Constituída en tres capítulos dirigidos por David Bruckner, Jacob Gentry y Dan Brush, y con la interpretación de Anessa Ramsey, Justin Welborn, Aj Owen, Scott Poythress, Sahr Ngaugua y Cheri Christian, 'The signal' cuenta mediante tres perspectivas distintas cómo una misteriosa señal que se difunde por los móviles, televisiones y radios convierte a sus receptores en brutales asesinos.
Vaticinada como una de las películas más extremas de la presente edición del Festival de Sitges en la sección Oficial Fantàstic, cabe decir que 'The signal' tiene una primera media hora verdaderamente prometedora, tensa y perturbadora, en la que la acción transcurre a una velocidad vertiginosa enfatizada por la cámara al hombro, y en la que la violencia explícita que acompaña a una inquietante trama es su principal baza.
Un comienzo trepidante
Por desgracia, en cuanto el fragmento inicial (o transmisión, como es denominado en la película) finaliza, 'The signal' cambia radicalmente de formato, pasando de una acción sin tregua emplazada en diversas localizaciones, a estacionarse en el interior de una casa en la que predominan el humor negro y la casquería; no diré que los dejes humorísticos de esta segunda transmisión no sean hilarantes, pero lo cierto es que esa transición de documental en acción real pasado de vueltas en la línea de '28 días después' a película splastick, desmerece completamente a todo lo que 'The signal' había logrado en su primer tercio de metraje.
Ya en tercera transmisión, la película vuelve a recurrir y recorrer de manera infructuosa diferentes escenarios imprimiendo nuevamente cierta velocidad, concediendo en esta ocasión especial énfasis a una suerte de giros argumentales basados en el caos psicológico de sus personajes, que no hacen sino exacerbar a un espectador que lo único que ansía es que la película retorne a su impactante fórmula inicial.
De este modo, 'The signal' enfoca unos mismos sucesos a través de diferentes personajes desde el prisma del caos, el humor y la paranoia, en una trama que (y esa es quizá una de sus mejores bazas) en ningún momento explica lo qué esta sucediendo, si exceptuamos las paranoias conspiradoras que cree vislumbrar uno de sus personajes. O lo que es lo mismo, la primera transmisión expondría los hechos desde una perspectiva objetiva, la segunda transmisión se adentraría en la paranoia de uno de los afectados, mientras que la tercera transmisión trataría de atar cabos y dar consistencia a la historia.
Visto de este modo, 'The signal' puede resultar mucho más atractiva de lo que en realidad es, más todavía si tenemos en cuenta el mensaje implícito de la película, que no es sino una metáfora magnificada de la manipulación y el control al que nos vemos sometidos a través de los medios de comunicación; pero lo cierto es que el impacto inicial de 'The signal' se desvanece con un tramo intermedio excesivamente prolongado, que el caos de su tercer y último fragmento no ayuda a reparar.