Es un fin de semana importante para Oliver Laxe: la tercera película del director gallego se ha estrenado este viernes en salas españolas, tras triunfar en el Festival de Cannes y obtener el respaldo de la crítica. 'Lo que arde' ('O que arde') cuenta la historia de Amador, un hombre que regresa a su aldea natal tras haber sido condenado por quemar un monte cercano. Allí le espera Benedicta, su madre, con la que seguirá cuidando el ganado como si no hubiera transcurrido el tiempo. Y entonces, llega el fuego, un gran incendio que abrasa toda esperanza.
El cineasta ha afirmado en alguna ocasión que, para él, hacer cine implicar filmar allí donde uno quiere vivir. Sus dos primeros largometrajes, 'Todos vós sodes capitáns' (2010) y 'Mimosas' (2016), fueron rodados en Marruecos, donde habitó durante una década, aunque dice estar obsesionado con Galicia, concretamente Os Ancares, su aldea de Lugo, "desde hace 37 años quiero pasar allí todo el tiempo posible". Es la primera vez que filma en su tierra natal, a la que, hijo de emigrados en Francia, volvió con seis años: "Con cada incendio que había en Galicia recibía mensajes, la gente me decía: «qué bien que estéis haciendo esta peli»".
Sin embargo, no niega que le preocupen las reacciones del público ante la humanización de una figura tan problemática como es la del pirómano: "La gente busca culpables, yo también. Pero una cosa soy yo como ciudadano y otra como artista, como cineasta tengo que estilizar mi dolor. Creo que la película, siendo lírica, es extremadamente política. El problema del fuego, de lo rural...". Resulta difícil no empatizar con Amador, el solitario protagonista del filme: "No he intentado justificar sus actos, incluso podríamos creer que ha estado encerrado de forma injusta. Me gusta generar en el espectador sensaciones de empatía. Ya hay periodistas, activistas, políticos y jueces que meten a gente en la cárcel, yo creo que los artistas los tenemos que sacar. Lo digo en un sentido metafórico, figurativo; nos toca entender la complejidad del ser humano, acogerla".
En el corazón del fuego
Nunca sabremos si Amador prende la mecha. Tampoco importa, en una cinta que invita a contemplación, incluso cuando se trata de algo tan destructivo como un incendio. Laxe se adentró en uno de los que tuvieron lugar tras el verano de 2018 en los montes gallegos, armado con una película inflamable de 16 mm: "Hemos filmado la muerte, hemos estado cerca de morir, y las imágenes se cargan de algo esencial. El fuego solo es fuego, no simboliza nada, pero secretamente sentimos muchas cosas". Su osadía, una aproximación cinematográfica a las llamas como no se había visto en décadas, ha sido comparada con la de Werner Herzog, quien se adentró en las entrañas volcánicas, aunque Laxe cree que sus trabajos son "muy diferentes, pese a que comparta con él cierto amor con el exceso; hay algo épico en nuestros proyectos".
Porque 'Lo que arde' no es la primera empresa fuera de lo común en la que se embarca Laxe: 'Todos vós sodes capitans' es puro metacine, y 'Mimosas' relata una travesía existencial a través del desierto. El director no ha contado con actores profesionales en ninguno de sus tres filmes: Benedicta es Benedicta Sánchez, Amador es Amador Arias, y es imposible saber cuánto hay de ellos en sus personajes: "Me gusta la gente, me gusta la verdad. Creo que un actor tiene muchas máscaras y no me interesan, los actores están más alejados de su esencia". Ese término, esencial, es el que utiliza el realizador para definir su cine: "Me gusta lo tangible, lo epidérmico, que la gente sienta humedad o calor cuando vea mis películas. Estar cerca de la realidad, y al mismo tiempo evocar. Intento lograr un equilibrio entre las dos dimensiones, una facilita la otra: para volar, necesitas estar bien enraizado. Aunque, al final, lo que quiero es evocar, realmente me pagan por idealizar".
Laxe afirma que este tercer triunfo en Cannes, el Gran Premio del Jurado en la sección "Una cierta mirada", es el que más le ha emocionado: "Ya no es solo el premio, cuando filmas a tu familia, los espacios donde estuvieron durante generaciones, trabajando, sacrificándose, eso tiene consecuencias. Me siento muy acompañado por ellos, y algo opera a nivel profundo". La cinta se estrena en un momento donde en nuestro país se comienzan a escuchar las reivindicaciones de la España vaciada, y el director cree que los españoles "estamos muy enraizados con lo rural, aunque vivamos en las ciudades. Va a haber familiaridad entre el espectador y los protagonistas".
Su próximo proyecto, una "road movie" entre España y Mauritania, trata sobre "un grupo de punkies que busca una fiesta en el desierto". Un mezcla entre 'Mad Max', 'Easy Rider (Buscando mi destino)' y 'Stalker', dice entre risas. Aunque no tiene prisa alguna: "Hay que tener algo que contar, que vivir". También afirma estar "desacomplejándome como cineasta, no me importa subrayar ciertas emociones, como la música". Y un último apunte, que recoge la belleza de 'O que arde': "No hay que buscarle el sentido a todo para que te penetre una película".
