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CRÍTICA

'Odio el verano': Otra comedia familiar intrascendente, pero soportable

Una nueva propuesta para todos los públicos protagonizada por Malena Alterio, Roberto Álamo, María Botto, Jordi Sánchez, Kira Miró y Julián López.

Por Marcos Vasco Martín-Grande Más 23 de Agosto 2024 | 13:35

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La familia Morcillo en 'Odio el verano'
La familia Morcillo en 'Odio el verano' (Sony Pictures)

Es indudable que la comedia, en concreto la española y familiar, es uno de los géneros que mayor músculo aportan a la industria cinematográfica patria. Si vamos a las producciones nacionales que más han recaudado durante lo que llevamos de 2024, el patrón es claro: 'Padre no hay más que uno 4: Campanas de boda', 'Ocho apellidos marroquís', 'La familia Benetón' y 'Menudas piezas' se reparten, en este orden, las posiciones de privilegio. Además, las cintas de Santiago Segura y Nacho G. Velilla se erigieron como los largometrajes más taquilleros durante su fin de semana de estreno, por delante de blockbusters hollywoodienses como 'Godzilla y Kong: El Nuevo Imperio' o 'Twisters'.

Hoy, 23 de agosto, llega a nuestras salas otro de esos productos que podría contar con el beneplácito del público durante estas tardes de calor estival, dada su blancura destinada a satisfacer a todos los públicos y el apoyo mediático y publicitario que supone contar con la maquinaria de Sony y Mediaset. El título responde al nombre de 'Odio el verano'. Y no nos vamos a engañar, la nueva cinta de Fernando García-Ruiz, responsable de 'Descarrilados' y 'Mala persona', es justo lo que el espectador imagina: personajes estereotipados, predictibilidad narrativa, algunos momentos de roja directa y otros simplemente pasables, en gran medida gracias a sus intérpretes.

Kira Miró, María Botto y Malena Alterio en 'Odio el verano'
Kira Miró, María Botto y Malena Alterio en 'Odio el verano' (Sony Pictures)

Nada nuevo

La excusa argumental, que parte de un guion firmado por David Marqués ('Campeones'), pasa por reunir en un mismo hogar de vacaciones a tres familias de diferente estrato social, dos de clase trabajadora y otra mucho más pudiente. Es aquí donde el cliché se muestra en todo su esplendor. No faltan el pijo estirado, la influencer rica más obsesionada por la imagen que proyecta hacia sus seguidores que en mostrar amor por su familia, el padre paranoico frente a los primeros amores de su hija y cuya vida pende únicamente del trabajo, el retrato de la infancia como una carga o el romance adolescente. Todo ello, en una pieza en la que se termina por reivindicar la amistad y mostrar lo que se siente por el otro, cuyo happy end, algo tramposo, no vamos a revelar, a pesar de que no resulte muy difícil de intuir para el lector.

Tampoco faltan momentos en los que la vergüenza ajena, mayoritariamente inseparable de este tipo de productos, hace acto de presencia. Son el salto en paracaídas, un chiste sobre las pensiones, casi todo lo que rodea al abuelo, encarnado por Mariano Venancio, y, como no, el elemento racista los encargados de que el largometraje pasee por el abismo. Tampoco ayuda que las criaturas de Julián López y Jordi Sánchez terminen resultando un tanto cargantes y repetitivas. Pero, por suerte, aunque tampoco se ofrezcan momentos memorables, las réplicas relativamente picantes, sobre todo a cargo de Roberto Álamo y Malena Alterio, y una Kira Miró que parece estar riéndose de su propia imagen permiten que el asunto, intrascendente y olvidable, se soporte con cierta facilidad. Y no es poco.

5
Lo mejor: La labia de Roberto Álamo y Malena Alterio y la capacidad de Kira Miró para reírse de lo que representa.
Lo peor: La presencia de instantes que llevan a la película al borde la muerte y las tristemente habituales bromas racistas.
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