturbado' o 'Destino final'.
Sin ser 'Scream' y dejando a un lado todo el lenguaje meta de aquella, 'Sé lo que hicisteis el último verano' vendría a ser algo parecido a lo que fue 'San Valentín sangriento' a principios de los ochenta: un divertimento al que poco había que pedirle más allá de ser eficaz para pasar un rato agradable. Y al parecer, los más de 125 millones de dólares que recaudó en todo el mundo fueron un claro ejemplo de eso, de que el terror adolescente había regresado por la puerta grande dispuesto a quedarse, ya fuese como sátira hacia todo lo que se había estado haciendo hasta entonces, o como mero exploit y actualización de viejas ideas amoldadas a unos nuevos tiempos, las cuales podrían haber quedado ahora tan obsoletas como lo estaban las del slasher de los ochenta en 1997, es por ello que más de veinte años después de su estreno, la única forma de ver las andanzas del pescador vengativo sembrando el terror durante el 4 de julio, es hacerlo teniéndola en cuenta como un desprejuiciado slasher y disfrutarla como el producto de pura nostalgia que fue y será.