Lo mejor y lo peor a la hora de hablar de Audrey Hepburn, y de cualquier estrella de Hollywood de su talla y calado, es que las palabras, por más exagerados, grandilocuentes y excesivos que nos pongamos, jamás estarán cerca de rozar ni siquiera una pizca de sus talones. ¿La razón? Saquemos de nuevo el recurso de lo indescriptible. Eso sí, el tesoro, de eso se trata, sigue latiendo en el corazón de un conjunto de películas que, si son especiales, es en gran parte porque están protagonizadas por ella. Perdón, por Ella.
Audrey Hepburn era todo. Incluso cuando su presencia era meramente secundaria o casi anecdótica, la actriz conseguía, de manera única y absolutamente irrepetible, iluminar la pantalla como nadie. No han habido, y cuesta creer que vayan a volver a suceder, unos primeros planos tan maravillosos, radiantes y hermosos. En su mirada, su sonrisa y sus ligeros gestos cabía un mundo, interno y externo, que iba más allá de lo estrictamente cinematográfico. Rompía y reconstruía. Enamoraba y entristecía. Apabullaba desde la sencillez y la naturalidad.
En lo que respecta a su trayectoria profesional, cuesta horrores, por fortuna, encontrar películas que realmente no estén a la altura (y servicio) de su leyenda, conformando así una de las carreras más notables, coherentes y deslumbrantes de la historia hollywoodiense. El tiempo la ha convertido en un icono que continúa fascinando a millones de espectadores, pero lo que nunca deberíamos olvidar es la inmensa actriz que siempre fue. La eterna Audrey Hepburn.
Mejores papeles de Audrey Hepburn
'Vacaciones en Roma'
¿La mejor comedia romántica de la historia del cine? Bueno, para otorgar semejante honor se requiere de mucho análisis, comparativas y debate, pero está claro que 'Vacaciones en Roma' estaría peleando a lo grande por la medalla de oro en esta categoría. Es lo que tienen las películas prácticamente perfectas en su equilibrio entre lo buscado y lo conseguido.
Todo en esta joya dirigida por William Wyler fluye de la manera más embriagadora posible, despertando sonrisas y emoción en un espectador que asiste hipnotizado a la química explosiva surgida entre un pletórico Gregory Peck y una impresionante Audrey Hepburn, quien ganó el Oscar a mejor actriz por este incontestable trabajo. El periodista y la princesa. La ciudad más hermosa del mundo. Un romance eterno. Un clásico imperecedero.
'Charada'
'Charada' no es un musical, está claro, pero su ritmo narrativo interno, la maravillosa melodía de sus diálogos, su endiablada capacidad para hilar escenas inolvidables y, por supuesto, sus dos interpretaciones protagonistas, funcionan con la misma contundencia que el mejor de los números posibles ejecutados por Gene Kelly o Fred Astaire.
Cary Grant está soberbio, pero es Audrey Hepburn quien termina robando por completo una de esas propuestas que funcionan a la perfección desde su primer minuto hasta el último de los planos. Con el Alfred Hitchcock más juguetón y enrevesado como influencia directa, 'Charada' resulta una de las mejores combinaciones de thriller y comedia romántica jamás vistas en una pantalla. Una delicia inagotable en la que la dirección de Stanley Donen brilla con una luz especial.
'La calumnia'
Aunque en su año de estreno, 1961, quedó eclipsada por la emblemática 'Desayuno con diamantes', conviene celebrar a 'La calumnia' como la obra maestra que siempre fue. De acuerdo, no tiene escenas tan memorables como la cinta de Blake Edwards, pero, puestos a comparar, aquella tampoco contaba con un calado emocional y una potencia dramática tan salvaje como la de esta adaptación de la obra teatral de Lillian Hellman. Y es que, cada mirada cruzada, cada silencio y cada llanto de Audrey Hepburn, excelente, y Shirley MacLaine, igual de maravillosa, golpean en el estómago, provocando el nacimiento del nudo en la garganta y conmueven con la fuerza del mejor cine. Una propuesta de una sensibilidad muy especial. Inolvidable.
'Una cara con ángel'
Toda la indiscutible magia que tiene esta obra maestra titulada 'Una cara con ángel' se puede resumir en dos palabras: Audrey Hepburn. Y es que, más allá de las espléndidas interpretaciones de Fred Astaire y Kay Thompson, es la maravillosa protagonista de 'Desayuno con diamantes' quien consigue robar todas y cada una de las escenas en las que aparece, ya sea cantando, bailando, llorando, sonriendo o, simplemente, observando en la distancia.
Hepburn hipnotiza, conmueve, enamora y fascina desde la ingenuidad y la belleza, la fortaleza y la inocencia, la ilusión más pura y la confusión más hilarante. Su interpretación, una de las mejores de su emblemática carrera, es el alma y el motor vital de una de las películas más redondas, fascinantes, imaginativas y memorables de la trayectoria de Stanley Donen. Obligatoria.
'Desayuno con diamantes'
Ni siquiera el imprescindible Truman Capote pudo evitar ver como su obra 'Desayuno con diamantes' terminaba convertida, gracias a la maquinaria más tradicional de Hollywood, en una comedia romántica de las de toda la vida. O, al menos, en uno de los más claros ejemplos de que el género puede mirar cara a cara a cualquier otro sin dejarse destrozar por prejuicios y azúcar.
Aún así, lo que en la novela original era un juego constante con el lector para descubrir poco a poco la personalidad de su protagonista masculino, se transformó por arte y gracia del cine en un romance lleno de encanto con una maravillosa Audrey Hepburn al frente, en un papel que marcó para siempre su carrera, que, para hacer más daño en el corazón de Capote, sustituía su final abierto por una (inolvidable) clásica escena de reencuentro y amor bajo la lluvia. El genial escritor puso el grito en el cielo mientras millones de espectadores caían rendidos ante el suspiro. ¿Un final mejor y otro peor? Complementarios.
'Historia de una monja'
No son pocas las personas que siempre citan 'Historia de una monja' como la película en la que Audrey Hepburn entregó el trabajo más redondo de su trayectoria profesional. Una afirmación tan contundente como cuestionable que, sin embargo, no pone en duda la certeza absoluta de estar ante una interpretación de altísimo nivel.
Partiendo de una historia repleta de complejidad dramática, ética y moral, la cinta dirigida por Fred Zinnemann deposita toda su fe, con perdón, en una actriz que se muestra en permanente estado de gracia, llegando a un nivel de sutileza y delicadeza realmente deslumbrante. Y ahí está una inolvidable escena final para dejar constancia de ello. ¿Su mejor interpretación? Puede ser. ¿Una de las mejores? Ninguna duda.
'My Fair Lady'
Los comienzos teatrales de 'My Fair Lady' fueron, cuanto menos, complicados. Y no nos referimos al público, entusiasmado desde el comienzo con ella, sino a alguno de sus principales responsables. El ejemplo más evidente lo encontramos en su protagonista, Rex Harrison, quien llegó a encerrarse en su camerino unas horas antes del gran estreno argumentando que "de ninguna manera actuaría esa noche con 32 entrometidos en el foso". Al final, le hicieron cambiar de opinión y la obra se representó con normalidad, consiguiendo además un gran éxito.
Momentos de tensión que poco o nada tienen que ver con las sensaciones que rodearon a su aclamada adaptación cinematográfica de 1964, protagonizada por el propio Harrison y una inolvidable Audrey Hepburn y con la que el director George Cukor consiguió el aplauso unánime de crítica y público. Recaudaciones espectaculares y 8 Oscar, incluyendo los de Mejor Película, Mejor Director y Mejor Actor, redondearon uno de los saltos de Broadway a la gran pantalla más grandiosos de la historia.
'Sola en la oscuridad'
Audrey Hepburn tarda en aparecer en 'Sola en el silencio', puede que demasiado, pero cuando lo hace, toda la espera ha merecido la pena. Y es que, hasta ese momento, este thriller con toques del Hitchcock más característico, se mueve en el siempre peligroso terreno de la indiferencia. Existe una intriga, sí, pero cuesta dejaste arrastrar por ella. Sin embargo, en el instante en el que la actriz entra en juego, la cinta se dispara, alcanzando de manera notable un clímax final de auténtico infarto. Una película que, además, ejemplifica a la perfección la teoría de que no ha habido en Hollywood una actriz tan luminosa como Hepburn.
'Dos en la carretera'
Por más que nos empeñemos, 'Dos en la carretera' no es una comedia. O no solamente una comedia. Hablamos de una historia que disecciona con precisión milimétrica y resoluciones visuales de primera categoría el paso del tiempo sobre el amor, el cansancio de los momentos repetidos con más arrugas en el corazón, la distancia entre lo que uno espera ser y lo que finalmente termina siendo, la sonrisa congelada en el tiempo y resucitada por arte de otoño.
Cada reflejo, cada gesto, cada abrazo y cada mirada al pasado, presente y futuro compartida por Albert Finney y Audrey Hepburn, absolutamente impecables, resuena en la memoria de un espectador que asiste hipnotizado a una inolvidable reflexión sobre el amor en tiempos de luz y sombra. Todo servido en bandeja de plata por un Stanley Donen en plena etapa de madurez.
'Robin y Marian'
"Te amo más que a los niños, más que a los campos que planté con mis manos, más que a la plegaria de la mañana, más que a la paz, más que a la alegría, más que al amor, más que a la vida entera. Te amo más que a Dios". Y la mirada de Audrey Hepburn calando hasta lo más hondo del alma. Qué emocionante es 'Robin y Marian'. Qué película tan extraordinaria. Qué espléndida química entre la actriz y Sean Connery. Qué desenlace tan desolador y perfecto. Qué interpretación de Hepburn. Qué regalo.
