Una de las cumbres indiscutibles del Dios Wilder. Cuatro de los mejores musicales de la historia del cine. La grandiosidad incomparable de David Lean. Un thriller asfixiante con interpretaciones para el recuerdo. El 'Everybody's Talking' de Nilsson sonando en la medianoche mientras dos tipos pasean en soledad. Un aclamadísimo drama histórico. Y una comedieta que ha envejecido fatal y cuyo triunfo sigue siendo algo incomprensible.
En estas primeras líneas encontramos los titulares que representan a las diez películas que lograron el codiciadísimo Oscar a Mejor película a lo largo de una década, la de los sesenta, en la que Hollywood fue creciendo año tras año hasta llegar a una de sus etapas cinematográficas más gloriosas. Sin embargo, pese al enorme impacto que tienen los sesenta del cine estadounidense en la historia del séptimo arte, conviene resaltar las obras maestras que aparecieron en la etapa, que recordamos en este especial. Y aquí, por ejemplo, encontramos unas cuantas.
Durante estos diez años, la Academia sorprendió con algunas victorias, se rindió a la grandeza del musical, apostó por trabajos pequeños de legendario eco, abrazó una vez más el talento de algunos de los grandes cineastas de todos los tiempos y, casi en la mayoría de ocasiones, acertó en la categoría reina. Clásicos sin fecha de caducidad que siguen luciendo con orgullo, y cargados de razones, su estatuilla a Mejor película.
Las ganadoras del Oscar a Mejor película de la década de los 60, de menos a más
'Tom Jones'
Lo de 'Tom Jones' sigue siendo una cosa imposible de entender. No es que haya envejecido fatal, que también, sino que esta comedia sin gracia alguna ganó a obras maestras de la talla de 'Los lirios del valle', 'América, América', 'La conquista del Oeste' y la mismísima 'Cleopatra'. Ver para creer. Cuando se citan las mayores injusticias de la historia de los Oscar, por más que pensemos en ejemplos más recientes, en la década de los sesenta encontramos uno de los más garrafales. Una mala película. Y una de las peores ganadoras de todos los tiempos.
'Un hombre para la eternidad'
Además del Oscar a Mejor película, 'Un hombre para la eternidad' logró sumar cinco estatuillas más en 1966, convirtiéndose en la indiscutible triunfadora de una noche en la que sus principales competidoras eran, atención, '¡Que vienen los rusos' y la maravillosa '¿Quién teme a Virginia Woolf?'. Dos propuestas muy superiores a esta aburridísima adaptación a la gran pantalla de la obra teatral de Robert Bolt en la que lo único que destaca con cierto brillo es la dirección elegante y contenida del gran Fred Zinnemann. Más allá de eso, solamente quedan numerosos bostezos en el horizonte.
'Sonrisas y lágrimas'
De acuerdo, 'Sonrisas y lágrimas' está bañada en azúcar, canciones tontorronas y sensibilidad extrema, pero sigue siendo un auténtico disfrute de inicio a fin. Dirigida con pulso firme por un inspiradísimo Robert Wise, casi su estado natural, por otra parte, y con un reparto entregado a la causa y liderado por una excelente Julie Andrews, hablamos de uno de los musicales más queridos de la historia del cien. Un entretenimiento familiar que sigue conquistando a nuevas generaciones de público y que fue recompensada en una noche de los Oscar que, eso sí, se debería haber rendido a los pies de la inconmensurable 'Doctor Zhivago'.
'En el calor de la noche'
Tremendo thriller policíaco que entusiasmó a crítica, público y Academia, logró cinco estatuillas incluyendo la de Mejor película, 'En el calor de la noche' sigue siendo una propuesta a la que cuesta horrores encontrar algo parecido a un fallo. Compacto en su puesta en escena, precisa en su manejo de la intriga, brillante en su desarrollo argumental y con un espléndido conjunto de intérpretes, la cinta dirigida por Norman Jewison es un clásico por multitud de razones. Y entre ellas conviene subrayar, por supuesto, la interpretación sobresaliente de un gigantesco Sidney Poitier.
'Cowboy de medianoche'
Te puede gustar más o menos, pero está claro que el triunfo de 'Cowboy de medianoche' fue uno de los actos de valentía más grande que ha dado la Academia en su historia. En un año en el que estaban compitiendo cintas de corte tremendamente clásico como 'Ana de los mil días' o las extraordinarias 'Hello, Dolly!' y 'Dos hombres y un destino', la cinta dirigida por John Schlesinger y protagonizada por unos memorables Jon Voight y Dustin Hoffman terminó reinando desde la crudeza, el dolor, la desolación, la suciedad, la soledad y la desesperanza. Un Oscar que, además de sorprender, empezaba a señalar la ruta que tomaría gran parte del cine estadounidense en la gloriosa década de los setenta.
'My Fair Lady'
Los comienzos teatrales de 'My Fair Lady' fueron, cuanto menos, complicados. Y no nos referimos al público, entusiasmado desde el comienzo con ella, sino de alguno de sus principales responsables. El ejemplo más evidente lo encontramos en su protagonista, Rex Harrison, quien llegó a encerrarse en su camerino unas horas antes del gran estreno argumentando que "de ninguna manera actuaría esa noche con 32 entrometidos en el foso". Al final, le hicieron cambiar de opinión y la obra se representó con normalidad, consiguiendo además un gran éxito.
Momentos de tensión que poco o nada tienen que ver con las sensaciones que rodearon a su aclamada adaptación cinematográfica de 1964, protagonizada por el propio Harrison y una inolvidable Audrey Hepburn y con la que el director George Cukor consiguió el aplauso unánime de crítica y público. Recaudaciones espectacular y 8 Oscar, incluyendo los de Mejor película, Mejor director y Mejor actor, redondearon uno de los saltos de Broadway a la gran pantalla más grandiosos de la historia.
'Oliver'
Empecemos por el final (y los aplausos). 11 nominaciones y 6 premios, incluyendo los correspondientes a las categorías de Mejor Película y Mejor Director, convirtieron a 'Oliver' en la gran triunfadora de su edición de los Oscar. Un logro impresionante que se puede discutir con mayor o menor insistencia, especialmente si se tienen en cuenta el resto de propuestas nominadas ('Una chica divertida', 'El león en invierno', 'Raquel, Raquel' y 'Romeo y Julieta'), pero que deja poco lugar a dudas: el musical acababa de sumar un nuevo clásico.
Una obra maestra repleta de encanto, inmensas canciones y números musicales absolutamente inolvidables que convertía el espectáculo marca Broadway en cine vivo, emocionante. Disfrutar de ella varias décadas después sigue siendo una experiencia relacionada directamente con la felicidad. No es poca cosa.
'West Side Story'
Una historia tan apasionante e inolvidable como la de 'Romeo y Julieta' de William Shakespeare solamente podía ser aún más redonda si sumaba música de Leonard Bernstein, letras de Stephen Sondheim y coreografías de Jerome Robbins. Dicho y hecho: 'West Side Story'. Cuatro años después de su estreno en Broadway, esta historia de romances imposibles, bandas callejeras y personajes memorables, llegaba al cine a través de una adaptación que era puro nervio, puro espectáculo, pura melodía.
Un épico musical de primer nivel que cautivó a millones de espectadores alrededor del mundo, que convenció a la inmensa mayoría de críticos especializados y que redondeó la jugada con 10 premios de la Academia, incluyendo los correspondientes a Mejor película y Mejor director. Un clásico cinematográfico que supero a su referente teatral a base de escenas de un poder indescriptible y arrebatador.
'Lawrence de Arabia'
David Lean consiguió con 'Lawrence de Arabia' la película definitiva a la hora de describir cada una de sus señas de identidad como cineasta. 222 minutos de puro cine, que te exige y desafía, pero que, de manera incesante, te está premiando con escenas e imágenes de una valía artística indescriptible.
Una película que supuso el segundo gran éxito de Lean en los Oscar, tras la inmensa 'El puente sobre el río Kwai', obteniendo 7 estatuillas, incluyendo Mejor película y director. Y es que la industria, al igual que el público, cayó totalmente rendida ante la inmensidad de una película inagotable, con una capacidad brutal para explotar las sensaciones del espectador. La grandeza cinematográfica en todo su esplendor. Una de esas películas definitivas, inigualables e incomparables.
'El apartamento'
Y así nació la 'dramedia'. Billy Wilder consiguió con 'El apartamento' lo que infinidad de directores habían intentado durante años, combinar a la perfección dos géneros marcados por la sonrisa y la lágrima, dos elementos que quedó demostrado que se entendían mejor que nadie siempre que fueran tratados con inteligencia y delicadeza.
Ganadora de 5 Oscar, incluyendo Mejor película y director, y estructurada sobre los hombros de dos interpretaciones inolvidables, Jack Lemmon y Shirley MacLaine demostrando una química a prueba de balas, 'El apartamento' supone la cima de un cineasta con un historial repleto de triunfos. Y es que con frases como: "Yo vivía como Robinson Crusoe, era un náufrago entre ocho millones de personas hasta que un día vi huellas en la arena y la encontré a usted"; uno no puede más que caer rendido sin defensas. Y encantado de la vida.